El milagro de la familia Ebratt Escobar
No encuentran otra explicación a la recuperación de Wilmer, quien permaneció cerca de un mes en UCI.
Durante cerca de un mes, Wilmer Ebratt estuvo en una solitaria camilla de una sala de cuidados intensivos, luchando contra un enemigo invisible que invadió sus pulmones y lo tenía al borde del colapso.
Un agudo cuadro febril, acompañado de una persistente tos, fueron los síntomas de alerta para este hombre. Aunque fue en varias oportunidades al médico, tan solo a principios de abril descubren que era positivo para COVID-19, cuando el virus ya estaba causando estragos en su cuerpo.
Ante las malas condiciones en las que se encontraba, tuvo que ser recluido en UCI de la Clínica del Caribe para tratar de salvar a su vida. Los días corrían y los médicos no observaban evolución alguna, por lo que decidieron intubarlo.
“No respondía al tratamiento. Los médicos dijeron que él estaba en una fase terminal y que debíamos estar preparados para lo peor”, recordó su esposa Deyanit Escobar.
En medio de la incertidumbre por el estado de salud de su compañero sentimental, Deyanit recibió una “devastadora noticia”: también era positiva para COVID-19.
“Los médicos decían que sus pulmones estaban completamente colapsados. Fueron momentos muy duros, porque no podía salir de mi cuarto, ni siquiera podía ver a mis hijos y mi madre, que habían dado negativo”, sostuvo la mujer
Empero, una semana después recibió una llamada para solicitar aprobación para ser sometido a un procedimiento en la Clínica Portoazul que podría ayudarlo a mejorar su estado de salud.
Aunque no tenían muchas esperanzas, Wilmer respondió positivamente y tuvo una evolución satisfactoria que permitió su salida a comienzos de mayo para que se reencontrara con sus seres queridos: “Esto es un milagro de Dios. Nosotros no tenemos ninguna otra explicación a su recuperación”.