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125 AÑOS: SIN CALLAR NI ARRODILLARSE
A estas alturas es muy posible que se hayan dicho muchas cosas alrededor de los 125 años de EL ESPECTADOR.
No tengo la menor duda que se hubiera recordado que fue fundado por Fidel Cano Gutiérrez el 22 de marzo de 1887 en la ciudad de Medellín. Que en el 2007 cumplió 120 años de existencia, siendo el periódico más antiguo en Colombia, uno de los más antiguos de América y el de mayor trayectoria en la historia del país.
Que en 1994 fue considerado por Le Monde uno de los 8 mejores diarios del mundo, junto con The New York Times (Estados Unidos), Financial Times (Inglaterra), Izvestia (Rusia), Diario del Pueblo (China), Al Ahram (Egipto), Asahi Shimbun (Japón) y Times of India (India).
Y que incluso el 1 de marzo del 2010 el diario se convirtió en el primero del país en imprimirse integralmente utilizando tintas ecológicas fabricadas con aceites derivados de la soya, lo que constituyó un paso más en el compromiso de la casa editorial con la protección del medio ambiente.
Aún así siento que la grandeza de EL ESPECTADOR, además de la inmensa calidad periodística demostrada a lo largo de todos estos años, la aquilato en la gran demostración de fortaleza frente a los ataques y las vicisitudes.
Como soslayar los muchos intentos de cierre. Como la clausura de que fue objeto en los gobiernos de la Regeneración conservadora el 8 de julio de 1887 por parte del gobierno de Rafael Núñez, tan solo 134 días después de haber salido en circulación. O la segunda suspensión de su circulación el 27 de octubre del mismo año de 1887 por cuenta del presidente designado Carlos Holguín. O la prohibición de leer el periódico de la Iglesia Católica en cabeza del entonces obispo de Medellín, Bernardo Herrera Restrepo, solo porque se publicó una nota en la que destacaba el contraste entre la pobreza y humildad de los apóstoles de Cristo y la fastuosidad con que la Iglesia preparaba la celebración de las bodas de oro sacerdotales del Papa León XIII.
Para el 6 de septiembre de 1952 el periódico acumulaba ya más de 7 cierres o suspensiones. Esta vez por cuenta del saqueo que fue objeto, junto con EL TIEMPO y las casas de los dirigentes liberales Eduardo Santos y Carlos Lleras Restrepo.
En 1955 el periódico tampoco se salvó de Rojas Pinilla quien utilizando a la DIAN lo terminó sancionado con una suma aproximada de $600.000. Claro que además el gobierno militar prohibió al periódico la publicación de los editoriales del 22 de diciembre de 1955 y del 7 de enero de 1956.
Las persecuciones gubernamentales o clericales no fueron las únicas. El 17 de diciembre de 1986 sicarios a órdenes del narcotraficante Pablo Escobar asesinaron frente a la sede del diario a su entonces director Guillermo Cano Isaza. En represalia y con el propósito de callar y arrodillar al periódico frente a la actitud firme demostrada en contra del narcotráfico.
Tres años más tarde, el 2 de septiembre de 1989, un carro bomba con 135 kilos de dinamita destruyó buena parte de las instalaciones del diario. Ese mismo día, registran las memorias judiciales, seis sujetos armados incendiaron la casa de veraneo de la familia Cano y casi un mes después, el martes 10 de octubre de 1989, la gerente administrativa del diario en Medellín, Marta Luz López, y el jefe de circulación del diario en la misma ciudad, Miguel Soler, fueron asesinados a manos del narcotráfico.
Esta parte dolorosa de la historia, particularmente creo nunca se debe olvidar. El periodismo demanda una alta dosis de riesgo y sacrificio. Pues este oficio tiene un molde muy bien definido en las palabras de Georg Christoph Lichtenberg: Resulta imposible atravesar una muchedumbre con la llama de la verdad sin quemarle a alguien la barba.
Y hace 125 años bien asumió ese precio Fidel Cano Gutiérrez cuando destinó a EL ESPECTADOR a seguir la senda del periodismo bajo el lema de no callar y no arrodillarse.
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