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Fonseca regala a los niños cometas de la Selección.
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Cometas, la tradición que sigue volando

La tradición de elevar estos artefactos voladores ha dejado de ser popular en Barranquilla, sin embargo hay personas que tratan de continuar con una costumbre que nació en Grecia, en el siglo IV antes de Cristo.

En el siglo IV antes de Cristo el griego Arquitas de Tarento inventó la cometa, reseña la Enciclopedia Barsa Universal.
Octavio Fontalvo y Gustavo Barrios, dos barranquilleros artesanos de la cometa, desconocen el origen de este artefacto volador, pero eso no les ha impedido construirlos desde hace 17 y 25 años, respectivamente.

Para ellos es una tradición que se ha ido transmitiendo por generaciones y que han recibido de sus padres. Aseguran que “lamentablemente los jóvenes están más pendientes a la tecnología” y no aprovechan sus ratos de ocio “para divertirse con las cometas”. Agosto es considerado el mes para elevar estos artefactos por sus fuertes vientos y los despejados cielos veraniegos.

Al rescate de la tradición. Octavio es coreógrafo de oficio y ha trabajado en los bailes de Carnaval de Los Auténticos Monocucos del barrio Las Nieves y la Pantomima de Joselito de Montecristo, entre otras.

Desde hace 8 años, con un grupo de amigos de su barrio, Montecristo, ha decidido rescatar la tradición de elevar cometas. “Es algo que se ha ido perdiendo”, expresa con preocupación Fonseca, quien se está profesionalizando en danza, en la Universidad del Atlántico, “por eso durante el año construimos cometas y las regalamos a los niños, pero con la condición de que las eleven”.

El pasado domingo 17 alzaron el vuelo 110 de estos juguetes en el parqueadero del estadio Tomás Arrieta, en un evento que “cada año congrega a más jóvenes, y hasta los adultos están recuperando sus recuerdos de infancia”, manifiesta Octavio, y agrega que “son los padres los llamados a continuar con este legado”.

Sobre los lugares ideales para “remontar el firmamento”,  Octavio recomienda “lugares abiertos como los parques y plazas y las azoteas de los edificios”.

Recuerdos de infancia. Cada vez que construye un barrilete, como se conoce en otras partes de la región Caribe, Gustavo recuerda sus tardes en el barrio El Santuario, cuando con sus hermanos y su padre, fallecido, se sentaban a armarlos.

“Usábamos materiales como guadua, bambú o palma de coco. Luego los forrábamos con lo que tuviéramos a mano”, relata Gustavo, mencionando bolsas, papel de cometa y hojas de cuaderno, como materia prima para cubrir los armazones.

Gustavo Barrios es lutier, es decir, un artesano que se dedica a la construcción de instrumentos musicales como guacharacas, guaches y güiros. Sus manos tienen la habilidad para construir lo que se proponga, pero fue su padre el que le inculcó la pasión por una tradición que algunos luchan por mantener en el aire.

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