Atlántico

Localidad Riomar, con vocación turística

Ciudadanos y líderes comunitarios hacen una radiografía de la actualidad del sector con mayor polo de desarrollo de Barranquilla.

Tras el fortalecimiento de la infraestructura vial, el boom inmobiliario, la apuesta por una amplia oferta deportiva y el crecimiento acelerado del comercio, en Barranquilla despertó, como rugido de león, un viejo anhelo que cada tanto retumba con la misma fuerza que desaparece: que la ciudad sea un destino turístico por excelencia. El deseo nace, crece y se reproduce en la esquina de la capital donde más focos apuntan en estos momentos: Las Flores y Bocas de Ceniza, un enorme sector sin explotar donde se impone la Ciénaga de Mallorquín y donde el agua salada del Mar Caribe besa y se encuentra con el caudal marrón del río Magdalena. 

Desde que el conquistador español Rodrigo de Bastidas, por allá en los años 1.500, descubrió la desembocadura del río en Barranquilla, Bocas de Ceniza ha sido la joya de la corona que nunca ha brillado. Y si lo hizo, quedó a su suerte con la construcción del muelle de Puerto Colombia, en 1893, el cual se llevó todo el tráfico marítimo. De ahí en adelante, los deseos de explotar este riquísimo punto turístico de La Arenosa han quedado en promesas, diseños de ingeniería hidráulica, turistas en masa que nunca han llegado y palabras que se van todas las mañanas al agua en medio de las faenas de los pescadores afincados en el tajamar de la zona. 

Esta esquina, ubicada en la localidad Riomar, un sector lleno de contrastes en Barranquilla, parece resurgir como un ave fénix a juicio de los líderes de acción comunal, vendedores informales y ciudadanos en general. La razón de tanta expectativa tiene soporte. La construcción del Gran Malecón del Río y el levantamiento del monumento La Ventana al Mundo son exitosos precedentes que, más allá de registros oficiales y datos turísticos, han sido enormemente beneficiosos para que propios y foráneos volvieran a darle la cara al barrio y las zonas aledañas, acabando con el estigma de que la localidad es un territorio que solo abarca casas estrato seis.

Por eso, en pleno apogeo de buenas noticias para Las Flores, un barrio de pescadores y de estrato medio, la metamorfosis de Barranquilla hacia una ciudad turística con la puesta en marcha del Ecoparque de la Ciénaga de Mallorquín, liderada por la Alcaldía, ha sido una apuesta acertada en líneas generales, aunque tengan algunos reparos en su ejecución.

“Yo creo que nadie está en contra de esta obra. Eso nos sirve a todos los que vivimos y trabajamos en esta zona de la ciudad. Que el turismo venga acá y con unos entornos tan bonitos como los que quieren construir nos va a favorecer mucho. Solo pedimos que nos den las herramientas para estar bien y formales y preparados para ese momento”, explicó un vendedor de pescado de la zona.

La gran apuesta

La localidad Riomar, un sector comprendido por 19 barrios y un corregimiento (La Playa), goza –quizás más– de la misma elegancia, oferta gastronómica, comercial, residencial y lujosa de las zonas más exclusivas de Santa Marta y Cartagena, las dos principales joyas turísticas de la región Caribe; sin embargo, más allá de su crecimiento y embellecimiento, carece, hasta ahora, de un punto jalonador de visitantes en masa, como los centros históricos y balnearios de la capital de Bolívar y el Magdalena. Por eso la ilusión de que todo cambie, para bien, con los proyectos recientes como el embellecimiento y organización de Puerto Mocho, la única playa de la capital de Atlántico.

Toda esa esperanza es, además, fortalecida con la serie de obras y crecimiento que han tenido los barrios en mención en los últimos años, según los líderes sociales.

“Las Flores ha cambiado al 100 %. ¿Quién iba a pensar que la Ventana del Mundo iba a estar ahí? Hoy es un proyecto real que vende turismo. Las Flores es algo hermoso porque está el desarrollo turístico, las playas de Puerto Mocho y la ciénaga de Mallorquín, que va a generar un impulso grande para el desarrollo del barrio. La expectativa que tenemos es que se mejore todo esto y que podamos apuntar a explotar al turismo. Realmente nosotros tenemos que apropiarnos de todo esto”, expresó Edilsa Ebratt, líder social del barrio.

En medio de su alegría e ilusión, los habitantes de Las Flores son conscientes de que para que su calidad de vida pueda mejorar con el turismo deben estar capacitados y a la altura de los retos en servicio al cliente que demandan las obras que se realizan en esta zona de la ciudad. Debido a lo anterior, solicitan al Distrito, a las empresas locales y universidades, que los incluyan en procesos académicos que fortalezcan sus empíricos conocimientos en materia de gastronomía, atención a los turistas y administración de pequeñas empresas.

“Nosotros necesitamos más apoyo de las universidades para apoyar lo que es la educación. Necesitamos que se apunte más hacia el empleo y que vengan más empresas que ayuden al crecimiento del barrio para el trabajo calificado y no calificado”, indicó la lideresa.

Asimismo, la Asociación Pesquera de Las Flores explicó que, aunque están a favor de las distintas obras que se llevan a cabo en la zona, solicitan a la administración distrital que los incluyan “mucho más” en los procesos de socialización que se llevan a cabo para que estén preparados el día que las obras estén listas.

“La verdad es que ha entrado un poco más el turismo por los proyectos que vienen encima y ya se están ejecutando. Desde el gremio de la asociación pesquera consideramos que falta un poco más de ayuda, ya que se están metiendo en el entorno de la pesca”, manifestó Adalberto Pedraza, integrante del gremio pesquero del barrio Las Flores. 

El hombre, quien durante años se ha dedicado a dicho oficio, también agregó que “ellos hacen los trabajos y socializan, pero aún no hay una ayuda o un alivio económico. Yo creo que una parte será beneficio porque entrará más turismo al barrio, pero los pescadores tendríamos muchos problemas con esos proyectos ya que se nos está acabando el horario de ingreso a la faena de pesca. Nos están limitando los horarios. Faltan muchos temas por aclarar en ese sentido”.

Solicitudes en Puerto Mocho

En los ojos de los caseteros de Puerto Mocho, la única playa de Barranquilla, se percibe la ilusión por la futura materialización del proyecto Tajamar y el Tren Turístico, incluidos en el Plan de Recuperación Integral de la Ciénaga de Mallorquín, que consta de la recuperación del balneario, un malecón de más de 2 kilómetros, donde se construirán ciclorrutas, espacios peatonales, zonas de avistamiento, zonas de descanso, espacios gastronómicos y espacios verdes.

Eso sí, solicitan al Distrito que los nativos que históricamente han trabajo en la zona sean priorizados al momento de organizar y acondicionar el sector.

“Si van a hacer estos proyectos es que sea para bien. No quiero que nos afecten a los caseteros. Ojalá que el turismo crezca más y los que estemos aquí nos respeten el puesto. Yo llevo aquí 26 años y nos es justo que cuando hagan ese proyecto tan bello nos saquen de aquí”, explicó Lenys Patricia Salgado, casetera de Puerto Mocho y quien aseguró que en los últimos meses la seguridad ha mejorado en la zona.

Por otro lado, la localidad Riomar, al igual que gran parte de Norte Centro-Histórico, ha fortalecido en los últimos meses su oferta gastronómica y nocturna con la apertura de importantes restaurantes y bares, lo que ha ocasionado que el comercio de la ciudad se dinamice mucho más en este punto de la capital del Atlántico.

A pesar de que en sus inicios Riomar fue concebido como una gran localidad de barrios lujosos y mansiones, en los últimos años se ha convertido en el gran punto de encuentro de la ciudad por su variedad de centros comerciales, parques y sitios de interés general, toda una base económica que seguro se moverá mucho más con las obras turísticas que se llevan a cabo.

Vista general de la playa de Puerto Mocho, ubicada en el norte de la ciudad. Josefina Villarreal
Localidad verde

Según información entregada por la Alcaldía en 2020, la localidad de Riomar cuenta con más de 420.000 metros cuadrados de espacio público recuperado. En su primer año de mandato, Jaime Pumarejo entregó tres parques en Villa Carolina y Siape, una serie de obras que benefician a los habitantes de 5 barrios de la zona, incluidos Altos de Riomar y San Salvador.

“Desde que se inició el programa Todos al Parque, en la localidad Riomar se han entregado 25 parques y otras 10 zonas recuperadas, como canchas, bulevares y plazoletas, distribuidas en los 20 barrios que componen este sector de Barranquilla y en el que confluyen y están representados todos los estratos”, indicó la administración.

Los bulevares de Villa Santos, con 35.895 m2; el de la carrera 65, con 25.000 m2; Buenavista, con cerca de 26.000 m2 y Villa Carolina, con otros 13.595 metros cuadrados, son las zonas verdes más extensas de la localidad.

Mayor seguridad

La localidad Riomar, en líneas generales, no tiene mayores problemas. La mayoría de la clase alta de Barranquilla vive en esta zona, conformada por barrios lujosos, llenos de zonas verdes y con cada vez más edificios, centros comerciales, bares y restaurantes. Rara vez hay mayores noticias de Villa Santos, Villa Carolina, El Poblado o Altamira; sin embargo, algunos habitantes denuncian que los hechos de inseguridad han aumentado en los últimos meses en los sectores donde residen, siendo Siape, La Playa y Villa Carolina de donde se ha recibido el mayor número de quejas.

“Yo creo que el norte de Barranquilla es muy tranquillo. Todo es muy bonito y casi nunca pasan mayores cosas, pero los sectores sí son un poco solos por lo general. No se ve mucha gente caminando por la calle y eso a veces lo aprovechan los ladrones. Uno se siente inseguro porque sale y pasa una moto y lo atraca. A uno le gustaría ver pasar más a la Policía y que se sienta que todos estamos más protegidos porque la verdad es que la inseguridad ha aumentado después de la pandemia”, aseguró Álvaro Granados, habitante de Villa Carolina desde hace 10 años.

Asimismo, un líder del corregimiento La Playa, que prefirió reservar su nombre, aseguró que la venta de sustancias ilegales es cada vez mayor en este punto de Barranquilla, lo que ha generado un crecimiento en los hechos de inseguridad en este sector.

“Se ven más pandillas porque son muchachos que ven en la venta de droga un camino para conseguir dinero, pero se sale de control. Se ha escuchado que también hay extorsión y el número de robos ha crecido. A veces son muchachos que son de aquí y roban en otros barrios y eso no está bien. Por eso uno quiere que la Policía y las autoridades lleguen más al barrio y tengan un plan integral con los jóvenes para que esto no siga ocurriendo”, manifestó.

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