“Si soy de los pocos que les interesa Chocó, debo hablar de ella”: Cineasta Jhonny Hendrix

La explotación racial condenó la oscura soledad de la ya profunda selva chocoana, o una porción de ella. Corría el año 1803, la inanición que no les permitía saborear bocado, la fatiga que les hacía perder el juicio y el hombre blanco que los arrodillaba de humillación, hicieron que un grupo de esclavos negros se refugiara para siempre en un pueblo invisible por brujería, al que llamaron Saudó.

El mismo nombre de la última película del cineasta colombiano Jhonny Hendrix Hinestroza, que sumergirá en el miedo las salas de cine del país desde el 4 de agosto. Un “laberinto de almas” que promete poner a los espectadores ha ‘comerse las uñas’ con la historia de la familia de Elías (Luis Felipe Cortés), un exitoso médico que se ve obligado a regresar al lúgubre pueblo del que salió, con la esperanza de no volver jamás.

“Soy un negro que ha palpado la cosmogonía de esa gente que se resguarda sus dolores, miedos y esperanzas en una mezcla indescifrable entre lo católico y lo pagano. De una percepción de la existencia en donde las líneas divisorias que separan lo etéreo de lo físico son tan difusas como la realidad misma”, advierte Hendrix en un intento por descubrir su propio origen.

Nació en Quibdó, a los 2 años se trasladó a Pereira y estudió Comunicación Social en Cali, es un hijo de Colombia y de nadie al mismo tiempo. Pero las raíces lo arrastran hacia el pacífico, el que parece lejano de la otra costa del país, el que presume el olvido del que Hendrix parece querer sacarlo.

Con ‘Chocó’, dijo, quería hacer un homenaje a sus padres y a su hijo. Con ‘Saudó’, ¿cuál es la búsqueda personal?
Soy un chocoano al que sacaron de su tierra desde muy niño, tengo costumbres arraigadas que no son de Chocó. Cuando escribo un guión o empiezo el proceso de una película me estoy buscando a mí mismo, a mis ancestros, de dónde vengo. Es un volver a esa tierra a preguntarme cosas sobre mi propia vida. Chocó es una ciudad apartada que a nadie le interesa, y si soy uno de los pocos al que sí le interesa, debo hablar de ella para que otros la miren.

Como el protagonista de la película, usted vuelve al pueblo donde nació. ¿Fue en ese regreso cuando surgió ‘Saudó’?
Viniendo de una familia del pacífico escuchas muchas historias, anécdotas que generan un interés por investigar más sobre eso. Entonces quise hace una película sobre santería, y hablé con personas que están cerca de ese discurso etnográfico y místico. Cuando uno sale de sus raíces ellas mismas se encargan de hacerlo volver, ese es el mensaje de la película.

Imagen de la película.

Después de experimentar géneros tan diversos como la animación (‘Anina’ - productor), el drama (‘Chocó’ - director) y el thriller (‘Perro come perro’ – jefe de producción), ¿por qué apostarle al terror?
La industria cinematográfica del país, en este momento, es de exploración: nuevas narrativas y formas de vernos a nosotros mismos. Eso es lo que hago, todo el tiempo cambiando y mirando. Hicimos una película de autor, saltamos a una animada, lo único que nos falta hacer es comedia. En este caso fue la historia la que escogió el género, solicita el terror y debemos enfrentarlo.

Ese género es muy poco explotado en Colombia, ¿cuál es el reto de hacer una película de terror?
Hacer una película de suspenso es muy heavy. El proceso se divide en varias partes. Primero el guión, que como era la primera vez que lo hacía fue muy tensionante, me estresé demasiado porque empecé a creerme lo que escribía. Lo segundo es encontrar el equipo, que debe ser más grande que lo normal, Chocó lo hice con 15 personas, Saudó con 90 personas en set. Es mucho más costosa, tiene animales e insectos de por medio.

¿Cómo cree que recibirá esa propuesta el público colombiano, a veces tan ajeno a las producciones nacionales?
Trato de no tener expectativas ni de pensar en ello porque me bajo los ánimos, soy un personaje que tiende a ser muy negativo. Pero parece ser que va bien, esperemos que sí.

La taquilla pronto levantará el cartel de espera y el terror se tomará el cine colombiano, como lo ha hecho en sus presentaciones en otros países. Saudó recibió el Curso de desarrollo de proyectos cinematográficos iberoamericanos de la Fundación Carolina, de España (2008); y el Premio de desarrollo de proyecto del Programa Ibermedia, también de España (2007).

Además del género, Saudó se la jugó por contar lo que nadie parece querer escuchar, una de las aristas más silenciadas: las creencias rituales paganas de las poblaciones colombianas más arraigadas a sus suelos, las que se niegan a dejar su ser, la herencia africana.

En la película Luis Felipe Cortés (Elías), Robín Abonía (Francisco) y Estefanía Borge (esposa de Elías) interpretan lo que, según el director, es en esencia un viaje de relaciones sociales pesadas por el pasado, por el desgarro de las tradiciones y por la fuerza de la negación.

La pantalla grande se encenderá el próximo mes. Y mientras Francisco -el hijo de Elías- intenta salvarse del rito al que todo niño de Saudó se somete al cumplir 13 años, para traspasar la magia a nuevas generaciones, la mente detrás de esa historia tiene otros planes… “Viene una tragicomedia que quiero filmar en Cuba, sobre un drama de dos abuelos que nunca pudieron ser padres”, adelanta Hendrix sobre su próxima producción.