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Estudiante del Colegio Paulino Salgado Batata, de Barranquilla, en su jardín etnobotánico, donde aprende sobre plantas medicinales de la tradición afro. César Bolívar
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La lucha por recuperar el saber de las plantas afro

Estudio de la U. de los Andes identificó 20 especies comestibles que están desapareciendo de las costumbres de afrodescendientes del Caribe colombiano.

El árbol orejero o de carito, como se le conoce, es grande y frondoso. Con la madera del tronco se fabrica el tambor alegre para poner a sonar un bullerengue, y de su fruto –que parece una oreja– antes las abuelas afro hacían dulces. Hoy en día pocos recuerdan su sabor. Esta misma situación se repite con otras plantas cuyos usos alimenticios y medicinales se encuentran al borde del olvido en las comunidades que históricamente las utilizaron.

Además de la música, la lengua, entre otras manifestaciones de la herencia africana –que se celebra este mes por resolución del Ministerio de Cultura–, varios saberes relacionados con el uso y el cultivo de las plantas llegaron a Colombia con los esclavos africanos. Ellos experimentaron con especies similares a las que conocían en sus países de origen por sus propiedades curativas, y también adoptaron saberes amerindios.

Con el paso del tiempo, el contacto con la vegetación fue afianzando el uso de varias especies para la alimentación, la construcción, preparación de remedios o rituales, creando una tradición transmitida de generación a generación que hoy se ha ido perdiendo. ¿Se puede cuantificar esa pérdida? Una investigación de la Universidad de los Andes intentó medir este proceso paulatino de olvido; mientras que en Barranquilla el Colegio Paulino Salgado Batata busca recuperar estos conocimientos. 

Comunidades afro y sus plantas. El estudio de la universidad, implementado en San Basilio de Palenque, islas Barú y María la Baja, fue realizado por la doctora en geografía Margaret Pasquini, la investigadora en etnobotánica Carolina Sánchez y el biólogo Juan Salvador Mendoza. La muestra de la investigación fueron 74 personas de 13 familias, todas residentes en los cascos urbanos.

“La primera etapa fue una visita etnobotánica en la que identificamos las plantas que usaban como alimentos, cómo las reconocían y cómo las nombraban”, comenta Mendoza, quien señala que fueron identificadas 103 especies usadas como alimento, de las cuales 20 están en peligro de “extinción” en la memoria colectiva porque las nuevas generaciones las desconocen.

“Es el caso de la guanábana de monte o matimbá. Es una guanábana gigantesca que por dentro la carne es roja o salmón y crece de forma silvestre. También es medicinal porque sirve para tratar infecciones de la piel”, comenta el biólogo, quien explica que en las consultas hechas en las tres poblaciones sobre este fruto, el 22,2 % de los  encuestados dijo haberla consumido hace años, y el 18,2 % expresó conocerla pero no consumirla. Las cifras varían de acuerdo a cada especie de planta.

En Barranquilla. Entre el repertorio de plantas medicinales está el toronjil, el mismo que cultivan en el jardín etnobotánico del Colegio Paulino Salgado Batata, de Barranquilla, que implementa la iniciativa para transmitir estos conocimientos tradicionales a las nuevas generaciones.  

Entre los estudiantes que son guardianes del pequeño jardín está Carmen Gómez, de 8 años, quien identifica la sábila y el toronjil entre las demás plantas, cultivadas por los cursos de primaria en el patio de su colegio. Se trata de una actividad que realizan con el acompañamiento de los profesores.

“Estas son plantas medicinales, mira la sábila, esas sirven mucho y nos ayudan a que no estemos enfermos. Uno tiene que echarles agua y no maltratarlas pa' que crezcan mucho”, comenta la niña de segundo grado mientras recorre con la vista el modesto jardín.

A Carmen y sus compañeros los acompaña la profesora Edelgisa Pérez quien señala que en la institución usan infusiones de la hierva santa, extraída del jardín, para tratar malestares estomacales de los niños. 

“Estas plantas además de ser curativas las usamos como aromáticos y saborizantes de las comidas y otras están presentes en los rituales religiosos de los velorios”, describe la docente, quien afirma que la intención del proyecto es generar una preservación de ese saber ancestral.

“En las familias de la mayoría de estudiantes se conservan muchas practicas por medio de las personas mayores, como las abuelas; pero con tantas cosas que hay en la ciudad tienden a desaparecer esas creencias”, afirma Pérez y agrega que el jardín etnobotánico  también tiene el propósito de generar un sentido de conservación y cuidado del medio ambiente en los estudiantes.

Las plantas en el folclor. El biólogo Juan Salvador Mendoza señala que muchas especies de plantas  con aplicaciones alimenticias o medicinales tienen su recordación en la música tradicional.

“Esta cultura es muy oral, no se transmiten los saberes por cartillas o libros, es a través de la música, la voz  y a la hora de llegar a la nueva generación para compartir estos saberes hay que usar estos medios”, comenta Mendoza, quien con su equipo consignó un resumen de la investigación en un video que involucra agricultores, cantadoras e investigadores.

Por otra parte, Harlan Rodríguez, docente etnoeducador de María la Baja, comenta que en la memoria cultural uno de los instrumentos han sido las canciones y que actualmente hay temas del folclor alusivos a estas plantas que mucha gente desconoce.  

“Las cantadoras, por el conocimiento de esas plantas, hacían canciones como La matica de toronjil, La cañandonga, que son temas en bullerengue donde consignan esas vivencias cotidianas por la importancia cultural”, comenta el docente.

Tanto docentes como investigadores coinciden en que este paulatino olvido de los sabores silvestres disminuye las opciones alimentarias de las poblaciones afrodescendientes en la actualidad. 

Plantas comestibles
Jobo:
La usan como cercas vivas para delimitar territorios. El fruto amarillo es usado para preparar dulces. También se aprovecha para la alimentación de las tortugas.

Matimbá: Conocida también como guanábana de monte, es familia de la guanábana, el anón y la chirimoya. Crece silvestre. Su carne es roja y se consume en jugos.

Algarrobo: Crece de forma silvestre, es pariente del tamarindo. Su fruta es dura por fuera y con el polvillo de adentro, que parece chocolate en polvo, hacen un jugo con leche.

El guáimaro: Un árbol maderable,  anteriormente su fruto se consumía después de un proceso de cocción. En el estudio solo el 3 % de los jóvenes sabe que existe.

La piñuela: También crece silvestre, de sabor muy fuerte y su aspecto rústico puede lastimar la boca. Es utilizada para preparar una especie de chicha.    

Verdolaga: Fue utilizado como alimento para humanos, pero de a poco se desplazó para alimentar a tortugas e hicoteas. El 95% negó consumirla.

Culantro: También llamado cilantro cimarrón. Tiene hojas más anchas y su sabor es más fuerte. Se emplea en la preparación de sopas y ensaladas. 

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