La prematura partida de nuestro Editor General, Ernesto McCausland Sojo (1961 – 2012), es un duro golpe para esta Casa Editorial que lo acogió con un inmenso cariño y donde encontró todo el calor humano que lo llevó a convertirse en uno de los grandes cronistas del país.
Ernesto supo retribuir con creces todo el afecto prodigado, y hasta sus últimos días fue siempre un orgullo de EL HERALDO, así como de Barranquilla y toda la Región Caribe, que se deleitaron con sus escritos y disfrutaron a plenitud sus películas y documentales. Pese a tanto cariño y admiración de nuestra parte, tenemos que reconocer que fue mucho más lo que Ernesto nos dio que lo que nosotros humildemente pudimos ofrecerle en su corto pero fructífero ciclo vital. La huella que Ernesto deja en esta Casa Editorial será perenne y sobre ella caminarán las futuras generaciones de cronista de la Región Caribe.
Desde sus años mozos, cuando llegó por primera vez a esta Casa Editorial, en 1982, para desempeñarse como redactor judicial, Ernesto supo ganarse a pulso el respeto de sus colegas, así como de sus superiores, quienes supieron pulir su desbordante talento para cultivar uno de los considerados géneros mayores del periodismo: la crónica, que terminó siendo para Ernesto una especie de trinchera desde la cual pudo mostrarnos aquellas historias extraordinarias que solo un olfato privilegiado como el suyo podía revelar.
De la mano de Ernesto, Barranquilla y el país descubrieron hechos y personajes que quedaron para la posteridad, como aquella de un pueblo donde un día “llovieron plátanos”, o la del hombre aquel que “construyó su palacio en un frondoso árbol de mango barranquillero a donde se fue a vivir para ser completamente feliz”, o la de los ingeniosos conductores sabaneros que prefirieron comprar un lote justo al lado del peaje para hacer un atajo que les permitiera evadir el pago de la tarifa, historia que recreó en Mundo Costeño, uno de sus programas emblemáticos en Telecaribe. Y es que donde los demás veían historias sosas o poco interesantes, Ernesto encontraba una veta para escribir una crónica.
Ahora que EL HERALDO está próximo a celebrar sus primeros 80 años de vida, quienes hacemos parte de esta Casa Editorial no podemos menos que expresar nuestro profundo agradecimiento a Ernesto McCausland Sojo, porque jamás fue inferior al reto impuesto por quienes, como él, encontraron en la crónica la mejor herramienta para “contar mejor el cuento”, como tan sabiamente lo expresó ese otro gran cronista, nuestro Nobel Gabriel García Márquez, quien contribuyó a la formación personal y profesional de Ernesto. Gabo fue el Maestro que desde las páginas de EL HERALDO marcó la senda que otros han seguido, entre ellos Ernesto.
El talento de Ernesto lo llevó a incursionar con éxito por distintos medios como la televisión, donde sus crónicas marcaron verdaderos hitos, ya sea desde el inolvidable Mundo Costeño, pasando por el Noticiero QAP, donde se desempeñó como cronista y presentador. La radio tampoco le fue ajena, pues integró la mesa de trabajo de Caracol Radio, donde fue feliz haciendo crónicas. El cine, la literatura y el documental fueron también instrumentos utilizados por Ernesto para exorcizar su genio creativo.
En todos esos campos queda un legado para que los nuevos periodistas, escritores, cineastas y documentalistas del país en general y del Caribe en particular, puedan nutrirse, sabiendo que cada uno de esos textos fue elaborado por Ernesto con honestidad, pasión, rigor y profundo amor.
Al ganar el Premio Simón Bolívar de Periodismo a la Vida y Obra en octubre pasado, Ernesto escribió un conmovedor texto que recoge su pensamiento sobre la crónica periodística. “No defiendo la crónica por algún motivo romántico, de poeta nostálgico. Lo hago porque creo que, a través del aprovechamiento pleno de los recursos del lenguaje, del vuelo del espíritu que ella implica, de las herramientas estilísticas que aporta, de la honestidad que demanda, de su exploración real del ser humano, nos aproximamos más a la verdad”, dijo en aquella solemne ocasión.
Hoy, cuando con profundo pesar y con un inmenso dolor debemos reconocer que Ernesto no estará más con nosotros, al menos físicamente, pues su legado perdurará por siempre en esta Casa Editorial, queremos rendirle un sentido y sincero homenaje al amigo y colega, pero sobre todo a una gran ser humano que supo hacernos más felices a todos y contribuyó de manera significativa a hacer más grande a EL HERALDO, que fue siempre su casa. Sus seres queridos, a quienes expresamos nuestros sentimientos de pesar, pueden sentirse orgullosos de la Vida y la Obra de Ernesto McCausland Sojo, el gran cronista del Caribe.
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