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Aves migratorias como la gaviotin real (thalasseus maximus) revolotean sobre la Ciénaga de la Virgen. Una imagen incomparable. Fotos Viviana Moura y Wilfred Arias
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Cartagena, el ‘beach resort’ de las aves de EEUU y Canadá

Desde septiembre comienzan a llegar a las ciénagas de la Virgen y Juan Polo cientos de aves migratorias que huyen del frío desde el norte de América. Su destino final: sur de Bolivia y Brasil.

El sol incendiado, en el ocaso de la tarde, hace como si bajara del cielo un polvo del color de las mandarinas maduras sobre las mansas aguas de la ciénaga de La Virgen. Los manglares, en tanto, parecen embriagados con el silencio y la paz reinantes.

Este paisaje es nada más y nada menos que el ‘beach resort’ para decenas de aves que migran desde el norte de América huyendo de la temporada de frío hasta llegar al sur de Bolivia y Brasil. En su larga travesía se establecen varias semanas en Cartagena, buscando calor y comida. La ciénaga de La Virgen y la de Juan Polo son sus sitios de paso.

“En agosto ‘alistan maletas’, llegan entre septiembre y octubre, y terminan ‘sus vacaciones’ en marzo del año entrante, que es cuando emprenden el vuelo de regreso para reproducirse”, explica Yanira Cifuentes Sarmiento, bióloga investigadora de la Asociación para el Estudio y Conservación de las Aves Acuáticas en Colombia (Calidris).

En los treinta mil metros cuadrados de las ciénagas de La Virgen y de Juan Polo se pueden apreciar más de cien especies de aves residentes como la garza real, el guaco manglero, el pato buzo, el garzón azul, el ibis blanco. Y entre las especies migratorias, la garcita verde o garcipolo, el águila pescadora, los chorlos grises y semipalmeados; el playero maquinita de coser; la agujita canela y los andarríos patiamarillos, entre otras.

El chorlo gris es una de las aves migratorias que estarán en los manglares hasta marzo.

Arsenio Valiente Ortiz, habitante del corregimiento de La Boquilla, es el secretario de la Empresa Asociativa de Trabajadores de Ecoturismo Los Arriberos, una organización que conformaron vecinos de este poblado para defender las riquezas naturales que los rodean y trabajar de manera amigable con el ecosistema.

En canoas el grupo se encarga de hacer paseos por los manglares. Desde hace cinco años convinieron acuerdos comerciales con la industria del turismo de cruceros para realizar recorridos a los extranjeros que llegan a la ciudad.

“Por los túneles que forman los manglares se puede observar la riqueza de fauna y flora que hay en esta zona y que los turistas del exterior aprecian mucho”, dice Valiente.

Reconoce que, gracias a organizaciones como la fundación Ecoprogreso, ahora se le está dando valor al tema del avistamiento de aves; destaca que La Boquilla es uno de los lugares predilectos para aves que vienen de otros lugares del mundo y afirma que ya identifican a varias de ellas.

Seguimiento desde Alaska

La bióloga estadounidense, nacida en California (Los Ángeles), de padres mexicanos, Erika Gaeta, de la Humboldt State University, llegó a Cartagena siguiéndoles los pasos a las aves migratorias. Ella realiza una investigación y ya estuvo cinco meses en las costas de Alaska, de donde parte un gran número de estas especies. Es la primera vez que está en Cartagena y aquí continúa su proceso de observación.

“En la primera parte del trabajo vi como a 500 mil aves. Muchas de las que observé en Alaska están ahora en Cartagena”, revela Gaeta.

Durante su trayecto, varias especies migratorias sufren cambios. Por ejemplo, el ‘meneaculito’, cuyo nombre científico es actitis macularius, se deshace durante el vuelo de su plumaje nupcial que consiste en unas pecas en la zona de su panza. Una vez arriban a Cartagena ya no las poseen y se confunden con las residentes. En marzo, vuelven a pintar de lunares sus plumas para iniciar el proceso de reproducción.

En los mangles muchas degustan de los cangrejos que abundan por los ramajes, como la conocida ‘tringa’ que viene de las costas de Alaska. Posee un pico poderoso que le sirve para destrozar a los crustáceos y devorarlos.

Otros, como el pato cuervo migratorio, al llegar se encuentra con que en los manglares hay residentes de su misma especie y que solo se diferencian con los del patio por el iris del ojo. Algunos de los viajeros se quedan.

La tringa amarilla  también estará en los manglares.

La alegría de estos sitios dormitorios de la ciénaga son los canarios mangleros, que llegan con sus cantos y sus pintas coloridas de amarillo y azul.

Estas aves tienen una vida de entre catorce y treinta años, y en ese lapso hacen igual número de travesías.

Festival de la Migración. La directora de la Fundación Ecoprogreso, Viviana Moura, especialista en Ciencias Ambientales, con una maestría de la ONU en Seguridad Ambiental y Paz, desarrolla un programa de defensa del ecosistema en La Boquilla para conservar los cantos y las historias de las aves que están amenazadas.

Por eso, teniendo presente ese objetivo Moura habla del proyecto de la doble calzada que pasará por La Boquilla y cuyo diseño, asegura, impactará el ecosistema. “Está demostrado que hay vida en la ciénaga y que por ellos hay que trabajar para que las obras de desarrollo tengan el menor impacto posible sobre la naturaleza”, advierte.

Con apoyo de la Asociación Calidris, organizó la temporada de avistamiento de aves migratorias desde La Boquilla por las dos ciénagas. Todo un hermoso espectáculo natural que se disfruta en La Heroica.

Con las comunidades

La fundación Ecoprogreso realiza actividades de acercamiento con las comunidades, en el marco del Primer Festival de las Aves Migratorias del Caribe colombiano, con el cual se celebra el comienzo de la temporada de aves migratorias en la ciénaga de la Virgen y la de Juan Polo.

“Hay que afianzar la importancia de la ciénagas como humedal vital para especies de la biodiversidad regional, como refugio y paso de especies migratorias”, afirma Fernando Castillo, director de Calidris.

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