Por un Caribe unido
Las esperanzas que se han venido trazando desde la firma de los Tratados de Libre Comercio son hoy hechos concretos y prometedores, principalmente en cuanto a infraestructura vial y conectividad.
El buen momento de la Región Caribe ha dejado de ser una frase de cajón para convertirse en una realidad palpable para los ciudadanos, que ven esas palabras, repetidas durante años por los gobiernos de turno, traducidas ahora en una serie de adjudicaciones de obras clave para su desarrollo y su competitividad en el escenario internacional. Las esperanzas que se han venido trazando desde la firma de los Tratados de Libre Comercio son hoy hechos concretos y prometedores, principalmente en cuanto a infraestructura vial y conectividad. Sin embargo, son varias las tareas que siguen pendientes y las nuevas necesidades que surgen ante este panorama, que plantea como primer reto la exigencia de fortalecer la unidad y la autonomía regional, para aprovechar mejor y potenciar al máximo el buen momento.
La conformación de una bancada costeña en el Congreso de la República, una comisión que por primera vez en la historia agrupa a todos los parlamentarios de esta parte del país, puede contribuir a esa empresa, al aumentar las posibilidades de los ocho departamentos de la Región de funcionar como un bloque. A la vez que mandatarios locales, empresarios y ciudadanos costeños aportan su cuota al desarrollo regional, el Gobierno Nacional ha asumido el compromiso de corregir el rezago histórico del Caribe colombiano. De esta manera ha crecido el número de buenas noticias para reportar día a día, gracias a la cristalización de viejos anuncios de inversiones cruciales, que parecían condenadas a que nunca fueran llevadas a cabo. Algunos de los ejemplos más recientes son la adjudicación del proyecto de navegabilidad del río Magdalena por $2,5 billones, para hacer un 100% navegable este canal vital para aumentar el transporte de hidrocarburos desde el Caribe, producto que ya representa cerca del 60% de las exportaciones colombianas; las dobles calzadas entre Barranquilla, Santa Marta y Cartagena, para garantizar, entre otras cosas, un mejor flujo de carga entre los puertos costeños; y el avance de los procesos licitatorios para el nuevo Puente Pumarejo, el aeropuerto Ernesto Cortissoz y el Hotel El Prado, que el Gobierno se ha comprometido a culminar en 2015.
El gran desafío es que la nueva ola de prosperidad consiga permear todas las capas de la sociedad costeña. Si bien sus capitales se vienen consolidando entre las ciudades con las menores tasas de desempleo mes tras mes, esta Región aún tiene un 25% de su población con las necesidades básicas insatisfechas, según el Departamento Nacional de Planeación. Y aunque la pobreza viene cediendo a un ritmo cada vez mayor, sigue en un poco alentador 41%. Por eso, hoy más que nunca el Caribe debe cerrar filas en torno al propósito de que la gran zancada en infraestructura nos lleve a todos hacia adelante; no solo al sector productivo, también a los muchos que tienen poco. EL HERALDO cree que es posible. Las metas conseguidas dejan ver que cualquier objetivo se puede lograr si hay un trabajo comprometido y unificado. Por lo cual, dedicamos esta edición especial a exaltar esas ilusiones materializadas; los pasos que ya hemos dado, que muestran que el único límite del camino son nuestros propios sueños.
