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Negociadores de las Farc en Cuba.
Política

Ley del Montes: ¿Qué tanto mandan a las Farc desde La Habana?

El atentado en Briceño, Antioquia, y las amenazas contra candidatos del Uribe Centro Democrático hacen pensar, de nuevo, que no todos los frentes guerrilleros quieren la paz. | Análisis político.

Cuando faltan muy pocas horas para que empiece el año decisivo de los diálogos de paz de La Habana, la gran pregunta que deben responder los delegados de las Farc es la de si tienen o no mando sobre los distintos frentes que operan en el país. De la respuesta a la pregunta dependerá el resultado final de la negociación, pues ella debe mostrar no solo el compromiso de toda la organización guerrillera con la salida política al conflicto armado, sino el verdadero control de los jefes que negocian con el Gobierno sobre todos los combatientes del grupo armado irregular, que es, en últimas, lo más importante a la hora de negociar la desmovilización y reinserción a la vida civil de un “ejército ilegal”.

Curiosamente, cuando los voceros de las Farc en La Habana han sido abordados por los periodistas para que se refieran a este tema, sus respuestas han carecido de la contundencia que el asunto amerita, como ocurre en estos momentos con dos hechos que tienen que ver con una supuesta violación a la tregua unilateral que el grupo armado irregular decretó a partir del pasado 15 de diciembre y que debe prolongarse hasta el próximo 15 de enero.

Uno de los sucesos es la destrucción de un helicóptero de la Policía en Briceño, Antioquia, donde resultó herido un agente, y el otro tiene que ver con las amenazas de muerte que habrían recibido por parte de las Farc varios candidatos del movimiento Uribe Centro Democrático, UCD, en Putumayo, como lo denunciaron el expresidente Álvaro Uribe y el candidato presidencial Óscar Iván Zuluaga.

Pero no solo son casos recientes los que no obtienen respuestas concretas y contundentes por parte de los delegados de las Farc. Otros más distantes en el tiempo –pero igualmente graves– como el atentado al Club El Nogal de Bogotá siguen siendo eludidos por los delegados de las Farc en La Habana, quienes solo se limitan a decir sobre ese particular que “ese es un tema que está siendo investigado para informarle a la opinión pública”.

El que los voceros de las Farc admitan si tienen control o no sobre todos los frentes es, pues, fundamental para la negociación. Si lo tienen quiere decir que al final del proceso no habrá ‘bandas criminales’ que empiecen a actuar por su cuenta y a causar tanto o más daño que el que han producido quienes lleguen a desmovilizarse. En otras palabras: no habrá bacrim secuestrando, asesinando y narcotraficando a lo largo y ancho del país, que es el mayor temor que tienen quienes no creen en el éxito de los diálogos.

Si los jefes de las Farc reconocen que no tienen control sobre todos sus frentes le hacen un enorme favor a la negociación, pues ello le permite al Gobierno, concretamente a las Fuerzas Militares, diseñar planes y ofensivas para golpear y neutralizar a quienes decidieron no participar del proceso de paz, como, al parecer, es el caso de la columna ‘Teófilo Forero’ y los frentes 36 y 45, entre otros.

Aunque no es una decisión fácil para los voceros de las Farc, reconocer ese hecho no será interpretado como una prueba de debilidad, sino, todo lo contrario, una demostración de sinceridad, cuyo propósito no es otro que el de darle una mayor transparencia a los diálogos. “Difícil que los jefes de las Farc reconozcan que no tienen mando sobre todos los frentes. Unos lo hacen por estrategia, para no mostrarse débiles ante la contraparte, y otros por simple orgullo”, me dijo un ex comisionado de paz a quien le pregunté por dicha posibilidad.

El reconocimiento de no tener el control sobre todos los frentes liberaría, además, a los delegados de las Farc en La Habana del desgaste que les significa tener que dar explicaciones constantemente sobre los actos cometidos por columnas o frentes que no siguen sus directrices y que –obviamente– no creen en los diálogos.

De igual manera, asuntos delicados de la negociación, como el narcotráfico, sobre el que Estados Unidos tiene particular interés, podrían tratarse en la mesa con absoluta franqueza, ya que se sabría quiénes –dentro de las Farc– están metidos en el negocio y quiénes no. Quitarse ese piano de encima contribuiría a agilizar mucho más las conversaciones, puesto que ya no habría ruedas sueltas que las afecten. ¿Qué tanto control tienen los delegados de La Habana sobre los frentes guerrilleros? ¿Habrá bacrim guerrilleras? ¿Está negociando el Gobierno con los jefes de las Farc indicados? ¿Quién ha roto la tregua navideña decretada desde La Habana?

Los tiempos de Marulanda y Jacobo

Las Farc que negocian en La Habana poco o nada tienen que ver con las que fundaron Manuel Marulanda (foto) y Jacobo Arenas en los 50.

Aquel era un grupo guerrillero con un profundo arraigo campesino de todos sus integrantes. Tanto Marulanda como Jacobo Arenas, así como los llamados “Marquetalianos”, ejercían pleno dominio sobre los frentes, y quienes no estaban dispuestos a seguir sus orientaciones se veían obligados a montar rancho aparte, como ocurrió con el M-19 y otros grupos guerrilleros.

Los visitantes de Casa Verde en tiempos de Belisario Betancur sabían muy bien que negociar con Marulanda y con Arenas era hacerlo con las Farc en pleno. Algo similar ocurrió en Tlaxcala, México, donde los delegados de las Farc, entre ellos Alfonso Cano, Iván Márquez y Pablo Catatumbo, debían reportar a sus jefes todas las noches los pormenores de las jornadas. Eso cambió drásticamente.

Las Farc de hoy carecen de jefes con plenos poderes que sean capaces de controlar toda la organización. Ni siquiera Alfonso Cano, que fue el último comandante con mayor ascendencia sobre los combatientes luego de la muerte de Marulanda, logró tener manejo absoluto sobre los frentes, pues dentro del Secretariado había jefes que miraban con recelo su origen urbano –no campesino– y su disposición al diálogo y a la salida negociada. Las Farc se nutren hoy del narcotráfico y varios de sus jefes se comportan más como capos narcotraficantes que como comandantes guerrilleros. Esa es una realidad que en La Habana no pueden desconocer.

¿Habrá ‘bacrim’ de las Farc?

El fenómeno criminal que se vivió con la desmovilización de los grupos de autodefensas que operaban en el país, muchos de cuyos integrantes terminaron haciendo parte de las llamadas ‘bandas criminales’ (bacrim), podría repetirse en el caso de las Farc. Ello es así porque –al igual que los jefes paramilitares– en las Farc el control sobre toda la organización no lo tienen quienes negocian con el Gobierno, algo que Márquez, Catatumbo y compañía (foto) se niegan a reconocer.

La columna ‘Teófilo Forero’, por ejemplo, opera como una rueda suelta y sus actos terroristas, como ataques a la población civil, son interpretados como un abierto desafío a quienes negocian con el Gobierno a su nombre. Se trata de la columna con más poder económico y militar dentro de las Farc. Sus recursos provienen directamente del narcotráfico, y sus jefes, entre ellos el Paisa, son considerados estrategas militares con muy poca disposición al diálogo. Otro tanto ocurre con frentes que operan en Putumayo y Antioquia, que son señalados por las autoridades de realizar los actos de terror con los que se habría violado la tregua unilateral decretada por los delegados de las Farc en La Habana.

Es obvio que si estas columnas y frentes de las Farc no hacen parte de la negociación, como se supone por los actos que realizan, entonces tanto el Gobierno como las propias Farc deben darles un tratamiento distinto al de quienes sí están dispuestos a jugársela por la salida negociada.

¿Quién controla a las Farc en Antioquia?

Dos días después de decretada la “tregua navideña” por las Farc desde La Habana, un helicóptero de la Policía Nacional fue destruido en la población de Briceño, Antioquia, hecho en el que un agente resultó herido. El director de la Policía, general Rodolfo Palomino, no dudó en responsabilizar de la acción terrorista a los frentes de este grupo guerrillero que operan en el departamento. Lo propio hizo el gobernador Sergio Fajardo, quien, inclusive, en Twitter, cuestionó el verdadero compromiso de las Farc con la tregua unilateral. La respuesta desde La Habana, como ha ocurrido tantas veces, sigue sin producirse. En lugar de responder por estas acciones, los delegados de las Farc en la isla han aprovechado la temporada decembrina para descalificar, una vez más, al gobierno con quien negocian, en cabeza del presidente Santos, a quien llamaron “reaccionario” y “comprometido hasta los tuétanos con el imperialismo norteamericano, militarista, guerrerista y oligárquico”. Pero no dijeron ni una palabra sobre la amenaza de los candidatos del UCD y del atentado al helicóptero de la Policía, que es lo que la opinión pública desea saber. ¿Será por aquello de que el que calla otorga?

Candidatos amenazados en plena tregua

Llama la atención que un hecho tan grave como las denuncias del expresidente y aspirante al Senado Álvaro Uribe y del candidato presidencial Óscar Iván Zuluaga, en el sentido de que miembros de sus listas al Congreso están siendo amenazados de muerte por las Farc, no reciba una respuesta clara y contundente, tanto del Gobierno como de los voceros del grupo guerrillero en La Habana.

El Gobierno, porque está en la obligación de garantizar la integridad y la vida de todos los colombianos, incluyendo, por supuesto, a quienes pretenden llegar al Congreso de la República con banderas contrarias a las oficialistas. Las denuncias, tanto del expresidente Uribe como del exministro Zuluaga apuntan directamente a frentes de las Farc que operan en Putumayo, entre ellos el 45.

“Bandidos de Farc amenazan a nuestros compañeros en Putumayo. Les exigen renunciar”, escribió Uribe en su cuenta Twitter. Tanto Uribe como Zuluaga demandaron del presidente Santos respuestas y compromisos concretos que garanticen la integridad y la vida de los aspirantes del movimiento Uribe Centro Democrático.

Y en lo que tiene que ver con las Farc, sus voceros en La Habana tienen la obligación de informarle al país si quienes amenazan a los candidatos uribistas son miembros de la organización guerrillera, pero si no es así, entonces deben informar quiénes lo hacen, puesto que se trata de una zona donde las Farc hacen presencia desde hace muchos años.

Lo que no pueden pretender unos y otros –Gobierno y Farc– es que un hecho tan grave pase desapercibido.

Por Óscar Montes

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