El Heraldo
‘Se va el caimán’, tela tensada sobre un bastidor de 20 metros cuadrados. Está inspirada en una leyenda del Caribe colombiano. Juan Camilo Segura.
Arte

Así fue la restauración de ‘Se va el caimán’, el telón de boca del Amira

La pieza hecha por Alejandro Obregón en 1982 volvió un “99.9 %” a su estado original. Hoy se cumple el primer centenario de nacimiento del artista.

Tres meses aproximadamente se demoró Alejandro Obregón realizando y supervisando la realización de Se va el caimán, telón de boca del Teatro Amira de la Rosa comisionado por la Sociedad de Mejoras Públicas de Barranquilla y que el pintor entregó para la inauguración del recinto el 25 de junio de 1982

Este acrílico de 20 metros cuadrados, tensado en bastidor de madera y hierro, fue la última obra pública de Obregón, en la que el pintor recuperó una popular leyenda del Caribe según la cual un hombre se convierte en caimán para espiar y cazar a las mujeres que se bañan en las riberas del Magdalena.

Cuando la ejecutó, Obregón tenía 62 años y vivía en Cartagena. Debía venir con frecuencia a la ciudad —otrora su casa y diez años después el lugar de su sepultura—, para supervisar las labores que él y un grupo de ayudantes llevaban a cabo con base en el diseño y los colores que dispuso. 

En el mismo escenario geográfico de la leyenda del caimán, pasó días en su infancia el pintor, cuando veía cómo los hombres mataban los caimanes a machetazos o a tiros, como él también lo hizo.

“Con mi padre salíamos los domingos, río adentro, nos perdíamos por los caños, los manglares, a matar caimanes con un máuser que sonaba como un trueno”, dice en un texto citado en Geografías Pictóricas: La exploración del espacio en el paisaje de Alejandro Obregón, de Isabel Cristina Ramírez.

“Era una vida violenta, tremenda”, dijo también. “Todo eso se vuelve pintura después. La pintura es memoria y hay que tener una memoria inconsolable”.

Pese a los rumores que decían que había sido repintada, barnizada, dañada, puedo afirmar que la obra nunca fue repintada, el barniz no existe y estamos ante el 99.9 % de como Obregón la realizó
El telón de boca antes de ser restaurado en una sala del Banco de la República. Juan Camilo Segura.

Restauración

Esa pieza que es leyenda y memoria fue restaurada por el maestro Rodolfo Vallín Magaña a inicios de 2020. El telón, según informe del Banco de la República, fue elaborado con materiales de alta calidad, por lo cual se mantuvo estable tras varias décadas. Sin embargo, con el tiempo sufrió deterioros como la oxidación de la tela por las grapas del tensado, además de suciedad, manchas, roturas y faltantes en los bordes.

Vallín, restaurador mexicano que  se estableció en Colombia en 1979 y dejó un importante legado de restauración en toda Latinoamérica, falleció el pasado 7 de enero. Poco antes de morir, en un video divulgado por el Banco de la República y la Alcaldía de Barranquilla —organismos que lideraron la restauración—, explicó el proceso que realizó para la restauración de la tela.

Recuperamos la obra, se salvó la integridad total de la pintura. Pese a los rumores que decían que había sido repintada, barnizada, dañada, puedo afirmar que la obra nunca fue repintada, el barniz no existe y estamos ante el 99.9 % de como Obregón la realizó”, dijo Vallín, que contó con la ayuda del artista Humberto Alean, uno de los ayudantes de Obregón en la ejecución del telón. 

El proceso de restauración, como explicó Adriana Páez Cure, jefe de conservación del Banco de la República, consta de varias fases. El primero: los trámites de autorización. Tras la declaratoria del telón como Bien de Interés Cultural en 2018, el Banco gestionó y contrató una intervención de conservación-restauración en 2019 a cargo de Vallín. Se decidió desmontar el telón del sistema de izado y almacenarlo, enrollado, siguiendo los estándares de conservación de pinturas de gran formato.

Después viene, por parte del restaurador a cargo, “una fase de investigación, conocer qué pasa materialmente con la obra, para lo cual se hacen muestras para análisis y limpieza”.  Vallín y su equipo comprobaron, previo procedimiento de laboratorio, que la tela de una sola pieza era de algodón y tenía una base de preparación blanca en acrílico, así como colores aglutinados en el mismo tipo de pigmento.

En ese análisis, explicó Páez, trabajan “como si estuvieran leyendo la pieza de izquierda a derecha, de arriba abajo, centímetro a centímetro”, estudiando cuáles son las mejores formas de preservarlo hacia el futuro.

 “Había pequeños espacios donde la pintura se había perdido, donde había algunos problemas estéticos que con el trabajo de restauración y de conservación se han podido solucionar”, añadió. 

Vallín, que también contó con la colaboración de estudiantes de varios oficios, dice que “el mayor reto fue intervenir una obra tan importante, y pese a que habíamos intervenido muchas obras de Obregón, esta fue la primera de esta dimensión que tuvo como soporte tela. Cada vez que la movíamos yo decía ‘Gracias, Alejandro’, porque está muy bien pintada la tela, se portó muy bien la capa pictórica y la base de preparación”.

Un equipo de ayudantes enrollan la tela. Juan Camilo Segura.

El restaurador también dijo que el trabajo finalizado se lo dedican al hijo del artista, el actor Rodrigo Obregón, quien falleció el 25 septiembre de 2019.

“Tuve una muy buena relación con él, sobre todo cuando Rodrigo se enteró que yo estaba interviniendo obras de Alejandro. Él decía en voz alta que al único a quien permitía meter la mano en la obra del papá era a mí. Para mí fue un gran elogio, aunque yo creo y estoy seguro que hay más de un colega con la capacidad para intervenir obras de Obregón”, añadió.

Vallín trabajó cuatro años con la Unesco ejecutando proyectos de restauración de pintura mural del período prehispánico y colonial de Perú y consultor de la misma entidad en Ecuador, Bolivia, Colombia, Panamá y otros países. 

En Colombia estuvo a cargo de la conservación de estructuras patrimoniales en Monguí, Villa de Leyva, Tunja, Cartagena, Bogotá, Barranquilla y otras ciudades.

Detalle del proceso de restauración. Juan Camilo Segura.

¿Y el Teatro?

El telón de boca se encuentra actualmente en una sala del Banco de la República ubicado en la Murillo, donde fue restaurado.  Pero su sitio original, el Teatro Amira de la Rosa, permanece cerrado mucho antes del coronavirus.

“Una vez el Teatro sea puesto nuevamente en funcionamiento, el telón va volver a su casa”, dijo Paéz.

“Conscientes de que este bien es muy importante como gran obra del maestro Obregón y como parte de la vida del teatro, se decide preventivamente guardarlo, para poder tenerlo en las mejores condiciones posibles mientras se hace todo el proceso de renovación del Teatro Amira de la Rosa”, añadió al respecto.

Uno de los últimos comunicados sobre el estado del recinto teatral señala que el Banco presupuestó unos $60 mil millones de pesos para su proyecto de restauración y preservación. 

“Lo que sigue es concluir el trabajo con el Ministerio de Cultura y con la Alcaldía para llegar a los diseños definitivos que permitan empezar con la intervención del Teatro”, informó la entidad en noviembre de 2019.

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