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Foto promocional de la serie ‘El Chavo del 8’, de Televisa.
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Chespirito y su gran vecindad latinoamericana

Críticos, docentes y analistas del mundo audiovisual opinan sobre el universo creativo de Roberto Gómez Bolaños y el futuro de su legado.

Son pocos los acontecimientos que logran estremecer a todo un continente.

La tarde del pasado viernes, la risas del televisor se convirtieron en llanto ante la muerte de Roberto Gómez Bolaños, un hombre de apenas 1.60 centímetros de estatura que conmovió a millones con sus pecas mal pintadas y la ingenuidad de sus ocurrencias.

Su comienzo no fue fácil. Siempre vivió bajo el ojo de la crítica que al principio lo señaló por su humor recurrente, pero que años después lo elogió por su genialidad.


Carlos Monsiváis y Roberto Gómez Bolaños.

El intelectual mexicano Carlos Monsiváis escribió inicialmente sobre El Chavo, en la revista Proceso, que “la serie se sostendrá finalmente sobre un solo gag: el adulto que viste y habla como niño. El público acepta la serie por la sagacidad (voluntaria e involuntaria) de la industria de la conciencia que demanda el encumbramiento de la banalidad y, para ello, convierte en humorístico lo que parece redituable. O te ríes de lo que te propongo como graciosísimo o no te ríes de nada”.

Este análisis de Monsiváis fue publicado a finales de la década de los setenta, cinco años después de que se comenzó a emitir El Chavo del 8.

Treinta años después Monsiváis defendió a Roberto Gómez Bolaños expresando que El Chavo fue un “revolucionario espíritu de la época”.

Como él mismo Chespirito lo manifestó su vida actoral comenzó a avanzada edad. “Yo he hecho una carrera tardía, yo siempre he empezado todo tarde, yo quería ser escritor”, dijo el comediante, refiriéndose a que la oportunidad de la actuación llegó a los 29 años, en una edad que según explicó en 1995 es “cuando muchos dicen me voy o me quedo”.

El artista mexicano vivió en las décadas del boom de la televisión en Latinoamérica cuando sus 300 millones de televidentes pedían semanalmente sus programas. “Me da mucha envidia Rulfo que con dos libros logró tanta fama… y a mí me ha costado 60.000 cuartillas”, reconoció en una entrevista a Gatopardo en 2001.

Mexicano y nacionalista declarado, Chespirito nunca se dejó seducir por el sueño americano. “Yo sé que mi carrera habría sido mucho más fructífera allá, pero a mí me gusta ser mexicano, ser latinoamericano, hispanoamericano”, aseguró Chespirito a la pregunta de si le hubiera gustado nacer en Estados Unidos en una entrevista en España en 1995.
 

La vecindad, un micromundo Latinoamericano.

Para el crítico de televisión Omar Rincón, El Chapulín Colorado es la invención del perfecto latinoamericano. “Porque somos oprimidos por el poder, porque nos toca resolver la vida diaria de la nada e inventar soluciones que siempre “decimos” que están basadas en la astucia y en la creatividad”.

Rincón opina que el personaje del Chapulín es un reconocimiento a cada latinoamericano que hay en los sectores populares.


Meme que ilustra el sepelio imaginario de Chespirito. 

“La gran virtud de Roberto Gómez Bolaños fue descubrir los contextos donde los latinoamericanos “existimos”. El Chapulín Colorado era la sobrevivencia y creatividad del ciudadano común y corriente y la vecindad lo que muestra es la solidaridad de los que nada tienen”, argumenta el analista.

La vecindad del Chavo del Ocho es para Rincón es micromundo latinoamericano donde las madres son cabeza de hogar, los hombres no tienen empleo y todos luchan a diario para pagar la renta. 

Es un espacio en el que conviven en igualdad de condiciones niños y adultos y la supervivencia se da con la solidaridad entre vecinos y el humor es la válvula de escape que enlaza todas las situaciones. “Es gente de abajo sin participación en la élite, sin poder, sin dinero que tiene que sobrevivir con la hermandad, el humor, el juego, la inventiva, los afectos y Chespirito descubrió ese mundo y lo puso en la pantalla”.

Rincón resalta que Bolaños también potencializó la riqueza que se encuentra en el lenguaje popular. “En Latinoamérica lo que decimos nunca significa lo que decimos sino que siempre está en el subtexto y el humor de Chespitiro está en el subtexto en los diálogos que establece”.

El documentalista y docente de la Universidad del Norte Alfredo Sabbagh analiza el contexto histórico en el que se escribió El Chavo del 8.  “Cuando El Chavo nace en 1971 Latinoamérica está revuelta. Hay dictadura en Argentina y en Chile, el bloqueo en Cuba y México tenía sus problemáticas”. 

El docente expone que quizás ese ambiente político y social inspiró a Roberto Gómez Bolaños para crear a El Chavo como “un personaje ingenuo, con un humor blanco, que le puede sacar una sonrisa a cualquier persona y que además convive en una vecindad donde todos tienen problemas y limitaciones, pero que en últimas, todos están para apoyarse y eso es un reflejo de los pueblos de Latinoamérica”.

Sobre El Chapulín Colorado, Sabbagh define que “es el verdadero gran héroe, porque estos superhéroes que nos llegaron de Estados Unidos están apoyados por algún tipo de poder especial o de tecnología. Superman tiene poderes y Batman tiene aparatos y cuándo tienes poderes o ayuda ser superhéroe es fácil, pero el poder del Chapulín Colorado radica en superar sus propios miedos y poner su bondad al servicio de los demás y eso lo hace más grande como héroe, que cualquier héroe que vuele”, puntualiza.

Chespirito para Millennials. El realizador barranquillero Alejandro Ángel habla sobre el último papel que interpretó Chespirito, en las redes sociales. “Me imagino a un viejito de ochenta años creando una cuenta en Twitter para seguir aprendiendo, seguir escribiendo en este nuevo lenguaje de las redes sociales y al final para reconocer que quería continuar contando historias”.

Ángel también expuso los cambios que han sufrido algunos programas del comediante para mantenerse vigentes. “El formato del Chavo también evolucionó hacia la animación, pero sus historias no cambiaron, porque en el primer formato sus efectos especiales, ya hoy en día, no se ven de vanguardia con la tecnología que tenemos ahora”.

Finalmente, Ángel advierte que “solo espero que después de su muerte sea el momento para que el legado de Chespirito no muera y para que los Millennials de este siglo consulten su obra en otras plataformas como Youtube y así su narrativa perdure en el tiempo”.

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