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Esta es la mesa de jugos de la frutera Los Compadres. El más popular es el de naranja. Jesús Rico
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Cinco fruteras cuentan la ‘pulpa’ de su historia

Pioneros, innovadores y emprendedores. Los dueños de estos lugares para el deleite narran cómo sus locales se convirtieron en referencia de la gastronomía local.

Coloridas, ruidosas y llenas de vida. Así son las fruteras barranquilleras.

La mayoría está ubicada en las llamadas “esquinas del movimiento” y demuestra con su concurrida clientela que el apetito del barranquillero no tiene horario ni fecha en el calendario. “Abrimos las 24 horas del día, todos los días del año”, cuenta Nelson Santiago, quien tiene 25 años de trabajar en el local ‘Los Compadres’.

Esta frutera, ubicada en la calle 74 con la carrera 46, cuenta con dos turnos para atender a todos sus comensales. “Como estamos cerca de La Troja, después de rumbear el desenguayabe es aquí”,  dijo la administradora, María Pacheco, entre risas.

En la lista de los jugos más  pedidos están los de naranja, zanahoria y zapote porque son “espesitos y eso lo aprecia el cliente”, explica Pacheco.

Con un año de haber sido mudada de su antigua ubicación, la frutera ‘La Inmaculada’ ahora abre sus puertas en una casa de esquina en el barrio Bellavista.

El local cuenta con una amplia terraza bajo un árbol de roble y otro de almendro.

Óscar Chaparro muestra su innovación en el sellado de los vasos de jugo en la frutera Barranquilla.

El día de José Rodríguez, su propietario, comienza de noche. Muy temprano en la madrugada, dos veces por semana, Rodríguez recoge la cosecha de fruta de su finca en Sabanagrande para llevarla a ‘La Inmaculada’. “Somos quizás la única frutera que ofrece jugos orgánicos de verdad”, expresa Rodríguez con orgullo.

Entre las frutas que cultiva están los mangos, nísperos, limones, naranjas, pomelos, ciruelas y papayas. “Con el desecho de las cáscaras yo hago el compost que tiene todos los nutrientes y por eso la fruta siempre mantiene su sabor”, añade Rodríguez.

Rodríguez recuerda la época en que comenzó vendiendo frutas en el mercado y después se cansó de que varias administraciones lo desalojaran de dos puestos callejeros.

Después de algunos intentos de abrir un negocio propio, este hombre encontró un punto estable para vender sus productos a un costado de la iglesia de la Inmaculada Concepción. “El que persevera consigue. Para que a uno le vaya bien tiene que hacer las cosas bien”, sentencia.

Hasta hace poco tuvo que cambiar de lugar, pero él no se preocupa porque “los clientes nos piden tanto que ellos mismos nos buscan”, asevera.

En la frutera Barranquilla, ubicada desde hace ocho años en la esquina de la carrera 38 con 69 D, su dueño Óscar Chaparro está por hacer realidad un sueño de construir un ‘autofrut’ para que sus clientes lleguen en su carro a pedir sus  jugos preferidos y otros productos para llevar. “También queremos innovar al igual que hace McDonald’s, con unas cajitas de combo para que los clientes puedan llevar los jugos y los fritos prácticamente en el carro”, aseguró Chaparro.

Según su propietario, esta frutera fue la primera en traer con tecnología china el sellado de los vasos de jugo. “La gente venía de otras ciudades de la Costa solo a conocer la máquina sella vasos, que hoy es utilizada en muchos negocios”, recuerda Chaparro.

En la misma carrera 38 los fieles clientes de la frutera ‘El Primo’ se sientan todas las tardes a conversar con su dueño, Adalberto Díaz, más conocido como ‘El Primo’. “Cuando yo llegué en un bus por primera vez a Barranquilla, apenas me bajé me encontré con unos primos que lo único que me dijeron fue: “hola primo” y después cuando tuve mi primer negocio de frutas a la carretilla le puse El Primo y de allí salió el nombre”, recuerda Díaz.Su frutera es una de las más antiguas en Barranquilla, y él asegura que en la ciudad el sigue siendo “el propio, el número uno”. Díaz espera el próximo año abrir un restaurante en el primer piso de su local y seguir los éxitos de su nieto en Canadá, que lleva por nombre Antony Díaz, quien  inventó un cargador de celular que funciona con el calor del cuerpo.

“Es que ser exitoso nos viene en la sangre”, concluye con orgullo.

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