El museo móvil que conecta con la calidad educativa
Un camión itinerante hace presencia en las calles de la ciudad para fomentar la diversidad, inclusión y aprendizaje didáctico en la población.
Educar con calidad es uno de los principales retos que millones de escuelas alrededor del mundo enfrenta y denomina como su gran baluarte y precursor de impacto social.
La llegada de este recurso a cada una de las comunidades existentes también se convierte en un desafío a desarrollar que pretende involucrar a toda la población en el acceso a la educación, un aspecto que en la mayoría de las naciones se establece como un derecho constitucional.
Son múltiples los factores positivos que hacen parte de la formación escolar, entre ellos, contribuir a la reducción de desigualdades sociales, integrando a cada ser humano en un sistema que es “de todos y para todos”.
Haciendo valer esta premisa, en el año 2021 se realizó el lanzamiento del programa ‘Juntos Aprendemos’, una iniciativa educativa liderada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y Partners of the Americas, en compañía de tres socios implementadores de Colombia.
El proyecto busca mejorar la calidad de la educación, incrementar el acceso y fortalecer la participación comunitaria en los procesos educativos no solo de estudiantes nativos sino de la población migrante venezolana, una de las más vulnerables a nivel mundial.
En su paso por Colombia decidieron recorrer las nueve ciudades con mayor número de migrantes.
Y es que según recientes cifras entregadas por Migración Colombia, en el país hay cerca de 1,8 millones de venezolanos y se prevé –de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU)– que en este año residan más de 7 millones.
Para llevar a cabo la estrategia, sus integrantes viajan en un camión itinerante y participativo que traslada sus experiencias al aire libre.
Barranquilla es uno de los territorios que más ha recibido migrantes venezolanos. Por ello, ‘Juntos Aprendemos’ llegó a la ciudad para emprender una travesía en varios colegios distritales que según la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) hay casi quince veces más estudiantes procedentes de Venezuela matriculados en colegios oficiales con respecto a 2018.
Es decir, se pasó de tener 34.000 estudiantes en 2018 a casi medio millón en 2022.
“Es un fenómeno muy común a todas las formas de vida en todo el mundo, pero que Colombia no había tenido nunca en esas cantidades y por esas dinámicas nuevas se empieza a realizar esto”, expresó la tallerista de ‘Juntos Aprendemos’, Mónica Lopera.
El proyecto contiene siete experiencias que se sumergen en actividades lúdicas enfocadas en la biodiversidad, un elemento que permite promover la inclusión de cada actor en la educación y entorno social.
“Mientras hablamos de diversidad de los animales también hablamos de diversidad humana, de cómo nos relacionamos de formas muy distintas en los mismos entornos”, agregó Lopera.
Cada una de las experiencias explica un fenómeno particular en el que se promueve la diversidad y migración.
Estas estaciones son recorridas con las mediadoras que hacen parte del proyecto.
Como un programa de inclusión para población vulnerable y minorías, así se ha constituido la estrategia que además de enseñar a través de los juegos a los niños, también cuenta con talleres para docentes y familias para hablar de una educación más inclusiva y el rol de cada uno en los procesos de aprendizaje de todos los niños y niñas.
Luego de su presencia en la Institución Educativa Fundación Pies Descalzo y el Malecón del Río, este miércoles visitaron la Institución Educativa Distrital Santa María.
Allí, la experiencia fue compartida con docentes y estudiantes.
“Hacen parte del modelo pedagógico como a los procesos institucionales que nosotros propongamos por la igualdad, fraternidad de los pueblos y en la construcción de una cultura de integración y de paz entre toda la comunidad educativa”, dijo el rector del centro educativo, Gregorio Palmezano.
Las maestras del plantel fueron instruidas en diversidad sexual y de género, violencia, pobreza, xenofobia y discapacidad.
“Es muy importante y oportuno por el contexto y por las situaciones que hoy en día vivenciamos y lo más importante es abordar con la población infantil porque ellos están estructurando su parte mental”, expresó la docente Iris Navarro.
Aprender se puede convertir en una palabra a la que se oponen muchos niños en su etapa de crecimiento, llegando a considerarla como “tediosa”.
Sin embargo, el empleo de actividades lúdicas se presenta como un factor idóneo para su desarrollo integral, uno de los aspectos protagonistas en la ejecución de la estrategia.
Para la investigadora del grupo de Neurociencias del Caribe de la Universidad Simón Bolívar, Luz Noguera, implementar estas actividades fomenta la interacción de los niños.
“Facilita la exploración del entorno. Un niño cuando está en una etapa inicial aprende a través del reconocimiento e interacción con niños de su misma edad”, indicó.
El fortalecimiento motriz se refleja como otro de los principales involucrados, capaces de ser influyentes en el rendimiento escolar.
Además, cuando estos espacios son desarrollados al aire libre, intervienen otros beneficios que también se direccionan al aprendizaje constante.
“En lugares abiertos tiene una mayor estimulación. No es lo mismo estar en un parque que en un aula de clases por la estimulación visual, entre otros. Favorece increíblemente la parte del aprendizaje”, agregó Noguera.
Entre tanto, la profesora e investigadora del departamento de educación de la Universidad del Norte, Elsa Escalante, manifestó que la lúdica posee una serie de beneficios que contribuyen a aumentar el aprendizaje con condiciones.
“Lo primero que hay que definir es la palabra lúdica es sinónimo de placer, disfrute y gozo; cuando un niño disfruta la actividad se abre una oportunidad de aprendizaje, pero esa oportunidad de aprendizaje va a depender de que tan atraído se sienta el niño por la actividad”, expresó.
