Atlántico

Erosión costera, un impacto sobre el litoral Caribe

Expertos argumentan los efectos que tiene este proceso natural y plantean soluciones. Espolones son parte del problema que genera la pérdida de playa.

Ni siquiera los muros de contención creados con sacos y piedras han sido suficientes para frenar la erosión costera que lapidó la zona de playa en Santa Verónica, en Juan de Acosta.

Erradicado de la faz de la tierra quedaron las casetas de salvavidas, algunos quioscos y la atractiva actividad turística que es el motor económico que impulsa a este territorio del Atlántico. 

Son alrededor de 70 metros de playa los que arrasó la fuerza del mar, al menos es la proporción que calculan algunos nativos.

“Esto ha sido un problema de años”, contó Giuse Fransua, operador turístico del lugar.

No se trata solo de este territorio del Atlántico, en general el alto grado de erosión es un tema protagonista en la mayor parte del litoral del Caribe.

La erosión costera es un proceso de pérdida del territorio que se genera tanto por fenómenos naturales como por los huracanes que generan una sobreelevación del oleaje que afectan el equilibrio sedimentario de las playas, pero también son producto de la “mala intervención del hombre”.

En el caso particular del Atlántico, especialistas afirman que los procesos erosivos fueron agravados por la construcción del tajamar en Bocas de Ceniza. Paradójicamente, en palabras del  docente de la Universidad de la Costa, profesional en oceanógrafo, especialista en geología marina y costera, Rogerio Portantiolo Manzolli,  esta “solución” lo que originó fue un déficit de sedimento hacia el litoral occidental. “En parte, la construcción del tajamar logró direccionar el flujo del río Magdalena, pero en la otra parte generó un desequilibrio sedimentario para el litoral del Atlántico”. Es decir, se perjudicó la línea costera del departamento.

A esta teoría, el profesor e investigador de la facultad de Ingeniería Civil de la Universidad del Norte, German Rivillas, agrega que a raíz de la construcción de los tajamares y a su vez la pérdida de Isla Verde, el sedimento que alimentaba las playas ahora termina en el cañón submarino que se encuentra justo a la salida de Bocas de Ceniza.

“Pero realmente lo que más ha intensificado la erosión en el Atlántico en las últimas décadas es la construcción excesiva, desproporcionada y poco controlada de espolones, además los cambios en las cuencas de los arroyos que drenan al mar”, sustenta Rivillas.

Caseta de salvavidas quedó enterrada en la arena. Josefina Villarreal y John Robledo

Igualmente hace hincapié en la necesidad de entender que el comportamiento de una erosión es natural, originado en época de vientos y grandes oleajes. Explica que como forma de autoprotección el mar “toma arena de la playa”, lo que a su vez reduce dicha área.

Resalta la importancia de establecer regulación en las áreas de playas para no permitir que poblaciones construyan en las inmediaciones del mar.

“El no entendimiento de esta dinámica ha originado que se construyan muchos espolones para frenar una erosión aparente, cuando corresponde con el funcionamiento natural de la playa”

Rivillas ejemplifica que en zonas costeras tanto de Europa como de América, las leyes de costas obligan a que todos los desarrollos se realicen a 120 metros desde la línea de bajamar, una condición que no se regula en Colombia.

Estudios de campo han demostrado que efectivamente las actividades antrópicas generan probablemente el incremento en la tasa de erosión que se manifiesta desde hace poco más de 30 años. Dentro de estas actividades que afectan la zona costera se destaca también la extracción de arenas y piedras en las playas o en el lecho de los ríos, lo que genera pérdidas de material necesario para nutrir de sedimentos las playas.

Estos efectos combinados han generado una pérdida de sedimento que hace de la erosión un fenómeno recurrente, especialmente durante los eventos de tormenta cuando se hace más intenso y evidente.

Pobladores han hecho barricadas para contener el mar. Josefina Villarreal y John Robledo

¿Y los espolones?

Los espolones que ya existen en algunas playas del Atlántico y que son denominadas como una solución para frenar la erosión, lo que terminan trasladando o haciendo más agresiva la erosión en otro territorio.

En consecuencia, no son la solución definitiva. “Ningún espolón construido en el Atlántico como obra de protección contra la erosión sirve como elemento que ayude a reducir este problema. Funcionalmente como estructura claro que funcionan, es una estructura rígida que bajo los parámetros de diseño no tendrá falla estructural pues es diseñada para aguantar las cargas del oleaje. Pero no solucionan la erosión”

Su poca efectividad para combatir este problema obedece a que interrumpen el transporte de sedimentos, que es lo que alimenta las playas y las mantiene saludables. “La erosión del departamento se debe a la pérdida del sedimento de sus playas”, asegura Rivillas.

Un claro ejemplo son los espolones de Puerto Colombia que solo protegen el sector va desde Prado Mar hasta el Muelle, pero hacia el humedal de Balboa se ha generado una erosión sin precedentes que pone en peligro el humedal costero, además del riesgo que provoca a  los pobladores de este municipio.

Piedras usadas para aguantar las estructuras. Josefina Villarreal y John Robledo

Soluciones basadas en la naturaleza

En la actualidad existen soluciones basadas en la naturaleza, medidas que en términos de los especialistas “funcionan mucho mejor”.

De acuerdo con evidencia científica, los países del primer mundo migraron hacia soluciones ambientalmente amigables, flexibles y sostenibles, que mantienen los servicios del ecosistema y no compiten con el desarrollo.

Debe quedar muy claro que por muy grande que sea el espolón no tiene la capacidad de proteger a la población contra el aumento del nivel del mar por efecto del cambio climático, pues igual va a quedar sumergido cuando esto suceda.

Para el biólogo marino y consultor en temas de planificación ambiental y ordenamiento de zonas costeras, Juan Carlos Pino, como solución se deben hacer acuerdos entre los municipios del departamento para establecer una estrategia coordinada y con asesoría experta para que cualquier acción sea efectuada bajo esa directriz y no por determinación de un solo mandatario local de manera aislada.

Por último, el secretario de Cultura y Turismo de Juan de Acosta, Iván Sánchez, aseguró que un comité de playas que se efectuará el próximo mes determinarán una alternativa o solución para recuperar la playa en Santa Verónica.

“No es un tema fácil porque se deben estudiar alternativas viables y perdurables en el tiempo”. 

Mientras tanto en Santa Verónica, como en otros municipios costeros del Atlántico, la fuerza del mar sigue arrasando con lo que encuentra a su paso.

Josefina Villarreal y John Robledo
Solución de erosión en km 19 afecta al parque Isla de Salamanca

Sobre la situación en el kilómetro 19 de la vía Ciénaga- Barranquilla, la erosión ha sido un problema persistente.

Al respecto, el ingeniero, investigador y PHD de Uninorte, German Rivillas, señaló que el enrocado  colocado en el lugar está generando efectos secundarios, llevándose el sedimento y afectando gravemente al Parque Natural Isla de Salamanca. “Se le vendió a la población la idea que era una obra de corto plazo, cosa que no es verdad pues la obra tiene ya 6 años aproximadamente, ese corto plazo fue superado”.

Es una zona compleja, con alta dinámica, y esto pone de manifiesto que la solución planteada “es errónea”, pues entre más amplían la longitud de esta obra costera más se erosiona el Parque Natural. El principal problema que tiene el kilómetro, según el investigador, 19 es la toma de decisiones. “En lugar de pensar en la mitigación y la contingencia, por qué no pensamos en la adaptación”.  De seguir así, asegura Rivillas no habrá solución y sí mucha roca.

Como solución, el grupo de costas de Uninorte planteó una solución basada en la naturaleza, que contempla la construcción de un arrecife artificial o un dique sumergido, un relleno de playas, la restauración de la duna y el manglar y trampas de sedimento para tratar de mantener la estabilidad de la playa.

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