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De izquierda a derecha: Christophe Martin, Johana Schlein, Miguel Pérez y Luciana Urzagasti. Charlie Cordero
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Cuatro caras extranjeras, tras el sueño macondiano

Un grupo de estudiantes de diversas nacionalidades llegó a Barranquilla de intercambio a cursar carreras en la Uniatlántico.

Sin importar las horas que debían pasar en la silla no tan cómoda del avión, o de la diferencia horaria entre un país y otro, de la variedad de clima, del contraste cultural que podían encontrar al llegar, o de los distintos sabores entrelazados en las comidas –tal vez unas menos deliciosas que otras–, un grupo de jóvenes, entre universitarios y profesores asistentes de diferentes países, tomó la decisión de emprender lo que por ahora se enorgullecen de considerar una de las mayores aventuras de su vida y, a su vez, una de las mejores inversiones a nivel personal que han podido realizar. 

Franceses, alemanes, mexicanos, estadounidenses, argentinos y coreanos son las nacionalidades del grupo de extranjeros –entre 23 y 26 años– que actualmente hace parte del programa de Intercambio y Movilidad de la Universidad del Atlántico y la Facultad de Bellas Artes.

Un grupo bastante mixto que ha llegado a Colombia, a pesar de que algunos de ellos cuentan con cierta limitación en el lenguaje al saber poco o nada de español, para nutrirse de toda la experiencia que un país y una ciudad multicultural, como lo son Colombia y Barranquilla, pueden brindar; además de hacer las veces de embajadores de su propia cultura en medio de un lugar tan desigual.

Es casi innegable que el primer pensamiento que recorra la mente de algunos barranquilleros– como ellos mismos han asegurado–, al oír que ciertos forasteros han llegado a la ciudad sea que están aquí únicamente por las fiestas carnestolendas que tuvieron lugar hace tan solo unos cuantos días; sin embargo, muchos se sorprenderán al saber que es menos ‘festivo’ lo que se esconde detrás de sus historias.

Desde pasión por la danza, el ardor que se siente cuando el telón se abre y los actores aparecen en las tablas ante los espectadores; acercarse a la magia que aflora del realismo mágico al que dio vida el eterno Gabo desde los lugares que el visitó y de los cuales se inspiró, hasta el amor por el español y la fascinación por la cultura caribeña son algunas de las razones que han impulsado a los 28 jóvenes a iniciar esta travesía.

Inicio de la aventura. Muchos de los jóvenes extranjeros llegaron a Barranquilla a mediados de enero para iniciar la inmersión cultural desde una de las expresiones más representativas del país: el Carnaval; sin embargo, el proceso inició antes. La búsqueda del país y la universidad propicia para hacer el intercambio académico, la compra de tiquetes, la difícil despedida de los seres queridos, y sin duda, la gran expectativa que se genera antes de la llegada hicieron parte crucial de este viaje.

“Escogí Colombia porque conocí en Argentina muchos colombianos que estaban de intercambio, y me cautivó el amor y el orgullo que despedían por su país. Me convencieron, me lo vendieron mejor que nadie, y eso me motivó”, comentó con gran entusiasmo Luciana Urzagasti, estudiante de intercambio argentina del programa de Ciencias Sociales y Arte Dramático, quien ha encontrado una gran fuente de aprendizaje escénico y sociológico en la Facultad de Bellas Artes de la Uniatlántico.
Por otro lado, es indiscutible que gracias al talento de muchos colombianos, el país ha logrado posicionarse  como uno de los principales destinos no solo turísticos, sino también laboral y de formación para miles de extranjeros, y de esto puede dar fe Christophe Martin, estudiante francés del programa de Licenciatura en Español y Literatura, quien es un aficionado de la obra de Gabriel García Márquez.

“El realismo mágico de Gabo fue lo que me convenció, lo que me inspiró. Me gusta la combinación entre lo fantástico y lo cotidiano. Sus libros son como una invitación al viaje, y me encantan ese tipo de libros que me hacen viajar”, expresó el francés en un español fluido, aunque con un acento bastante marcado.

“Las personas de mi entorno temían por mi seguridad. En Francia no se tiene una buena imagen de Colombia, se piensa que aquí reina la corrupción, que es un mundo de drogas, violencia y pobreza; pero ellos están equivocados”, declaró Christophe. “Yo estoy aquí para probar que un francés o cualquier extranjero puede estudiar en Colombia sin tener miedo de eso”, añadió convencido el europeo.

A pesar del clima caliente y de ser una ciudad más pequeña de lo que se imaginaban,  algo en lo que coinciden Johana Schlein, estudiante alemana de Danza, y Miguel Pérez, estudiante mexicano de Contaduría Pública, es en lo fácil que resulta enamorarse de Barranquilla y sentirse parte de ella, gracias a su comida, sus tradiciones, y definitivamente por la calidez y alegría de su gente.

“Las personas son muy amigables aquí. Yo no hablo español, entonces todos siempre están tratando de ayudarme”, manifestó entre risas y en inglés Johana, quien es profesora de Arte en Alemania.

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