El Heraldo
Un rescatista ordena a un bañista salir del agua debido a la intensidad del oleaje. Jesús Rico.
Barranquilla

Caseteros se alistan para evitar afectaciones por la ‘ventolera’

Propietarios de negocios turísticos en playas del Atlántico afirman que ha disminuido la cantidad de visitantes. Ideam explica que los vientos se mantendrán hasta febrero.

Los días de Carlos Hurtado transcurren en las playas de Puerto Mocho, en el sector de Las Flores. Pisó ese sector turístico por primera vez hace 45 años y, desde entonces, se ha entregado a la pesca y a atender su caseta, llamada ‘Mi corralito de piedra’ en honor a su esposa, Estebana Gómez Ortiz, una cartagenera que se ha convertido en su fiel escudera.

Mientras prepara algunos utensilios en la cocina de su establecimiento antes de freír las primeras mojarras del día, cuenta que una de sus mayores preocupaciones radica en el escaso número de clientes que visitan el lugar durante esta temporada decembrina. Entre los factores que inciden para que eso ocurra, Carlos incluye los fuertes vientos que por estos días se hacen sentir en la Región Caribe.

Con la soltura y los gestos que caracterizan su expresión, este barranquillero de 60 años relata que la afluencia de público a su establecimiento ha disminuido casi un 40 por ciento de lo acostumbrado para esta época. Una intensa ráfaga de viento sacude la delgada humanidad de Carlos, quien supone que la magnitud de la corriente de aire tiende a “alejar” la clientela.

“En un buen día, pueden llegar hasta 50 clientes a mi negocio, pero en estos días no nos visitan más de 25 personas”, dice Hurtado. Recuerda que algunos clientes le preguntan si el techo se va a caer cuando la brisa corre con vehemencia. Para evitar esa situación, Hurtado se prepara reforzando el techo de su establecimiento, todo con el fin de evitar situaciones de riesgo.

“La fuerza de las brisas también aleja a nuestros clientes”

Por si fuese poco, lamenta que los caseteros de Puerto Mocho no cuentan con servicio de energía y que el gas natural lo deban transportar en cilindros metálicos. “De esa forma, las cosas se nos encarecen y no podemos ofrecerle al turista lo que están buscando”, agrega.

La intensidad del viento de este martes–aunque alta todavía– fue menor en comparación con la del lunes, día en el que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, decretó la alerta naranja en la Costa Atlántica. El jefe de Pronósticos y Alertas del Ideam, Christian Euscátegui, señaló que los vientos han alcanzado velocidades que oscilan entre los 25 y 35 nudos; es decir, 46,3 y 64,8 kilómetros por hora.

Como medida para conservar su clientela y atraer nuevos, el casetero indicó que es indispensable adoptar las medidas necesarias para hacerlos sentir seguros. “Lo que queremos es que la gente se sienta tranquila y cómoda cuando nos visite, por eso nos esforzamos por ofrecerles un espacio seguro, con trato amable y una comida de calidad”, agregó.

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Las dificultades

A poco más de veinte metros del lugar se encuentra María Hurtado, casetera de 48 años de edad. Antes de que empiecen a llegar los primeros clientes del día, ella y su hija Adriana Lucía se encargan de lavar la terraza del pequeño negocio. Ella también reconoce que ha vivido momentos de zozobra cuando el viento sopla amenazante.

“Cuando la brisa está bien fuerte se siente como si quisiera levantar el techo, tumbarlo y mandarlo al piso”, dice mientras arroja un baldado de agua debajo de la estructura compuesta por una docena de vigas y unos plásticos negros gruesos que ondean ante el embiste de la corriente de aire. Comenta que esa situación la ha llevado a cambiar parte de la cubierta, debido a las afectaciones provocadas por el efecto de la naturaleza.

Al igual que Carlos, María es consciente de que los turistas acuden a los balnearios en busca de tranquilidad. Con la incertidumbre que denotan su mirada y voz, relata que algunas personas llegan a la zona y optan por devolverse inmediatamente. En su opinión, la acumulación de basuras que arrastra el agua e impulsa el viento hacia la orilla es otro de los factores que no los favorece.

Róbinson Ariza, un experimentado pescador de la zona, advierte que las fuertes brisas también arrastran sedimentos hasta la orilla del mar. Pensando en la apariencia de la zona, aprovecha la mañana para retirar la mayor cantidad de basuras posible.

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En cuanto a la incidencia de los vientos en su labor, Ariza dice con suficiencia que saben a qué hora realizar sus faenas de pesca y cómo hacerlo. En todo caso, reconoce que se ponen chalecos salvavidas para prevenir cualquier inconveniente. “Seguro mató a confianza y, en estos casos, lo mejor es no desafiar la brisa”, concluye.

Róbinson Ariza retira residuos vegetales del mar. Jesús Rico.

“No implica amenaza inmediata, es para estar preparados”

En lo correspondiente a los detalles de la alerta naranja, el Ideam afirma que este “implica la presencia de un fenómeno, no implica amenaza inmediata y es catalogado como un mensaje para informarse y prepararse”. El aviso, según la entidad, también conlleva “vigilancia continua debido a que las condiciones son propicias para el desarrollo de un fenómeno sin que se requiera permanecer alerta”.

Euscátegui explicó que la intensificación de las corrientes de aire se debe a una diferencia en los cambios de presión, algo que suele presentarse en diciembre.

De igual forma, señaló que el Ideam decidió pasar de alerta amarilla a naranja en los últimos días, debido al aumento de la potencia de las brisas y detalló que estas condiciones podrían extenderse hasta la primera semana de febrero. Por eso, anticipó que será importante hacer seguimiento a la situación para evaluar el comportamiento de la situación.

El oleaje, de acuerdo con Euscátegui, está alcanzando alturas de entre 3 y 4 metros, por lo que han alertado a la ciudadanía y, sobre todo, a los turistas para que tomen las precauciones del caso y prevengan cualquier riesgo. Agregó que estas condiciones pueden agudizarse cuando finalice la tarde.

“Más allá de que sea cambiante entre unos días y otros, la tendencia puede mantenerse hasta la primera semana de febrero. Estas condiciones se perciben especialmente en ciudades como Barranquilla, Santa Marta y, en menor medida, Cartagena”, aclaró.

El Ideam anunció que en las zonas marítimas y costeras del Atlántico, la velocidad del viento alcanzó los 25 nudos (46,3 kilómetros por hora) este martes. En el perímetro urbano de Barranquilla, según el reporte de la institución, se registraron brisas que superaron los 15 nudos, lo que equivale a 27,8 kilómetros por hora.

Estrategia: Podas para evitar interrupciones de luz

Electricaribe informó que realiza podas de árboles en diferentes sectores de Barranquilla para evitar interrupciones en el suministro de energía por las fuertes brisas.

Los trabajos buscan que las ramas de los árboles no entren en contacto con las líneas, pues eso podría ocasionar la afectación de fusibles y, en algunos casos, la rotura de redes eléctricas.

La gerente de la compañía en el Atlántico, Betty Yadira García, dijo que “gracias al plan de poda hecho en 2016 en Barranquilla, el impacto de las brisas no ha sido tan significativo”.

De igual forma, precisó que solo se retiran las ramas que puedan interferir con las redes.

30 es el número aproximado de clientes que visitan las playas de Puerto Mocho en esta temporada, de acuerdo con caseteros del sector.
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