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Álvaro Álvarez se llama a sí mismo “comisionista de saludos”.
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Diomedes sí cobraba por los saludos, dice amigo

Allegados al artista participan en un conversatorio sobre él.

Como una forma de autofinanciarse, Diomedes Díaz cobraba por los saludos en sus producciones musicales, muy diferente a sus primeros años de fama, cuando por amistad nombraba en medio de sus canciones a sus más allegados, incluso algunos de los cuales de manera voluntaria le hacían regalos que podían ser desde una camioneta hasta un lote de ganado.

Así se hizo evidente durante un conversatorio organizado por el Círculo de Periodistas de Valledupar en coordinación con la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata sobre el artista, la prensa y su fanaticada.

Álvaro Álvarez, amigo de Diomedes y ‘comisionista de saludos’, dijo que él solo para el último CD, titulado La vida del artista, sumó hasta 100 millones de pesos por cobros a personas que fueron mencionadas en la obra musical, eso sin contar lo que otros lograron también hacer incluir en esa producción.

De los 100 millones de pesos, se le entregaron 70 millones a Diomedes Díaz, y los otros 30 se repartieron en personas que el mismo Cacique de La Junta dispuso, señaló Álvarez.

En esta última producción, Diomedes alcanzó a cobrar hasta 20 millones de pesos por un saludo. Álvarez sostuvo que “en estos momentos la plata que generan los saludos superan las ganancias que daban las mismas casas disqueras”. Y es que por efectos de la piratería, el negocio de la discografía ya no es tan rentable.

En el caso de Diomedes la situación es mucho más complicada por sus ingresos, teniendo en cuenta que a pesar de ser uno de los artistas más vendedores, sus problemas personales le habían mermado las ganancias; las regalías por sus composiciones están embargadas, además de los anticipos y préstamos que hacía a la propia casa disquera.

Celso Guerra, investigador del folclor vallenato y hombre de radio en la capital del Cesar, señala que se llegó a este punto de cobrar un saludo en una canción debido a la depresión que sufrió el mercado del disco con ocasión de la piratería. “Con la plata de los saludos se financian muchas grabaciones”, dijo.

Amigos querían llevarlo a Cuba. Conscientes de la adicción que tenía Diomedes a las drogas, varios amigos se unieron en torno a la idea de llevarlo a Cuba para someterlo a un tratamiento, tal como ocurrió con Pambelé.

Álvaro Álvarez contó que los exgobernadores del Cesar, Lucas Gnecco, y de La Guajira, Jorge Pérez Bernier, aportarían los recursos para su traslado. “Me encomendaron planteárselo a El Cacique, pero cuando le decíamos cambiaba la conversación”, señaló.

Marciano Martínez, compositor y amigo de Diomedes, manifestó que el cantante sí tenía la intención de viajar a la isla y superar su adicción, pero el viaje no se concretó, en parte porque mientras unos lo animaban a ese tratamiento, otros que decían ser sus amigos no lo permitieron, porque les importaba más que siguiera produciendo dinero.

Cuando la idea se fue dilatando, su hermano Elbert Díaz planteó la posibilidad de doparlo, montarlo en un avión y llevarlo a Cuba, pero no tuvo eco.

Diomedes, un genio de la humildad. Joaquín Guillén, exmánager de El Cacique de La Junta, lo calificó como un genio. “Diomedes sacaba una canción de cualquier situación. Una vez se paró frente al espejo y a la hora ya había compuesto Mi primera cana”.

Emilio Alfonso Arias, padrino de matrimonio de Diomedes con Patricia Acosta, recordó que esos amores fueron difíciles, porque el entonces muchacho campesino no era bien visto por la familia de la joven. “Conocí a Diomedes en Radio Guatapurí, en el programa Informando el Carnaval, donde llegó con un conjunto de medio palo con su tío Martín Maestre”.

Recordó que cuando Diomedes fue contratado como mensajero en la estación radial, le dieron una bicicleta y le pagaban 600 pesos mensuales, pero como no sabía manejar el vehículo, le tocaba pagar 20 centavos para desplazarse en buseta, y a veces se iba a pie a hacer sus diligencias.
 

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