En Rebolo las viejas también se divierten
Hace 50 años este popular barrio celebra el Baile de las Viejas, un reinado que reivindica el goce de los adultos mayores. Esta vez la celebración “fue aguada” por la Policía.
Existe un barrio en Barranquilla en el que cada martes de Carnaval es martes de Baile de Viejas. Ese día, el último de las fiestas, las mujeres con más de 50 años se visten con polleras y desfilan por la calle San Antonio para recordar su época de colegialas y quinceañeras. En Rebolo, desde hace 50 años, se celebra el Reinado Internacional de las Viejas que se divierten. Y es este el mejor título para cualquiera de sus reinas.
“¡Para no perder la tradición: Rebolo, conozcan a sus viejas!”, exclama al micrófono el presentador del evento, un moreno talla grande con voz de locutor. A su lado, un enorme picó se apodera de la tarima, que en realidad es la terraza de una de las casas de la calle 27 entre carreras 29 y 30, pista del popular baile. La muchedumbre está dispersa por toda la calle, esperando a sus majestades.
Una a una, comienzan a salir las reinas. La candidata más joven es Glenda Herazo. Tiene 56 años y viste una falda corta de satín con mallas negras debajo, sombrero de lentejuelas y camisa de flores. Dice que ha pasado muchos años sintiéndose la esclava de sus hijos, descuidándose a sí misma para complacerlos a ellos. Pero ahora que “están grandes y con otras mujeres”, los gustos se los da a ella.
Glenda empieza a menear los hombros y alza los brazos sin soltar nunca su lata de cerveza. Según el presentador, es la representante de Brasil y tiene 19 años.
“Soy la mujer más alegre de esta cuadra. Apenas me ponen música me transformo y si abro la nevera y encuentro una cerveza, ¡ay papá!”, dice Glenda. Cada vez que baila, el público la apoya con el sonido de calderos y ollas viejas.
“¡Qué vivan las viejas!”, se escucha en medio de una champeta.
Las reinas van saludando y llegando a cada casa de la calle San Antonio. Son las 2:30 p.m. Los niños las reciben entre una guerra de maicena y espuma, mientras los adultos las animan con aplausos y piropos. Ellas siempre sonríen. La cuadra se convierte entonces en una verbena dedicada a reivindicar el goce de las adultas mayores. Por eso, sin rodeos ni temor de ofenderlas, les llaman ‘viejas’.
Bajo esa lógica, Glady Hernández (Chile) es entonces la más vieja. Tiene 81 años, cinco hijos y nueve nietos. Camina lento, pero baila rápido. Sonríe durante todo el desfile, aunque reconozca que las verbenas le recuerdan el asesinato de dos de sus hijos, uno de los momentos más crueles de su vida. A ambos les dispararon en una fiesta hace 27 años. Las ganas de bailar de Gloria se mantienen encendidas pese al tiempo, tanto o un poco menos que el dolor de la pérdida.
El ramillete lo completan Margot Hernández (Argentina), Blanca Ramírez (Colombia) y Yadira García (Venezuela), quienes representan a países con los cuales sienten conexión o deseo de conocer algún día. La idea de todos los reboleros era gozar, desde sus terrazas, del Baile de las Viejas, pero luego de dos horas de parranda llegó la Policía y, por no tener los permisos correspondientes, se les aguó a todos la fiesta.
