Hoy en día la generación de conocimiento es el factor determinante a la hora de hablar de desarrollo sostenible. Con la globalización de la economía ya no es suficiente crecer a partir de factores productivos tradicionales como el capital y el trabajo.

Al respecto, existe un consenso entre el Banco Mundial y la OECD sobre cinco componentes necesarios para que los países soporten su desarrollo en una economía basada en conocimiento. Esto son: Capital humano calificado y uso intensivo del conocimiento en la producción; Alto nivel de competitividad y vocación hacia el mercado exterior; Marco institucional y capital social adecuado para disminuir los costos de transacción de las actividades económicas; Existencia de sistemas de innovación en conjunción con una buena capacidad emprendedora; y Adecuada infraestructura de información, comunicación y tecnología.

Uno de los aspectos más importantes es lo que se refiere al capital humano. Para países como Colombia, el nivel de formación de la población es la base para mejorar en competitividad frente a los mercados internacionales. De acuerdo con el Índice Global de Competitividad 2012, del Foro Económico Mundial, el país se ubica en el puesto 67, entre 144 países, en cuanto a la calidad de su educación superior y formación para el trabajo y su contribución a la competitividad de la economía nacional.

Para el Consejo Privado de Competitividad —organización que busca impulsar políticas y estrategias que permitan mejorar la competitividad del país—, el principal reto está en la educación superior, pues la cobertura bruta sigue siendo baja (40,3 % en 2011). El gobierno de Santos se ha planteado como meta incrementarla a 50 % para 2014.

La educación superior no solo tiene implicaciones en términos del stock de capital humano. También fortalece el mercado laboral y las condiciones sociales de la población: a mayor nivel educativo, mayor es la tasa de vinculación al sector formal.

Cifras del Observatorio Laboral para la Educación, del Ministerio de Educación Nacional y el Dane, señalan que la vinculación al sector formal en el país es de 78,8 % para los universitarios, 91,9 % para los que tienen especialización, 91,5 % para los magísteres y 94,3 % para los doctores. Para aquellos que tienen estudios de nivel superior es de 23,4 %, para los que han cursado hasta bachillerato es de 57,5 %; y hasta primaria, de 79 %.

La clasificación del mercado laboral colombiano en el puesto 88, entre 144 países, obedece a una asignación ineficiente del recurso humano a nivel intersectorial e intrasectorial.

En su Informe Nacional de Competitividad 2012-2013, el Consejo Privado de Competitividad hace un ejercicio interesante para medir la productividad relativa de los sectores productivos. Tomó los datos de Colombia y Estados Unidos y estimó que la productividad agregada colombiana es del 20 % de la estadounidense.

Los sectores en los que tenemos una productividad mayor son los intensivos en capital (minería 55,79 %, electricidad, gas y agua 42,31 %), mientras nuestra ineficiencia aflora en sectores como la agricultura, 9,56 %; el transporte, 12,36 %, y el comercio, 14,87 %. Estos son sectores menos productivos, pero concentran la mayoría del empleo, entre los tres agrupan 53 de cada 100 trabajadores en el país. De ahí que no logremos ser competitivos, pues nuestro recurso humano se encuentra en sectores ineficientes.

Hace falta un capital humano más innovador

Para el Foro Económico Mundial el tercer índice que condiciona la competitividad del país, luego de los requerimientos básicos y de factores que mejoran la eficiencia, son los factores de innovación y sofisticación. En este aspecto Colombia recibe una clasificación de 66, entre 144 países; pero 10 puestos menos que en 2011. Este índice esta conformado por dos pilares: el de sofisticación de los negocios y el de innovación. Colombia ocupa el puesto 63 en cuanto al primero y el 70 para el segundo. El mayor retroceso del país en competitividad, según el escalafón, en términos relativos a los países evaluados, fue en innovación, con una caída de 13 posiciones.

En su estudio el organismo concluye que cualquier esfuerzo que se haga en acumular factores de producción, sin que esté acompañado con actividad innovadora, está destinado a tener rendimientos decrecientes en el tiempo.

La estructura económica mundial ha designado a la innovación como el factor de progreso económico. La evidencia muestra que los países más competitivos son aquellos que innovan, los cuales han basado su capacidad de generar nuevas ideas y mejorar las existentes en su capital humano. Si Colombia mejora la cobertura y la calidad de su educación superior entonces se encaminara a ser más competitiva.

Región Caribe le apuesta a la formación

En el marco del Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación los departamentos de la Región han estructurado iniciativas para recibir apoyo del Sistema General de Regalías para emprender proyectos de formación de capital humano.

Ya se aprobaron los proyectos de Bolívar, La Guajira, Magdalena, Sucre y Cesar. El proyecto de la gobernación del Atlántico, que se aspira sea aprobado en el OCAD de agosto, busca formar en los próximos cinco años 40 doctores, 35 magísteres y 100 jóvenes investigadores en sectores claves de acuerdo a las apuestas productivas del Atlántico, consignadas en el Plan Estratégica Departamental de Ciencia y Tecnología.

Rezagos en la estructura institucional y física

La capacidad de una economía para traducir el capital humano en competitividad está en función de dos estructuras o andamiajes claves: la institucionalidad del país y su infraestructura. Su importancia la refleja el Foro Económico Mundial al catalogarlas como los dos primeros pilares de lo que denominan requerimientos básicos para la competitividad.

Las instituciones están determinadas por el marco legal y administrativo en el cual interactúan los individuos, las empresas y el gobierno para generar bienestar. Poseer instituciones adecuadas se traduce en mayor competitividad y crecimiento económico.

La calidad de las instituciones colombianas es baja, por lo que solo ocupa el puesto 109, entre 144 países, en cuanto al aporte que estas hacen a la competitividad del país. Con relación al año 2011, Colombia perdió 9 puestos; antes se ubicaba en el 100, lo que evidencia un deterioro relativo de sus instituciones del 5,3 % en relación al resto de países de la muestra.

Para que el sector productivo pueda estar conectado y funcionar de forma eficiente es indispensable contar con una infraestructura extensiva y acorde a las necesidades del país, pues permite integrar regiones apartadas en un solo gran mercado nacional.

El caso colombiano evidencia esto claramente. Lo distante de las regiones del país, sumado a la difícil topografía del territorio, hace que la deficiente infraestructura nacional se traduzca en mercados segmentados y altos precios de los productos finales por el costo para transportar la mercancía al interior del país o hacia los puertos de cara a exportar.

La infraestructura nacional ocupa el puesto 93 en el ‘ranking’ del Foro Económico Mundial para el año 2012, cayendo 8 casillas con relación a la posición de 2011 y 14 con relación al de 2010. Descenso explicado en parte por el daño ocasionado por las olas invernales y la parsimonia en la ejecución de obras por parte del gobierno nacional.

Según un estudio de Fedesarrollo el país cuenta con una infraestructura con un déficit del 30 % frente a las necesidades actuales, situación que para ser revertida demanda una inversión superior a los $20 billones anuales (3,10 % del PIB nacional).

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