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“Existen muchos mitos relativos al día de la muerte de Cristo”. Shutterstock
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Semana Santa: de la religiosidad al mito

La celebración más grande de los católicos transcurre entre la fe que profesa la Iglesia y la que el pueblo vive desde su imaginario colectivo.

Hace dos años cuando Jesid Herrera llegó a su casa a eso de las 7:00 p.m.  del viernes Santo, luego de trabajar todo el día en su estudio de grabación, quedó asombrado. Cuenta que después de quitarse el pantalón y tirarlo en una ponchera con agua vio cómo esta empezó a tornarse de un color rojo, muy parecido al de la sangre. La historia de este productor musical, de 26 años, se suma a un sinnúmero de relatos que existen en torno a la Semana Santa, que hacen parte de la religiosidad popular que el pueblo mezcla con la fe profesada por la iglesia católica.

Aunque en la actualidad los mitos y leyendas relativos a la Semana Santa se dan  en menos proporción que en años anteriores, todavía quedan –sobre todo en los pueblos– algunos rezagos de la llamada “piedad popular”.

La voz de la Iglesia. “La Semana Santa se puede observar desde dos puntos de vista. El primero es la visión de fe que lleva al creyente a celebrar la muerte y la resurrección del Señor, que nos trae la salvación. El otro es lo que llamamos religiosidad o piedad popular, que es la que lleva a crear una serie de creencias mágicas y míticas en tiempos de cuaresma”, expresa el padre Manuel Domingo Arteaga, director del cementerio Calancala.

Como la iglesia establece que los días santos –relativos a la Semana Mayor–deben emplearse solo para alabar a Dios, orar y recibir los sacramentos, algunas personas tienen la concepción de que si, por alguna razón, realizan actividades que estén por fuera de esos preceptos recibirán una especie de castigo divino.

“Antiguamente, la gente creía que si se bañaba el viernes Santo después de 3 de la tarde podía enfermarse, si iba a la playa corría el riesgo de ahogarse o si cortaba un árbol le iba a brotar sangre. Se pensaba que por tratarse del día de la muerte de Jesucristo, cualquier cosa que se hiciera –distinta a la oración– agredía al hijo de Dios”.

El padre Arteaga afirma que esos mitos son creados por las personas alrededor de la fe, precisamente porque “no es una fe purificada, bien cultivada”.

“La iglesia no avala estos mitos y leyendas, y por eso estamos llamados a depurarlos, a purificarlos”, puntualiza el sacerdote.

Visión sociológica e histórica. Raimundo Caviedes, sociólogo de la Universidad de la Salle y docente del Centro de Investigaciones Sociales, Humanas y Jurídicas de la Universidad Simón Bolívar, dice que históricamente, en todas las comunidades, han existido  mitos que tienen que ver con la tierra, la evolución, la creación y los dioses. “Son creencias que se establecen en cierto sentido para regular las relaciones sociales”, señala.

“El surgimiento de los mitos se sitúa en las sociedades premodernas o precientíficas y la iglesia forma parte activa de la construcción de esas historias”, sostiene Caviedes, para quien “la crucifixión de Jesucristo ejemplifica a la perfección la teoría del chivo expiatorio, del filósofo francés René Girard. Esta se establece en la creencia de que la culpa de muchas personas puede ser pagada a través del sufrimiento de una sola”.

En palabras de Jairo Solano, doctor en Historia de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla, España), “la Semana Santa es un período de penitencia que en el pasado era mucho más determinante por esa omnipresencia de la iglesia, institución determinante en casi todos los comportamientos sociales de la época colonial y de la primera fase de los siglos IX y XX”.

Dice que antes de que la ciencia entrara a determinar las cosas en la sociedad, esta se “manejaba a partir de mitos” y en Semana Santa se generó la leyenda en torno a que “las fuerzas del mal estaban fuera del control de la sociedad y de la Iglesia misma”. Todo eso conllevó, señala el historiador, a atemorizar al pueblo y a sumirlo en “un proceso de penitencia y angustia que hacía de la Semana Santa una época realmente terrorífica”.

Sostiene que actualmente, desde el punto de vista de lo social, algunas minorías usan los días santos para “rememorar aquellos temores atávicos” y para hacer algunas prácticas que “son evocaciones de tiempos antiguos y cosas que ya no tienen ninguna vigencia social”.

Desde el imaginario popular. Álvaro Palacio, director del programa Voces del más allá en la emisora Digital Stéreo, contradice lo anterior. Sostiene que casi todas las personas toman de forma escéptica las creencias asociadas a Semana Santa, pero que “son muchos los sucesos paranormales” que le ocurren a la gente cuando esta época llega.

“A partir de las investigaciones que he hecho durante varios años en tiempos de cuaresma, y de las vivencias extrañas que he escuchado por parte de los oyentes de mi programa radial, puedo decir que esas historias que son tomadas como mitos, tienen mucho de realidad”, opina Palacio.

En la Costa Caribe colombiana hay relatos –que se ubican en la primera mitad del siglo XX– de personas que fueron ‘víctima’ de extraños fenómenos ocurridos durante Semana Santa.

Cuenta Palacio que existen historias como la de un niño que “le quiso pegar a su mama y se lo trago la tierra” o la de la niña que desobedeció a sus padres un viernes Santo, se fue a bañar en la playa y “solo le bastó con tocar las olas para que sus piernas se transformaran en una cola de pescado”.

Con historias míticas y mandas que se ofrecen a Dios en petición o en agradecimiento, algunos feligreses viven la Semana Mayor. Para la iglesia, en una temporada en la que la fe es el factor que motiva las obras y acciones, esta convicción corre el peligro de ser mitificada y de salirse de la realidad, la misma que se mueve entre el punto de vista de la institución católica y el del pueblo y sus creencias.

Tres cruces en una papa

El viernes Santo de 2014, cuando iban siendo las 10:00 p.m, Yoleidis peló una papa y al partirla notó que en el centro del tubérculo apareció lo que para ella y su familia era una cruz. Cuenta que el símbolo religioso estaba en tres partes de la papa. Coincidencialmente, en las semanas siguientes murieron tres familiares suyos.

¿La sangre de Cristo?

En la Semana Santa de 2013, Jesid se dedicó el viernes Santo a grabar cuñas publicitarias en su estudio. Al llegar a su casa en la noche, tiró el pantalón en una ponchera y empezó a notar cómo el agua iba tomando una tonalidad rojiza. Él cree que este fue un “llamado de Dios” para que se “ajuiciara en su parte espiritual”.

Esta es la fe de la Iglesia: Manuel Domingo Arteaga, sacerdote

“Cuando la fe no está bien depurada se corre el riesgo de llevarla por un lado y a la vida por otro. Entonces, al pasar los días de Semana Santa la vida sigue igual para muchos y eso no debería ser así, porque la fe debe transformar todos los momentos de la existencia humana. No debe ser algo circunstancial, sino algo que perdure”.

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