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Me cansé de hablar de amor pero no hacerlo contigo”. Son poesías dejadas en las esquinas barranquilleras, de esas que nadie se había acordado, o conocido, o escuchado. Pero fueron desenterradas, o descubiertas, o creadas, y por obra y gracia de unos cuantos fueron puestas ante los ojos de muchos.

“No sabía qué ponerme y me puse feliz”. Es tinta negra y roja sobre pintura blanca. Son letras aladas, anidadas a la espalda de consonantes que galopan en la memoria de quienes pasan delante de ellas y reciben un envión de amor fugaz, una descarga breve de emoción, empacada en poemas sonoros.

“Me olvidé de poner en el suelo los pies, y me siento mejor”. Las ganas de la primera comisión de la Acción Poética de Barranquilla quedaron estampadas en la más de media docena de paredes que rayaron. Mayra Rivera, la fundadora de este movimiento en la capital del Atlántico, confió en Janieth Carvajal –una vez sus ocupaciones se encargaron de desligarla del proyecto– para legarle su iniciativa, anclada en el movimiento mural-literario que se inició en 1996, en México, como idea del profesor Armando Alanis Pulido. Así comenzó, hace menos de seis meses, la reactivación de esta corriente, que arrancó en Barranquilla, de manera oficial, en diciembre del año anterior.

“Donde yo te espero, solo tú cabes”. La colección de versos de Janieth, Jorge Devia, Edwin Montiel, Carolina Pedroza, María Cristina Herrera, Mauxi Cervantes, Jhon Chico y Billie Madera, los responsables de que la sangre poética se derrame sobre las calles de la ciudad y su área metropolitana, se nutre entre libros e internet, donde cazan frases que no son transgresoras, ni religiosas ni políticas. Todos son estudiantes de Uniatlántico, que no superan los 24 años, y se dedican a navegar entre olas de romanticismo, entre letras de canciones que cambien el rumbo de las emociones normales de transeúntes desprevenidos.

“Pronunciar tu nombre, deletrear mi destino”. Los barrios Soledad 2000, Ciudadela Veinte de Julio, Rosario y Granadillo, entre otros, tienen el sello de la Acción Poética de Barranquilla. Al principio, los muros eran escogidos aleatoriamente, e intervenidos sin previo permiso. Desde que se conformó la segunda comisión del movimiento, sus integrantes han procurado desligarse de cualquier comportamiento que sea calificado como vandálico, pues nada más lejano de su propósito: “incentivar la cultura e intentar hacer academia”. “Cuando pintas un muro, le das poder a la frase. Le toman fotos a esa frase”, resalta Jorge.

“Eres lo único que tengo desde que perdí mi tristeza”. Por eso, cada pared que rayan es pintada con los permisos correspondientes, y cada frase escogida es sometida a consenso, debatida, pensada, deliberada. “Es cierto que la mayoría de frases tienen que ver con amor, pero queremos cambiar ese concepto e incluir otro tipo de temáticas. Pedimos permiso para intervenir un muro de un colegio y nos pidieron que la temática fuera ecológica”, explica Edwin.

“Tu amor es el más planeado de mis accidentes”. Debe ser lo más corta posible, y que diga mucho. Debe sonar a “me gustó la frase. La voy a buscar en Google”. Debe despertar. En otros países, como México y Perú, los poetas más recurrentes son Pablo Neruda, Octavio Paz y Jaime Sabines. La Acción Poética de Barranquilla trata de no repetir frases regadas en otras calles latinoamericanas, sino alimentar esa red de trazos y pintura que late a un solo ritmo entre las esquinas del continente. Y aunque el movimiento local aún no tiene conexión con la corriente internacional, la idea es establecerlo.

“Si quieres estrellas, te vuelco el cielo”. Mientras tanto, la poesía seguirá derramándose, a cuentagotas, sobre las calles de Barranquilla, para que esta no sea algo extraño, o intelectual, o exclusivo. Para que los sueños y certezas se hagan realidad, por lo menos en una pared, soñando con que los muros caigan, como lienzos, para seguir siendo acción, siendo verbo.

Por Andrea Jiménez J.

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