El Heraldo
Josefina Villarreal
Atlántico

¿Qué ha pasado con el edificio Mancini del Barrio Abajo?

La otrora sede de La Insuperable está llena de basuras en sus alrededores. Comunidad pide mejorar y embellecer su entorno.

Álvaro Hernán, un tipo que roza los sesenta y tantos, delgado, con el cuero negro, pero firme, asegura que si hay un brujo por la zona es él.

Con una sonrisa de oreja a oreja –mientras una estela de humo de un cigarro se cuela en  la conversación- asume con gran jocosidad ser el responsable de cualquier espanto que se aparezca por el sector y, a su paso,  niega rotundamente que el ‘castillo’ amarillento que está a sus espaldas, del cual parece ser el único ‘caballero’ en defenderlo,  tenga algún espíritu maligno que sacuda los nervios de los forasteros que por alguna razón, más cercana a problemas de ubicación que por otra cosa, deciden transitar por sus calles aledañas. Calles olvidadas, destapadas, llenas de basura.  Perdidas en el tiempo.

Igual de abandonadas que la deteriorada, en proceso de demolición, pero aún imponente edificación. Un coloso de imposible de no admirar.

Ubicado entre las calles Bolívar y Obando y los callejones El Topacio y La Alondra  (entre calles 41 y 42 y carreras 53 y 54), en el Barrio Abajo,  lo que para los más jóvenes hace décadas pudo ser un castillo o una mansión gigante, una infraestructura que genera  melancolía por lo próspero que pudo ser el ayer y tristeza por la ruina del hoy,  en realidad fue la sede de ‘La Insuperable’, una empresa dedicada a la producción de pastas, aceite, grasas vegetales, maicena, jabones y harina de trigo, la cual perteneció a la reconocida familia Mancini.

 En ese entonces (1922), Generoso Mancini de Silvi y Rómulo Cruciani, dos amigos italianos (Tívoli) que arribaron a Barranquilla (1919) huyendo de la crisis que dejó Primera Guerra Mundial, crearon la sociedad G. Mancini&Cruciani con un capital inicial de $15.000 pesos de oro colombiano y días más tarde, el 25 de julio del año en mención, adquirieron el edificio  y su predio por $12.000 a la Sociedad Pinedo Weber Compañía y Otros, según el libro El Cuento de Generoso, escrito por Gustavo Bell Lemus.

 Ahí, en el Barrio Abajo, se ubicó el primer molino de harina de la empresa  e inició una historia de éxito, prestancia y orgullo en la ciudad, todo un símbolo de la prosperidad que se vivía en la capital del Atlántico generado por el también aporte de los Steckerl, Lux, Scarpatti, Bechara, Guma, Domínguez, Ching y Doku.

“En su momento era un edificio con una arquitectura muy bonita y este era un sector importante, pero ahora todos tienen una historia por lo feo que está. Ojala lo recuperen. Lo que ahora hay es puro ‘loquito’ que llenan de basura todo”, cuenta Hernán.

Caída y olvido
Josefina Villarreal.

Con el pasar de los años y la consolidación de la empresa, los directivos de la fábrica compraron unos lotes en la Vía 40, en la que años más tarde mudaron todas sus oficinas.

La Insuperable seguía ‘mandando la parada’ , pero en los años 50 empezaron a aparecer problemas por los altos costos para mantener la sede del Barrio Abajo debido a la competencia desigual que hacían los pequeños productores locales al ofrecer productos más bajos con menor calidad y los reglamentos del Gobierno para la venta del trigo. En 1993, año en que ya contaba con dos silos con capacidad para 800 toneladas, la sede  en mención fue ofrecida al ICBF para la producción de Bienestarina, pero el sector, que había poco a poco a dejar de ser clave en el avance de la ciudad, empezó a recibir la espalda de prácticamente toda la ciudad. El punto quedó sin mayor vida comercial, descuidado por los distintos gobiernos, la edificación empezó a sufrir los embates de la falta de mantenimiento y los habitantes de calle se hicieron dueños de sus paredes.

Esta casa era patrimonio de Generoso Mancini, pero ahora nos enteramos  los moradores del barrio que lo compró Dulcerna y empezaron a desbaratarlo. Nosotros queríamos que aquí quedara un centro de capacitación industrial para que pueda salir mano de obra calificada. Todo el mundo tiene derecho al trabajo y más en una zona como esta. En las empresas aledañas trabaja gente de todos los pueblos, menos de aquí (Barrio Abajo). Aquí las calles están llenas de basuras. Las industrias no tienen su frente y sus alrededores limpios”, Ricardo Crespo.

Entre ruinas y basuras

El actual estado del edificio permite que el imaginario barranquillero, siempre especulativo en edificaciones solitarias, saque a la luz una centena de teorías sobre el olvido de este inmueble. Algunos dicen que una pareja murió adentro, otros que varios espirítus salen en las noches y algunos van más allá y aseguran que ciertos días se escuchan los ruidos de las viejas máquinas. Todos tienen historias distintas, pero una conclusión unanime: da pena el actual estado del sector y el detrimento de tan bella infraestructura.

“El trigo que sobraba uno lo cogía aquí para hacer chicha con vainilla. Ahora lo están tumbando y esto es prácticamente un patrimonio de Barranquilla. Esto se llena mucho de basura y las chatarreras afectan el sector. Uno venía aquí con las novias y todo. Esto también perteneció a la INA en su momento. Esto tiene mucha arquitectura e historia”, aseguró Jesús Meriño, líder de acción comunal del barrio.

“Uno tiene en Barranquilla sectores tan lindos como este y es para que los tuvieran mejor. En otro país fuera un sitio que saque la cara”, agregó otro morador.

Recuperación

Convertir un basurero en un espacio creativo es el propósito de un proyecto comunitario en Barrio Abajo.

El aval del Consejo Distrital de Patrimonio Cultural para el inicio de la declaratoria de Barrio Abajo como BIC Distrital permitirá que el barrio, con este título, adquiera un régimen especial de protección, para garantizar la conservación y salvaguarda de sus manifestaciones culturales (las inmateriales y las materiales), como lo han anhelado desde hace mucho tiempo sus habitantes.

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