El Heraldo
Postal del viejo puente Pumarejo, o Laureano Gómez como fue nombrado oficialmente, que se levanta sobre el Río Magdalena y conecta a los dos departamentos. Archivo
Barranquilla

Así fue la inauguración del viejo Pumarejo

Cerca de 300 mil personas asistieron al acto inaugural de 1974, al que asistió el presidente Misael Pastrana Borrero.

Estas fueron las palabras de Misael Pastrana Borrero, presidente de Colombia, quien con saco y corbata, delicadamente peinado y arreglado, caminó el empinado trecho inicial del nuevo Puente sobre el Río Magdalena, tal y como lo habían llamado en Barranquilla –y en todo el país– previo a ese momento. Solo él, y parte de su gabinete, sabía que la estructura llevaría otro nombre, uno conservador  –el Laureano Gómez– y no uno liberal como lo clamaba el pueblo costeño.

Eran las 4:00 de la tarde y cerca de 300.000 personas se habían  aglomerado alrededor del puente, un coloso de kilómetro y medio de largo que gracias a su altura uniría no solo a Barranquilla con el departamento del Magdalena, sino que también abriría las puertas del Atlántico a la patria vecina de Venezuela. Sus arcos de concreto y su imponente estampa sobre el Río se reflejaban sobre las salvajes aguas caudalosas, mientras los 500 invitados de honor caminaban detrás del presidente bajo el inclemente sol ‘currambero’.

Como uno más de la prestigiosa comitiva iba el pequeño Rodolfo Recio, un niño de ocho años que había acudido al evento junto a su padre, Carlos Recio, quien era agente de viajes, y su señora madre. Desde allá arriba, una altura antes impensada para transitar sobre el Río, el mar de gente que aclamaba a Pastrana y al nuevo puente se veía difuso, pero también colorido y multitudinario.

Carta de invitación oficial al evento de inauguración del viejo puente Pumarejo, en 1974.

Justo en la mitad del Puente sobre el Río Magdalena, como también se refirió el presidente en las invitaciones que envió a su comitiva, una cinta con el amarillo, azul y rojo de la bandera de Colombia esperaba su llegada. Ahí, sudoroso y campante, el atleta Víctor Mora, que había corrido desde el departamento vecino hasta ese punto fronterizo, lo esperaba para el acto central: el tijerazo a la cinta que inauguraría la estructura.

El pequeño Rodolfo Recio, hoy agente de viajes como su padre, y su familia observaron en primera fila el acontecimiento de ese año, 1974, uno de los muchos que vivió Colombia dentro del Frente Nacional, el acuerdo político entre conservadores y liberales para –cada cuatro años– alternar la presidencia del país. En medio de ese orgullo bipartidista, que dividió a todo el país entre azul y rojo, Pastrana Borrero anunció que el puente se llamaría Laureano Gómez, un nombre que contrarrestaba con el ímpetu Liberal de Barranquilla y de la costa en general.

Incluso EL HERALDO, en su portada de ese sábado 6 de abril de 1974, anunció que iba a ser inaugurado el Puente Alberto Pumarejo, en honor al político barranquillero, quien fue alcalde, gobernador y ministro en el mandato de Enrique Olaya Herrera. A pesar de que en el papel el puente tiene como nombre Laureano Gómez, popularmente siempre se le ha conocido como el Pumarejo, una estructura insignia de Barranquilla y de Colombia.

Botón que llevaba al pecho cada uno de los integrantes de la comitiva presidencial en el evento.

Cuando Pastrana Borrero cortó la cinta, de la cual Recio conserva hoy en día un pedazo, también hubo celebración en el Río, pues cientos de barranquilleros –anticipando la fiesta– salieron en sus lanchas y yates desde el Club de Pesca, con el objetivo de presenciar el acto desde las caudalosas aguas y para escoltar el último viaje del ferry, el tradicional medio de transporte para quienes desearan atravesar el Magdalena.

En general hubo júbilo y fiesta, que remataría el presidente en una lujosa fiesta presidida por el gobernador del Atlántico. Incluso su hijo Andrés, que también fue mandatario de Colombia, estuvo presente, acompañado por una comitiva en la que estaba incluida la reina del Carnaval de aquel entonces. 

En los días posteriores, como lo relató EL HERALDO en esa época, se siguió hablando del Pumarejo –nunca del Laureano Gómez– y de todos los avances y ventajas comerciales que trajo para Barranquilla. Mañana, cuando se inaugure el nuevo, Rodolfo Recio, su familia, y cientos de miles de barranquilleros lo recordarán con cariño, sabiendo que sus dos carriles trazaron el rumbo del progreso para la capital del Atlántico.

Portada de EL HERALDO del 6 de abril de 1974, que nombraba al puente como Alberto Pumarejo.
Así se construyó el puente Pumarejo
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