Barranquilla

En video | 61 días de cuarentena en una redacción sin detenerse

Un equipo conectado las 24 horas trabaja arduamente para brindar noticias de interés en tiempos de la pandemia del nuevo coronavirus.

Son tiempos difíciles en el mundo. Tiempos donde el enemigo es invisible y parece tener corona para hacer lo que se le antoje. Tiempos donde las esquirlas de un estornudo casual pueden matar. Tiempos donde la mejor trinchera es hacer cosas tan básicas como lavarse las manos.

Tiempos donde cambió casi todo, menos un ejercicio –denominado como esencial por el Gobierno- en estos tiempos: el periodismo. Nosotros no fuimos ajenos a la emergencia sanitaria.

La sala de redacción de EL HERALDO está silenciosa, fría y solitaria por estos días. Se siente un ambiente angustiosamente inusual, pero por más que el ‘corazón del periódico’ parezca inerte y carente de cualquier tipo de actividad, en realidad, está más conectado, brioso y curioso que nunca. Hay un cruce de información vertiginoso y multilateral sin precedentes. Y, como un hecho histórico para destacar, todas las diferentes herramientas digitales existentes se convirtieron en canales provechosos para llegar a un fin de carácter valioso, veraz e importante: cubrir con precisión la pandemia del coronavirus.

Hace meses que las charlas matutinas, las pasiones que despierta esta profesión en la redacción, el incesante tecleo, el abrumador sonido de varias líneas telefónicas y hasta las discusiones diarias, propias de la confrontación pacífica entre periodistas para enfocar algún tema del día a día, desaparecieron.

Ahora el silencio abruma, llena de nostalgia y hace echar de menos lo cotidiano de antes. Ahora, al igual que en la mayoría de rincones del mundo, todo es diferente y extraño. Tan extraño como toparse con Erika Fontalvo, directora de la casa editorial, caminar en bata de baño a las 8 a.m., en medio de una solitaria y penumbrosa empresa.

Fontalvo, quien asumió la dirección del periódico a principio de 2020, decidió convertir una de las oficinas de la empresa en su nuevo hogar desde que inició la cuarentena. Duerme en un sofá rojo que acolchó con algunas mantas y un par de almohadas. En las mañanas baja las duchas de la rotativa para asearse y luego se pone al pie del ‘cañón’ para gestionar las historias, gráficas y notas de interés general que EL HERALDO ofrece.

Los cambios
Solo un fotógrafo asiste diariamente a la redacción

Los primeros coletazos del coronavirus en Colombia impactaron inmediatamente en la redacción, que con el pasar de los días empezó a sufrir la baja presencial de sus filas debido a las recomendaciones de las autoridades gubernamentales.

Solamente los editores de cada sección, dos miembros del staff de diseño gráfico y un retocador de fotos se encargaban de recibir, coordinar y solucionar los inconvenientes que significaba afrontar un reto mayúsculo: realizar la edición impresa del diario desde sus lugares habituales de trabajo. Los equipos de web y redes sociales, por su parte, lideraron la titánica labor de organizar una gigantesca bola de información constante en la intimidad de sus hogares.

El drástico movimiento anterior, que significó el traslado de un gran un número de computadores a las casas de los redactores, dejó prácticamente sin alma a la redacción y de paso desnudó la parte más nostálgica de los pocos que quedaron. “Esto no es una redacción normal. En mis 24 años de profesión nunca había vivido algo así”, explicó Viany Pérez, macroeditora de EL HERALDO.

“En los 90 viví la época de los apagones en la Costa Caribe y, aunque fue difícil realizar un periódico, lo que pasa actualmente es más complicado. Organizar los temas con los periodistas por videollamadas y luego montar todo al periódico es desbordante”, agregó, por su parte, Denis Contreras, editora de locales.

Duro proceso

En EL HERALDO contamos con ustedes, cuenten con nosotros

En cumplimiento de la cuarentena la gran mayoría de redactores están haciendo teletrabajo. Editores y un número muy reducido de personal labora en la sede del periódico para coordinar la información que se publicará en el impreso y nuestras plataformas digitales.

Dayana Escorcia, periodista de judiciales.
Luis Rodríguez, periodista deportivo.
Eduardo Patiño, periodista digital.
Sandra Cantillo, periodista digital.
Karen Niebles, community manager.
William Colina, periodista de judiciales.
Roberto Casas, periodista de Economía.
Sharon Kalil, periodista de tendencias.
Andres Morales, coordinador de redes sociales.
Amanda Parra, periodista de tendencias.
Rafael Castillo Vizcaíno, editor de Deportes.
Óscar Cuello, corresponsal en Córdoba.
Flor Díaz Ospino, periodista digital.

La ecuación para hacer funcionar un periódico por estos días no es tan fácil. Debido a las pocas manos en la redacción, el equipo de sistemas decidió instalar en los computadores de los redactores un VPN, un software desde el cual el personal en casa puede trabajar para el diario impreso, pero el flujo de información es tanta que las redes colapsan y los diseñadores, que cargan con el calvario de maquetear las páginas mientras atienden varias llamadas al tiempo, se ven desbordados.

“Es una labor ardua porque hacer las cosas a distancias no es fácil”, manifestó Eduardo Sanin, diseñador gráfico.

Pero, antes de que toda la información empiece a fluir, el minúsculo número de personal que aún va a la oficina se reúne en la sala de juntas a las 9:30 a.m. El resto de editores se conecta a través de una videollamada donde cada uno comenta, discute, propone y explica alguna nota mientras los alaridos de los vendedores ambulantes, los diversos ritmos de las clases de educación física de algunos hijos del personal y una que otra mascota inquieta, se cuelan en la conversación.

Desde el fin de esa reunión, en adelante, todo fluye a través de cientos de chats de Whatsapp, llamadas por celular y hasta conversaciones por línea fija. En un grupo corporativo llueven al mismo tiempo una infinidad de temas de diferentes secciones, una interminable lista de noticias que son organizadas por el grupo web para subirlo a la página de internet y luego ser programados para publicar en las redes sociales.

Es por eso que, a pesar de que todo luce vacío y el silencio reina, en realidad la sala grita, se sacude y vibra cada minuto. “Tenemos semanas donde se suben hasta 750 notas a la web, lo que es un número que refleja el volumen informativo que hay”, explicó Juan Maldonado, editor web.

“Hay que tener mucho criterio para hacer las cosas bien y más porque se trabajan en condiciones extrañas”, dijo Said Sarquis, portadista.

Medidas
La sala de redacción de EL HERALDO ha cambiado drásticamente luego de iniciar la cuarentena

Aunque un periodista trabaje de lunes a domingo, se exponga a cubrir violentas marchas e investigue en sectores de alto riesgo, en realidad siempre tiene sus propios miedos. Miedos y demonios que, una situación como la de hoy en día, afloran de manera distinta en cada uno porque las trágicas noticias que se ven pueden venir de cualquier lado.

Pueden venir de Asia o Europa. Pueden venir de Soledad o Cartagena. Pueden venir de un amigo o un familiar. Pueden venir de él o ella misma. Debido a lo anterior, EL HERALDO estableció unos protocolos de seguridad internos que buscan proteger la salud de cada periodista que pisa la redacción.

Cada redactor es dotado con guantes y tapabocas. Además, es transportado únicamente por vehículos de la empresa y es sometido a la medición de su temperatura corporal antes de ingresar a la empresa.

Por otro lado, se aumentó la frecuencia de desinfección de todos los espacios y se instalaron varios depósitos de gel antibacterial.

Nueva realidad

En EL HERALDO seguimos trabajando para darte la mejor información

En el tercer día de cumplimento de la cuarentena obligatoria, los redactores siguen haciendo teletrabajo. El personal de trabajo del HERALDO, sigue informando cada detalle noticioso en medio de la pandemia por coronavirus. Desde la sede del periódico también hay un grupo reducido de personal, entre los que están, los editores coordinando la información que reciben nuestros lectores en el impreso y plataformas digitales.

Los devastadores golpes que ha dado la pandemia en el mundo indican que, al menos por ahora, nada volverá a ser como antes.

La redacción, que cuenta con el 90% de sus trabajadores realizando teletrabajo, seguirá en un bucle extraño, pero con la convicción firme de seguir informando de manera clara. No importa que solo un grupo de trabajadores, una cifra cercana a 10 integrantes, ocupe un lugar en la redacción que antes estaba atestada por al menos 70 personas.

No importa que la mayoría de los redactores estén laborando en casa. No importa que la soledad de la redacción abrume y asuste, como le pasa a los trabajadores de avisos que se quedan hasta altas horas de la noche.

Todos tienen la convicción de que el hierro se forja en caliente y, en medio de una pandemia como la actual, no hay virus, adversidad, fallo de red de internet o energética, que imposibilite la labor de EL HERALDO.

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1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.