El Heraldo
El senador Álvaro Uribe Vélez llegó acompañado de María del Rosario Guerra. Johnny Hoyos
Política

El primer día de Álvaro Uribe en el Congreso

Durante la instalación del Legislativo, el senador del Centro Democrático evitó encontrarse con el presidente Juan Manuel Santos.

El 20 de julio, con la llegada de Álvaro Uribe Vélez  al recinto del  Capitolio Nacional, se acabaron las especulaciones sobre si se posesionaba o no. Finalmente sí lo hizo, y ahora, lo que se prevé es un Legislativo, a pesar de las mayorías, muy diverso, con cabezas visibles y polémicas como la del expresidente, el exgobernador de Santander Horacio Serpa Uribe, el exgobernador de Nariño Antonio Navarro Wolf, la senadora Claudia López y los parlamentarios que personifican la oposición legítima como Jorge Enrique Robledo, Germán Navas Talero e Iván Cepeda.

Uribe Vélez, cercado por su cuerpo de seguridad y por escuderos que parecen parte de él, como el senador Ernesto Macías, intentó llegar sin aspavientos, no obstante, todo el tiempo fue requerido para el saludo por otros legisladores y por distintas personas que se contaban entre los invitados y quienes buscaban un apretón de manos, la fotografía y el autorretrato, o para usar una palabrita de moda, la respectiva “selfie”.

Ocupó la silla asignada en la plenaria del Senado, en un costado no tan visible ni protagónico. Se ubicó, eso sí, al lado extremo de sus opositores políticos y evitó a toda costa cualquier encuentro con el presidente Juan Manuel Santos. No hubo un buenas tardes entre ellos, y mientras el primer mandatario reiteraba sus pensamientos sobre la necesidad de la paz, Uribe agachaba la cabeza, y por momentos, bostezaba.

El consabido discurso del jefe de Estado relativo a la imperiosa necesidad de firmar la paz, y del Congreso de legislar para ratificarla, fue aplaudido por la mayoría  de honorables parlamentarios, mas no por el senador, primer expresidente de la República que llega a ocupar una curul en el Salón Elíptico, aunque no es la primera vez que Uribe Vélez funge como senador, pues ya lo había hecho durante dos periodos, entre 1986 y 1994.

Uribe Vélez no aplaudió y mantuvo la mirada gacha hacia un libro y unos documentos que mantuvo en su puesto. Mientras tanto, Santos Calderón terminaba su alocución en medio de una moderada ovación a la que no se sumaron ni los parlamentarios del Centro Democrático, ni los del Polo Democrático. El presidente fue acompañado de regreso a la Casa de Nariño por la Comisión Protocolaria, y su antiguo aliado político, logró su propósito de evitarlo. Santos por un lado, y Uribe por el otro.

El representante Hernán Penagos ordenó un receso, y el senador salió raudo son su séquito, con Macías a  la cabeza, rumbo al segundo piso del Capitolio, a echarle un vistazo a las que serán sus oficinas durante los próximos cuatro años. En los pasillos fue asediado por  los invitados, familias completas de padres, hijos y suegras. Luego volvió al Elíptico, y ante el acto de juramento de los 267 congresistas, se contó entre los pocos que alzó su mano derecha a media asta. 

El Congreso en pleno se disgregó para que  por aparte Senado y Cámara nombraran las mesas directivas, ya en el salón de plenarias, sin escoltas, pero con la corte de políticos que no lo deja: Paloma Valencia, Alfredo Rangel y, por supuesto, Ernesto Macías, el senador Uribe Vélez se ubicó en el centro de la tercera fila a la derecha, con un perfil dosificado, y tal cual lo dijo un legislador que también tomó posesión, “como un colega más”.

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