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Brittany Maynard, de 29 años, fue diagnosticada con un tumor cerebral y solo le quedaban algunos meses de vida.
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La eutanasia, un debate que sigue vivo en Colombia

El caso de la joven Brittany Maynard despertó la polémica sobre un tema con partidarios y detractores en el mundo.

Después de anunciarle al mundo a través de un video la decisión de acabar con su vida debido al cáncer terminal que padecía, la joven estadounidense Brittany Maynard cumplió su propósito: falleció el sábado, rodeada de sus seres queridos, tras tomarse una dosis de fármacos legales.

El caso de Maynard, de 29 años, encendió nuevamente el debate de la eutanasia en Estados Unidos y el mundo, un tema que sigue siendo polémico y del que Colombia no es ajeno.

Rodrigo Castrillón Pontón es un caleño de 35 años que padece neurofibromatosis tipo 2, una enfermedad que le produjo dos tumores en el tallo cerebral, problemas visuales, pérdida del equilibrio, parálisis facial, sordera y múltiples discapacidades desde su diagnóstico en 2009.

Él ha solicitado la eutanasia “para no llegar a un estado peor”. “Mi padre falleció hace 2 años de cáncer de colon y pidió tramitar la eutanasia pero no alcanzó a recibirla. Estuvo meses sin dormir, usaba pañales y no sabía en qué momento hacía las necesidades. Por eso y mucho más no quiero llegar a ese estado”, dijo Castrillón a EL HERALDO.

Despenalizada, pero no reglamentada

A pesar de ser uno de los pocos países en el mundo donde la eutanasia está despenalizada, Colombia no tiene reglamentación al respecto, lo que dificulta que los pacientes la reciban.

“Solicité al Ministerio de Salud y Protección Social que me tramite la eutanasia y me respondieron que no es permitido y me ofrecieron grupos de apoyo para evitar la muerte, y esos grupos no existen”, señaló Castrillón.

En Colombia, la eutanasia existe por cuenta de la Corte Constitucional desde el momento en que esta despenalizó el homicidio por piedad, en la sentencia C-239 de 1997.
Es considerada un derecho fundamental, pero para su aplicación deben cumplirse ciertas condiciones específicas: que la persona esté en una situación extrema de dolor intenso e insoportable, que padezca de una enfermedad terminal y una situación médica irreversible. Cuando se dan estos presupuestos, la persona puede solicitar a su médico tratante que termine dignamente con su vida, sin que este reciba ningún tipo de sanción penal. Aun así, la decisión final depende de cada EPS y cada profesional de la salud.

Oposición médica y religiosa

“Los médicos estudiamos para proteger la vida y ayudar a los pacientes, y de la noche a la mañana nos vienen a decir que esos planteamientos están equivocados, que se puede hacer con la vida lo que quiera, y que el que quiera morirse, que se muera”. Esa es la opinión de Pablo Arango Restrepo, médico y docente de la Universidad de la Sabana con doctorado en bioética.

Para él, en la actualidad existen los recursos necesarios y suficientes para aliviar el dolor y el sufrimiento de los pacientes con enfermedades terminales, por lo que estos no tienen que recurrir a la eutanasia.

El profesional de la salud también señaló que en el país no se llevan registros de este tipo de casos, pues como los abortos, se realizan “escondidos”, a pesar de que los médicos pueden hacerlos en tres circunstancias sin ser juzgados por la ley. “No hay manera de llevar estadísticas”, apuntó.

La Iglesia Católica también ha expresado su rechazo a la práctica de la eutanasia

“La posición de la Arquidiócesis de Barranquilla y de la Iglesia Católica siempre será la defensa de la vida desde el inicio hasta la muerte natural. Esto se basa en el hecho de descubrir a Dios como el dueño de la vida. Él nos regala ese don, y toda esta experiencia existencial que tiene una persona creyente está en vivirla hasta que nuestro corazón descanse en Dios”, explicó el padre Giovanni San Juan.

El religioso señaló que en “este mundo mediático” que no quiere “experimentar el sufrimiento y el dolor, donde premia lo material”, aparecen esas “experiencias de frustración, de no querer sufrir”, pero que “la idea es vivir lo más humana y honestamente posible, sin perder la dignidad”.

Voces a favor

Sin embargo, hay otros que ponen en consideración el derecho de las personas de elegir la forma en que terminarán sus días. Es el caso de la Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente, con sede en Bogotá, que desde su creación en 1979 busca “defender y promulgar el derecho que tiene todo individuo a morir dignamente de acuerdo con sus creencias particulares, y emprender acciones con entidades y organismos públicos y privados del ámbito nacional e internacional que contribuyan a promocionar y asegurar ese derecho de las personas”.

La organización aclara la diferencia entre eutanasia pasiva y activa. La primera ocurre cuando la persona, al sufrir una enfermedad en estado terminal y no existiendo una esperanza de recobrar la salud, decide que no la mantengan con vida de manera artificial ni prolonguen innecesariamente su vida (rechazando tratamientos que rayan en el encarnizamiento terapéutico y optando algunas veces por cuidados paliativos). La segunda, también llamada homicidio por piedad, se refiere a aquellas personas que en las mismas circunstancias, solicitan que un médico las ayude activamente a morir. Si la persona toma por sí misma las sustancias que se le proporcionan para morir, se denomina suicidio asistido.

Para el psiquiatra Patricio García De Caro, es válido que una persona que se encuentra padeciendo una enfermedad en fase terminal y que está demasiado molesta con sus síntomas, haga todos los arreglos para organizar su muerte.

“Eso es válido y no necesariamente revela que la persona sea portadora de algún trastorno mental o que esté deprimida”, apuntó, recordando que desde el punto de vista de la psicología humana, “eso es una postura que ha estado presente en la historia de la humanidad desde tiempos inmemoriales”.

Aclaró que es vital que los médicos que asisten a los pacientes que deciden practicarse la eutanasia los evalúen no solo desde la enfermedad física sino también desde el punto de vista mental.

García De Caro considera que es importante que se reglamente la eutanasia en el país, que es precisamente lo que busca un proyecto de ley impulsado por el senador Armando Benedetti, que hasta ahora no ha tenido éxito, según él, porque “(los congresistas) siempre terminan metiéndole el tema religioso”.

Mientras tanto, personas como Rodrigo Castrillón siguen esperando una solución a su padecimiento, pero a falta de respuestas, está tratando de conseguir ayuda para viajar a Suiza, país en donde el suicidio asistido es legal (al igual que en Holanda, Bélgica y Luxemburgo, y algunos estados de Estados Unidos).

“La eutanasia no es para quitarle la vida a todos como hacen creer, es solo para quienes la necesitan y la piden. No se impone, tampoco se impone al médico que la realice. Se trata de abrir un espacio para quienes la necesitamos y estamos de acuerdo”, finalizó Castrillón.

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