El Heraldo
Barranquilla

El Amira cumple 35 años, cerrado y sin futuro claro

Hace más de tres décadas fue inaugurado el recinto, que espera vivir unos 100 años. Lleva 11 meses cerrado y a la espera de que sea recuperado.

Aunque Rafael Juliao fuera un médico prestigioso, la clase alta en Barranquilla prefería evitarlo. Si caminaba en la ciudad por la acera de la derecha, sus conocidos lo esquivaban y tomaban la izquierda. Era la década de los cuarenta y la razón para no conversar con Juliao era sencilla. El hombre tenía la fama de estar tan desesperado por recaudar fondos para la construcción de un teatro Municipal, que a cada persona que se encontraba “le mendigaba” dinero para la donación.

Roberto León, actual presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas, entidad que en 1944 creó un comité pro-teatro, cuenta esta historia entre risas. Especialmente porque, según dice, después de levantado el emblemático recinto cultural, “todos querían saludar a Juliao”. El teatro Amira de la Rosa, antes llamado teatro Municipal, fue inaugurado un día como hoy hace 35 años.  

Teatro ‘dormido’

Esta fecha, sin embargo, se celebra en silencio, con un telón de boca pintado por el artista Alejandro Obregón en riesgo, una edificación vulnerable, con fisuras, y una “vida útil superada”, según diagnósticos estructurales contratados por el Banco de la República.

No habrá artistas sobre el plafón, ni aplausos de espectadores. En su defecto, un celador solitario que cuida un teatro ‘dormido’ temporalmente y a la espera de restauración. Hasta el momento han pasado 11 meses desde su cierre, ordenado el 26 de julio de 2016.

“Esto lo sentimos mucho, el teatro es parte de nuestra historia cultural, nos preocupa este prolongado cierre, entendemos el sentir del sector, de la ciudadanía y sabemos la necesidad del escenario para seguir presentando allí esos grandes eventos, pero tenemos la confianza y estamos trabajando para que la situación se resuelva prontamente”, ha dicho el secretario de Cultura del Distrito, Juan José Jaramillo, a propósito del cumpleaños 35.

Los trabajos a los que se refiere han sido innumerables reuniones con el Banco de la República, que opera y administra el teatro, y con la Sociedad de Mejoras Públicas, propietaria del escenario.

¿Qué se espera?

 En una entrevista reciente, el alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, expresó lo siguiente: “No quiero presionar a la justicia. Las inversiones para teatro van”.

Con esto, el mandatario hacía referencia al concepto jurídico del Consejo de Estado que desde principios de este año Banrepública solicitó y del cual no se conoce respuesta alguna por ser de carácter “reservado”.

Sin embargo, de acuerdo con fuentes de EL HERALDO, este concepto aún no ha llegado a manos de Banrepública, ni tampoco del Ministerio de Cultura.

“Ojalá el regalo de cumpleaños para el teatro sea que el Consejo de Estado responda las preguntas del banco para que se puedan hacer las inversiones”, es la consigna de León, de la SMP.

Lo dice porque, con la tan añorada respuesta, el Emisor resolvería dudas sobre el contrato de comodato firmado el 9 de junio de 1980, con el que asume la administración del Amira por 99 años.

Es decir, el teatro Municipal, puerto de óperas y zarzuelas, soñaba desde sus inicios con vivir casi un siglo. De esa promesa legal, aún falta al menos 65 años.

Hijo de Barranquilla

La primera piedra del Amira se puso el 7 de abril de 1963, hace 54 años. El inicio de la obra se logró gracias a los primeros recursos obtenidos por la venta del lote del antiguo Teatro Emiliano, que significó unos $180.000; de otro predio de la Universidad Libre, que fueron $180.000 más y de los festivales pro- teatro.

Según revelan escritos del historiador Alfredo de la Espriella las presentaciones de un selecto grupo de jóvenes de la ciudad también fueron aporte a la construcción del Amira. 

Espectáculos como la obra de “La Princesa Caprichosa”, “El Triunfo del Amor”, así como la actuación de la Orquesta Filarmónica y del conjunto de danzas “Zoraida”, a principios de los 50, representaron la suma de $100.000 para el teatro.

Poco a poco, los bolsillos se fueron llenando a favor del complejo soñado. De La Espriella gestionó una campaña en la que cada barranquillero pagaba una silla del teatro, que en ese entonces significó una donación de $1.400 por persona.

También hubo un comité pro-piano, con el cual se consiguió pedir a Hamburgo un piano de Gran Cola de la famosa casa Steinway.

Sin embargo, solo 17 años después de comenzar los trabajos fue que se concluyó la obra, tras el compromiso de Banrepública. Desde entonces, han sido 35 años de proyecciones cinematográficas, conciertos, ballet y representaciones teatrales.

Eventos como el Carnaval de las Artes, Encuentro Nacional de la Cultura y el Folclor, Salón Internacional del Autor Audiovisual, Cine a la Calle, BarranquiJazz, Conversatorios filosóficos, Concierto del Mes y Clubes de lectura, tenían espacio en el Amira. Ahora, mientras el grande de la cultura toma una siesta, los gestores culturales continúan su tarea en escenarios alternos de la ciudad.

“Es cierto que ahora tenemos nuevos espacios, pero ¿qué es una ciudad sin teatro? ¿Qué sería Washington sin el Kennedy Center o Cartagena sin el Adolfo Mejía?”, se pregunta la reconocida coreógrafa barranquillera Gloria Peña.

Campaña juvenil

A través de las redes sociales, decenas de ciudadanos han pedido al Distrito que se apersone de la situación del teatro. ‘Hey Char ¿el  teatro Amira qué?’ es una campaña que tomó fuerza luego de que dos jóvenes se fotografiaran con el escenario cultural de fondo y luciendo una camisa que replicaba esa frase. 

La iniciativa tuvo origen con el colectivo de diseño Todomono. Johnny Insignares, creativo de la tienda Todomono, explicó que “aunque no esperaba que esta foto se volviera viral en la ciudad, ha servido para que muchos barranquilleros nos unamos y seamos los dolientes del Amira”.

“La idea es que esta pregunta se la hagan más personas, que luchemos por el teatro. Está cerrado y no vemos movimiento”, consideró Insignares.

¿Y el telón de boca?

Pese a la alerta de vulnerabilidad en la estructura del teatro Amira de la Rosa, la obra ‘Se va el caimán’ (foto), diseñada por el pintor colombo-español Alejandro Obregón (1920-1992), continúa en la edificación que permanece cerrada desde hace once meses y a la que no se le hace mantenimiento. 

Su estado, incluso, genera preocupación, de acuerdo a lo expresado por el maestro en artes plásticas y restaurador Humberto Aleán, quien ha advertido en diferentes ocasiones que el telón corre el riesgo de desprenderse de su marco. 

Ha dicho también que su descuido lo mantiene desgastado y sucio. 

La obra, realizada en acrílico sobre lienzo templado, es considerada como de las más importantes pinceladas de Obregón, conocido como el gran colorista del arte moderno colombiano. 

El arte mide 14.40 metros de ancho x 8.14 metros de alto y fue encargado en 1982 por el Banco de la República para la inauguración del escenario cultural.

 

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