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El cantautor cuando se disponía a abandonar una clínica de Bogotá, luego de que le practicaran una delicada cirugía. Fotos inéditas-Archivo particular
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Sin Diomedes el vallenato ya no es igual

En el primer aniversario de la muerte del Cacique de La Junta, el autor del libro ‘Diomedes Díaz, vivir más no pude’, recuerda anécdotas del artista y analiza el presente de la música vallenata.

Una tarde de brisa fresca y con aroma de cañaguates florecidos se encontró Poncho Zuleta con Diomedes Díaz a pocas cuadras de la plaza Alfonso López de Valledupar. Luego del abrazo cálido y sincero que se dieron, Poncho le hizo un reclamo cariñoso al Cacique de La Junta, que por esos días se encontraba convaleciente, luego de una cirugía que le habían practicado en Bogotá: “Compadre, usted tiene que cumplirle las promesas que le hace a la Virgen, porque recuerde que ella siempre cumple y si usted no paga, ella después cobra con intereses”, le dijo el “Pulmón del Valle” a su amigo, quien agachó la cabeza, resignado por el afectuoso reproche que acababa de recibir de su compadre.

Poncho se refería a las múltiples ocasiones en las que Diomedes acudía a la intermediación de la Virgen del Carmen –de la que era ferviente devoto- para que le diera una mano y lo sacara de algún trance difícil, como le ocurrió tantas veces, entre ellas la muerte de su tío Martín Maestre, quien falleció en un accidente de tránsito a comienzos de los 80, cuando llegaba a Valledupar en un carro conducido por el propio Diomedes.

El Cacique le prometió a la Virgen del Carmen desde misas cantadas, hasta construirle una iglesia en la capital del Cesar, pero ninguna de ellas las cumplió. Por esa razón Poncho le tiró las orejas aquella tarde.

Pero, además, en ese encuentro, Poncho le tocó a Diomedes un tema que siempre evadía: el de la muerte. De hecho, uno de los pocos que logró llevarlo a ese terreno fue el inolvidable Ernesto McCausland, quien, en una entrevista memorable, no solo lo puso a hablar de la muerte, sino de su propio entierro. “A mí me daría muy duro la muerte mía, por eso no quiero morirme y por eso le saco el cuerpo cada ratico. Si yo supiera que uno sirviera más muerto que vivo, yo me moriría ahora mismo, pero yo no lo sé, Ernesto, yo no lo sé. Lo que sí pinto es mi entierro: un entierro bien bonito. La plaza llena de gente y los gamines vendiendo chiclets y gaseosas. Y la viuda contenta porque ya tiene plata. (…)”, declaró Diomedes en esa oportunidad, poco antes de dar por terminada la entrevista con un tajante, “pero no hablemos más de eso”.

Curiosamente en el encuentro con Poncho Zuleta, quien asume el papel del muerto es el propio Poncho. “Compadre, ¿usted qué haría si yo me muero?”, le preguntó a quemarropa, el hermano de Emilianito al Cacique de La Junta, quien le respondió con humildad y franqueza: “Compadre, si usted se muere primero que yo, entonces me toca a mí ser el número uno del vallenato”.

La anterior anécdota, referida en el libro que escribí sobre la vida del más grande ídolo del Vallenato, titulado “Diomedes Díaz, vivir más no pude” de Editorial Planeta, muestra en toda su dimensión no solo la sencillez del cantante y compositor, sino su profunda admiración y respeto por quien es considerado uno de los grandes artistas de la música vallenata, Tomás Alfonso “Poncho” Zuleta Díaz.

 

La ganadería fue otra de las pasiones de Diomedes Díaz, quien posa al lado de un torete en una de sus fincas.

Diomedes Díaz, cifras astronómicas
A un año de la muerte de Diomedes Díaz, fallecido en Valledupar el 22 de diciembre de 2013, a la edad de 56 años, la pregunta que surge es, ¿qué tanta falta le ha hecho el Cacique de La Junta al folclor vallenato? Y aunque el tiempo transcurrido después de su fallecimiento es muy poco, es indudable que el vacío dejado por Diomedes Díaz es enorme, no solo como intérprete, sino como compositor.

Para Rafael Oñate Rivero, una de las voces más reconocidas y respetadas dentro del folclor vallenato, “Diomedes Díaz es irremplazable. No habrá otro como él y entre los representantes de la llamada Nueva Ola del Vallenato tampoco se ve a alguien que se le acerque. Su estilo romántico y costumbrista perdurará para siempre y su nombre seguirá en lo más alto del folclor”, dice Oñate, quien rendirá un homenaje al Cacique de La Junta, a un año de su fallecimiento, con el lanzamiento de un calendario que incluirá las letras de algunas de sus canciones. 

Y es que Diomedes Díaz, al igual que Poncho Zuleta, Jorge Oñate y Beto Zabaleta, es un referente de lo que conocemos como “el vallenato clásico”, es decir, aquel que interpreta y difunde a cabalidad la herencia recibida de los juglares, como Luis Enrique Martínez, Chico Bolaños, Alejo Durán, Emiliano Zuleta Baquero, Rafael Escalona, Lorenzo Morales, Leandro Díaz, entre tantos otros que han dado brillo a nuestro folclor.

De la mano de Diomedes Díaz el vallenato alcanzó un reconocimiento nacional e internacional que nadie llegó a imaginarse. Los seguidores de la música del Valle de Upar pasaron de miles a millones, al igual que las ventas de los discos. Uno solo de sus LP –“Título de amor”, grabado en 1993 con Juancho Rois- vendió más de un millón de copias y le permitió a Diomedes recibir un anticipo de mil millones de pesos, cifras que ningún artista vallenato antes, ni después, ha podido alcanzar.

El Cacique duerme en la sala de su casa en Valledupar, luego de una intensa gira por algunas ciudades de la Costa.

Desde el primer disco que grabó con Náfer Durán –“Herencia vallenata, que salió al mercado en 1976-, hasta el último con Alvarito López –“La vida del artista”, lanzado en diciembre de 2013, pocos días antes de su muerte-, Diomedes Díaz vendió más de 20 millones de discos, otra cifra astronómica que ningún artista nacional ha alcanzado. Compuso cerca de 200 canciones, las que convirtió en su inmensa mayoría en éxitos, entre ellas Tres canciones, Bonita, 26 de Mayo, El alma de un acordeón, Mi primera cana, Mi muchacho, A mi papá, Brindo con el alma, Tu cumpleaños, El cóndor herido, El profesional, Despedida de soltero, Regalo a Barranquilla, Sin ti, Experiencias vividas, Un canto celestial y muchas más.

Los compositores encontraron en Diomedes Díaz no solo al artista que más ingresos les generó por las ventas de sus discos, sino a uno de sus mejores intérpretes. Desde juglares consagrados, como Calixto Ochoa –uno de sus compositores preferidos- hasta los llamados románticos, como Gustavo Gutiérrez , el médico sanjuanero Hernán Urbina Joiro y su paisano Marciano Martínez, hallaron en El cacique de La Junta un auténtico vocero de sus sentimientos.
Los éxitos de Calixto en la voz de Diomedes son innumerables, como Todo es para ti, El parquecito, Los sabanales y Palomita volantona; a Gustavo Gutiérrez  le grabó éxitos como Sin medir distancia y Alma herida; a Nacho Urbina le inmortalizó Tu eres la reina, Páginas de Oro y Niña; y a Marciano Martínez, Amarte más no pude, Vuelve conmigo y El líder, entre otras. Igual ocurrió con otros compositores, como Adolfo Pacheco, Camilo Namén, Alfonso “Chiche” Maestre, Luis Egurrola, Sergio Moya Molina.

El prematuro final de Diomedes Díaz, al igual que sucedió con su gran amigo Joe Arroyo, cuando ya habían alcanzado la gloria musical, dejó huérfanos no solo a sus millones de seguidores, sino a la música popular colombiana, pues ambos supieron trascender las fronteras de la Región Caribe y dejaron bien en alto el nombre de nuestro folclor. Los dos murieron cuando aún tenían mucho que darle a la música popular. En el caso de Diomedes, una vida de excesos, que lo llevaron a vivir amargas experiencias, como la cárcel por la muerte de Doris Adriana Niño, así como varias enfermedades, terminaron minando su organismo, hasta causarle la muerte.

El vallenato busca hoy nuevos cauces y otras fuentes de inspiración. Los jóvenes intérpretes y compositores, llamados a mantener encendida la antorcha de los juglares y de los clásicos, experimentan con propuestas innovadoras que les permitan ganarse su propio espacio, pero sabiendo que en el camino hay huellas que otros grandes trazaron con firmeza y que no se pueden  borrar. El reto consiste en hacer crecer aún más al vallenato sin que ello signifique alejarlo de la semilla de dónde germinó.

De manera que nadie puede decir que el vallenato con Diomedes vivo sería mejor. Pero lo que sí se puede afirmar con absoluta certeza es que sin Diomedes el vallenato ya no es igual

@leydelmontes

Diomedes Díaz en el río Guatapurí con Luz Consuelo Martínez, su última esposa.

 

 

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