"Trátense todos los días como si fueran novios, fue el mensaje que la notaria Julieta Isaza entregó a los recién casados.s

“Señor, ponga la radio, ponga la radio”, le dijo Luis Miguel Muñoz al taxista que lo trasladaba desde el barrio San Fernando a la Notaría Tercera, ubicada en la parte trasera del edificio de la Gobernación de Bolívar, en el Centro Histórico, en la que 15 minutos después contraería matrimonio con Carolina Escandón, en pleno desarrollo del juego entre Colombia y Paraguay.

“¿Cómo va?”, le preguntó Luis a su medio hermano Santiago, quien junto con el padre de ambos, Santiago Muñoz, lo esperaban en la puerta del despacho público. “Cero a cero”, le comentó su hermano. Su papá es indiferente a la fiebre futbolera. “Lo mío son las Grandes Ligas”, dijo. Con la respiración un poco agitada porque el taxi en el que venia se varó, Luis Miguel Muñoz, un arquitecto cartagenero de 25 años de edad e hincha del equipo de José Pékerman, comenzó a buscar a la notaria Julieta Isaza, encargada de celebrar el matrimonio.

Luis le explicó a EL HERALDO que jamás se imaginó que contraería nupcias el día que más estaba esperando. “Cuando nos dieron la repartición de las fechas en la notaría todavía no tenía clara la fecha del partido; al día siguiente me enteré por la prensa que coincidía hasta con la hora. Cuando mi novia se enteró me miró con cara de resignación y me dijo: papi, por lo menos te verás el segundo tiempo”, comentó Luis mientras la abogada notaria buscaba la escritura del matrimonio.

Pero por el panorama que se registraba, ni el segundo tiempo vería. A esa hora, con 20 minutos de retraso de la hora oficial, la notaria Isaza Díaz no encontraba el documento. Ya el juego estaba en el descanso del intermedio y la escritura no aparecía.

Viendo caminar a la notaria por varios cubículos de la oficina, los novios miraban escépticos que todo el sacrificio que estaban haciendo pudiese ser en vano. Sin embargo, la escritura apareció. “Nunca se me ha perdido una escritura”, comentó la funcionaria.

Después reconoció que lo hizo adrede para jugarle una broma al novio que estaba apurado por el juego de la tricolor. “Lo hice para que disminuyera la tensión. Estaba ansioso por las dos cosas: la ceremonia y el juego que se está perdiendo”, dijo la jefa del despacho. Luis Miguel esbozó una sonrisa de alivio. En la comisura de sus labios se dejó ver la cortada que se hizo cuando se afeitaba, antes de salir de su casa. “Estaba como loco, se bañó corriendo. Mientras se afeitaba estaba mirando cuando comenzó la transmisión del partido. Ese ‘niño’ no tiene reparo. Eso desayuna, almuerza y come fútbol”, dijo Ana Argenis Rivera, madre del novio, a quien tampoco le gusta el fútbol. Igual que el padre de Luis. Curiosamente su medio hermano, Santiago, es hincha del América. “Lindo, ahora se van a ver los dos en la B”, dijo sarcásticamente el viejo Santiago, refiriéndose a que Luis Miguel es hincha de Real Cartagena.

A las 4:32 de la tarde, Carolina, la prometida, entró al despacho y sentenció lo que menos quería escuchar Luis Miguel en ese momento: “Como van las cosas ni el segundo tiempo te vas a ver”, expresó la novia sin conocer que la demora fue intencional.

Luis y Carolina se conocieron hace seis años, pero solo hasta hace dos pudieron hacerse novios. Los padres de ella le pusieron como condición a Luis que Carolina debía terminar sus estudios de Administración de Empresas, en la Universidad de Cartagena, para que comenzaran la relación. En una de las primeras salidas, Luis la llevó al estadio Jaime Morón, a ver el clásico costeño que ganó Junior, 2 por 0, el 22 de marzo de 2009.

“No me gusta mucho el fútbol, me distraje con la gente, viendo el bullicio y los colores en la tribuna”, dijo Carolina. A esa cita, Luis le apuntó un dato clave por la cual no la volvió a llevar a fútbol. “Cuando le dije que no le pagué una boleta para ver la tribuna sino el juego entre Real y Junior, miró al campo y lo primero que vio fue a Giovanni Hernández. Le gustó. No la llevé más”, contó la anécdota sonriéndose.

Solo hasta las 4:35 comenzó la ceremonia. Con la ‘tribuna’ llena con las padres y tíos de ambos, comenzó el partido más importante en la vida de estos dos cartageneros que se conocieron en la Iglesia evangélica Salvación y Vida del barrio El Silencio.

Llovieron las luces de los flashes de los celulares de todos los parientes. La notaria, en lugar de leer el documento público que en segundos firmarían y que los convertiría legalmente en marido y mujer, prefirió darles un consejo. “Comienzan una aventura maravillosa. No se traten como esposos, trátense todos los días como novios. La convivencia es complicada, habrán desacuerdos hasta por un partido de fútbol, pero siempre que vayan a levantar la mano que sea para abrazarse y demostrarse amor”. Después de esto los declaró marido y mujer.

La nueva pareja de casados se tomó las fotos de rigor con los familiares testigos; él la llevó a ella agarrada de la mano a echarle un vistazo al televisor que estaba en la sala de atención.

Cuando caminaban rumbo a un calle cercana a la Plaza de la Aduana, para tomar el taxi que los llevaría a la casa de Carolina, también en el barrio San Fernando, donde se celebró la cena familiar, llegó el primer regalo de bodas: gol de Falcao; el primero de los dos que anotó el ‘Tigre’, a lo que Carolina espera que su novio se convierta después de la cena de celebración.

Por Carlos Hurtado M.

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