El Heraldo
Varias personas no durmieron en la madrugada de ayer. John Robledo.
Atlántico

Isabel López se quedó esperando la ‘llegada del salvador’

Varios habitantes del corregimiento de Sabanalarga no durmieron por la expectativa que generó el anhelado día de la comunidad Berea.

Como en Isabel López nadie tenía claro a qué hora Jesús iba a hacer su arribo o cuándo los muertos resucitarían, las matronas del pueblo, con la amabilidad que las caracteriza, decidieron repartir tinto con panela a cuanto vecino, Policía o periodista estuviera de pie.

Lo hicieron a paso lento y con una sonrisa de oreja a oreja, irrumpiendo de la nada en medio de la penumbra que se adueñaba de las esquinas, para ayudar a amenizar la tenebrosa y expectante noche que se enrareció mucho más cuando el reloj marcó las 12 de la noche, la hora cero esperada por los creyentes de la iglesia Berea.

A diferencia de las noches anteriores, esta vez hubo un silencio sepulcral en la casa verde, el templo de la congregación que ha albergado un controvertido ayuno prolongado. No hubo cantos ni alabanzas ni oraciones en lenguas. No se emitió ningún sonido. Nadie asomó la cabeza. No se cayó una hoja. No pasó nada. Todo una serie de situaciones atípicas, teniendo en cuenta cómo había sido todo antes, que generó una centena de teorías sobre lo que pasaba internamente en el inmueble.

Y, como el tiempo angustiaba y pasaba sin mayores novedades, algunos vecinos decidieron romper la tensión con uno que otro chascarrillo para explicar la tardanza del evento religioso. Toda una perorata que generó risas en algunos, pero que cayó mal en otros.

“Yo creo que el ‘man’ (Jesús) iba a venir, pero cuando se dio cuenta que era en Isabel López se echó para atrás (risas)”, dijo un hombre en la frontera entre el barrio El Carmen y Nueva Esperanza, los dos sectores que trasnocharon a causa de la ‘resurrección de los muertos’.

La trasnochada fue tranquila, pero tuvo sus momentos efervescentes debido a que algunos miembros de la comunidad, mucho más ansiosos que sus pares, estallaron en cólera luego de enterarse de que en Barranquilla, en el norte de la ciudad, en la casa del pastor Gabriel Ferrer, varias familias se reunieron para exigir a los líderes de la comunidad que dejaran de retener en el inmueble a sus seres queridos.

John Robledo

La noticia voló rápido por el pueblo, pero perdió veracidad y ganó en exageración cada vez que pasó de boca en boca. Un teléfono roto que hizo florecer -de nuevo- la idea de que sus vecinos iban a atentar contra sus vidas. Quizá por eso es que uno que otro curioso, impaciente por el pasar de las horas y presuroso de lo que pasaba en el interior de la casa, intentó detectar desde algún patio contiguo lo que sucedía en el polémico punto de interés. Pero no había noticias de ninguna novedad y ellos, al igual que los policías que custodiaban el cementerio, se quedaron viendo un ‘chispero’.

“Uno no pudo dormir por lo que está pasando en esa casa. Uno tiene miedo y por eso el pueblo está así. Todos trasnocharon por esa misma razón y es que no sabemos qué pueda pasar. Parece una secta. No son cosas normales aquí”, dijo Martha Santamaría.

Lo cierto es que mientras unos se mantenían despiertos y preocupados en horas de la madrugada, los siete integrantes de la comunidad religiosa dormían plácidamente, un estado de reposo que EL HERALDO pudo comprobar luego de hablar y escuchar, junto a las autoridades locales, la voz ‘empijamada’ de los creyentes.

A las 3 de la mañana hubo un receso y los curiosos se fueron a sus casas, pero con los primeros cantos de los gallos, en el sitio volvieron a verse pequeñas aglomeraciones y se conocieron nuevas historias y malestares sobre la comunidad religiosa.

“Esa iglesia ha afectado mucho a mi esposa. A ella le cambiaron la vida. Le comenzaron a prohibir cosas. Le decían que yo la podía contaminar porque no hacía parte de su religión. Según ella, cometió un pecado y la apartaron de la iglesia. Ahora no duerme, ni come. Tiene problemas mentales y está apartada hasta de nuestro hijo. No sé qué pasa allá adentro con la gente”, aseguró Jhonny Angulo.

La Policía realizó operativos de vigilancia y control. John Robledo

Problemas

Tras la salida del sol, se revelaron nuevos problemas. Miembros de Berea aseguraron que perdieron un poco la calma luego de que, en medio de las actividades que desarrollaban, escucharon un golpe en el tejado producto de una piedra que fue lanzada por algún vecino. A causa de lo anterior, dos de los seguidores fueron trasladados en ambulancia por problemas de presión arterial.

“Se hizo todo lo pertinente para escuchar sus solicitudes y se le ha ofrecido el apoyo de la Policía de manera permanente. Se les brindó asistencia de todo tipo. Por otro lado, ellos en realidad nos han manifestado que lo que esperan es meramente espiritual y que están en contra de actos suicidas, así que no habría mayor problema con ellos”, explicó Luis Fernando Moreno Llinás, personero de Sabanalarga.

Sin resurrección

El 28 de enero, el anhelado día que esperaba Berea, culminó sin problemas, discusiones, inconvenientes médicos de gravedad o la visita de algún ser querido que falleció hace mucho. Isabel López se quedó esperando la resurrección, pero sus habitantes siguen alertas por las alarmas que ha generado esta comunidad en todo el Atlántico.

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