Mejorar movilidad debe ser prioridad en el próximo cuatrienio
Un ingeniero civil, considerado una autoridad en el tema de tránsito y transporte, hace hoy varias recomendaciones sobre el tema de la semana, la movilidad, encaminadas a enriquecer el debate público sobre ese asunto.
En el caso específico de Barranquilla y su área metropolitana ahí tenemos problemas de movilidad urbana que implican crecientes desafíos y que exigen acciones puntuales, así como una clara disponibilidad política. El tema de la movilidad debe ser, definitivamente, una de las prioridades de la próxima administración.
Hace un par de años fue entregado el estudio del Plan Maestro de Movilidad que nos iba a dar unas orientaciones, tras una consultoría que costó más de $1.500 millones que debió haber entregado una línea de acciones, un derrotero. Sería interesante saber qué pasó con eso. Allí se dieron unas recomendaciones que se tienen que acoger; tiene que haber una hoja de ruta sobre el tema para poder hacer un trabajo planificado, coherente y que permita avanzar en la dirección deseada.
Pero más allá de lo que está en ese plan, hay unas cosas evidentes sobre las que hay que trabajar. Por ejemplo, recuperar espacio para el peatón. Yo creo que el peatón ha sido siempre la Cenicienta de la movilidad, prácticamente hemos entregado todo el espacio público a los automóviles, y hay que recuperar andenes. También construir facilidades para modos alternativos de transporte, como la bicicleta, por ejemplo, por lo que hace falta construir ciclovías, etc.
De igual manera, debe haber un claro, evidente y decidido apoyo a los sistemas de transporte público para que haya una real integración. Hay que avanzar a las siguientes fases y también construir infraestructura exclusiva para ese sistema de transporte público, más carriles exclusivos, más espacio, porque todavía ese sigue siendo el eje estructurador de la movilidad en Barranquilla.
Hay que jugársela por el Transmetro, hay que modernizarlo y darle prioridad. Uno de los problemas del sistema es que lo que se gana en la Troncal, porque va en carril exclusivo, después se pierde en la alimentación, que va sobre vías lentas. Por eso creo que hay que proponer carriles exclusivos en los recorridos de los alimentadores. También debe haber rutas alimentadoras en bicicleta, como ocurre en muchas partes. Hay que avanzar hacia una real multimodalidad en los esquemas de movilidad.
En esta ciudad, de cada 100 viajes motorizados, solo 20 se hace en auto; alrededor de 10 se hacen en moto y en taxi y un poco más del 60% se hacen en bus. Infortunadamente ha perdido parte de la proporción del mercado que antes tenía, pero hay que evitar que el transporte público siga cayendo y más bien hacerlo más atractivo, modernizarlo, integrarlo y darle facilidades para que no sea afectado por la congestión que generan los autos. En ese propósito hay que avanzar, sin lugar a dudas.
Por otra parte, también está el tema de formación ciudadana y de pedagogía. Es decir, la manera como nos comportamos en la vía, como compartimos el uso del espacio y la manera como los usuarios normalmente nos manejamos en ese espacio público también es causa de los problemas. Ahí hay que hacer una labor pedagógica.
En cuanto a la infraestructura, hay que hacer intervenciones selectivas, mirar cuáles son las obras de mayor impacto que se pueden hacer. Por ejemplo, vías importantísimas como la calle 72, o vías hacia el sur de la ciudad –en particular La Cordialidad– deben ser ajustadas en su geometría, con priorización del transporte público, a fin de que puedan aportar también a brindar la capacidad necesaria que permita circular bajo apropiados niveles de servicio.
No me caben dudas de que tenemos un uso desmedido del espacio público por parte de los vehículos, que genera congestión, que genera problemas de circulación en los peatones. Esos espacios hay que recuperarlos para la gente, y además, donde se permita, debería cobrarse, como en cualquier ciudad del mundo. Esto, además, desincentiva el uso del automóvil. Por lo tanto, también ofrece alternativas, como los medios alternativos de movilidad y el transporte público sobre los cuales, definitivamente, tiene que jugársela el futuro alcalde.
La sobreoferta de taxis es un tema en el cual también hay que trabajar y lograr una apropiada coordinación a nivel metropolitano, para evitar que mientras que en Barranquilla se hace un esfuerzo por reducir el número de taxis, que es excesivo para la ciudad, en otras partes sigan ingresando. Allí hay que plantear los estímulos necesarios.
No nos podemos olvidar del transporte de carga, para el que hay que ofrecer apropiadas medidas, como por ejemplo, fomentar el flujo nocturno de camiones para que no generen congestiones en las horas pico.
En cuanto al Atlántico –y también en Barranquilla–, me preocupa el incremento de la accidentalidad en el último año. Sin lugar a dudas, la gran mayoría de los muertos y heridos, corresponden a motociclistas y peatones. El tema del motociclismo es preocupante. Fuera de Barranquilla, el uso del casco es algo prácticamente exótico. La mayoría de las personas que utilizan la motocicleta no han tenido formación para ello. Aprendieron simplemente a manejarla y no tienen mayor conocimiento de las normas de tránsito. Hay que ejercer un apropiado control, porque se está muriendo la gente por eso. Para dar una idea, fuera de Barranquilla, el número de muertes en accidente de tránsito superó el número de muertes violentas por otras causas. Eso es extremadamente preocupante. Por eso la reducción de la accidentalidad debe ser uno de los puntos neurálgicos de cualquier plan de acción.
*Doctor en Ingeniería de transporte y profesor del departamento de Ingeniería Civil de Uninorte.
