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Cómo unir más a la Costa

El propósito es que tenga mayor capacidad para promover su propio desarrollo.

La Región Caribe viene albergando desde hace mucho tiempo el deseo de obtener autonomía política y administrativa en Colombia, para lograr el desarrollo integral de los ocho departamentos que la conforman, con una forma de gobierno cuyas decisiones fundamentales no dependan del poder central.

El propósito es que tenga mayor capacidad para promover su propio desarrollo, planificar, administrar sus recursos e invertir lo que corresponde a su proceso de desarrollo económico, social y cultural.

Sin embargo, aunque la Constitución de 1991 dejó la posibilidad de crear provincias y conformar regiones, el Congreso no ha reglamentado la Ley Orgánica que instituya un ente territorial autónomo que abarque toda la región.

El centralismo ha generado un desarrollo desigual y la región andina le lleva distancia a otras zonas del país, entre ellas la Costa Caribe.

Los expertos Fidel Llinás Zurita, Jairo Parada y Rachid Náder hablan de la institucionalidad en la Costa, del gobierno autónomo y de cómo unir más a la región.

Fidel Llinás Zurita
Decano de la facultad de Ciencias Humanas de Uniatlántico.

Sabemos por los debates públicos en la prensa escrita y hablada que los ciudadanos de la Costa Norte anhelan vivir en una Región Caribe autónoma, líder y progresista.

En las elecciones presidenciales recientes (segunda vuelta), esta Región demostró que puede decidir políticamente el destino de este secuestrado país, y en ello coincidieron  las regiones Pacífica y Santandereana. 

Este hecho histórico puso de manifiesto que las regiones proclaman autonomía regional porque están maniatadas por el centralismo político que ha controlado y muy seguramente ha impedido durante dos centurias el desarrollo de estas regiones.

Una muestra de esto es que el desarrollo está supeditado a la Región Andina colombiana. Su inversión se da en todos los aspectos consolidando un progreso notable en todos los sectores de la economía, sean estos técnicos, sociales, políticos, educativos o científicos.

Hace ya mucho tiempo que las regiones periféricas adolecen de líderes que cuestionen el centralismo –tal como lo constata nuestra historia política– y que luchen por impulsar el desarrollo progresista que se da solo desde el aspecto económico, cultural, social, educativo y participativo de la regiones mencionadas.

En buena hora se viene hablando desde el 2008 de Autonomía Regional y Descentralización, conceptos que fueron acogidos en los círculos académicos de la Universidad del Atlántico y otros claustros universitarios, pero que ya deben germinar en pro de nuestra olvidada región. 

Jairo Parada
Economista y docente de Uninorte.

La Región Caribe no ha podido todavía alinear sus hábitos de pensamiento con los requisitos de una sociedad moderna, lo cual implica mayor democracia, más sociedad civil y mucha democratización económica.

Sus ciudades registran progreso material y crecimiento económico, pero ello no va acompañado de cambios fundamentales en la institucionalidad política. Predominan las empresas electorales que capturan las rentas del Estado, y los partidos en general son débiles.

La regionalización del Caribe se necesita como palanca para promover el desarrollo. Este no caerá del cielo con la solo extensión de la educación y la salud como muchos creen. Ello importa, pero se necesitan transformaciones materiales que cambien también el modo de pensar de sus habitantes, que los saquen de su servidumbre rural y urbana.
Para ello, urge un fuerte desarrollo productivo, tanto en el campo como en las ciudades, con una industrialización abierta al mundo, exportadora y competitiva, pero que atienda bien el mercado doméstico nacional y regional.

Esto implica que las gobernaciones empiecen a pensar en grande. En ver que en la creación de un ente regional, que promueva y apuntale proyectos de impacto regional, se encuentra la salida a nuestra falta de unificación regional, cuyas élites aisladas unas de otras son fácil presa del gobierno nacional. El drama de las regalías lo ha demostrado. No se pueden dispersar en proyecticos de poco impacto.

Hay que resolver el tema de la infraestructura terrestre transversal que una los sures. Que conecte los mercados agrícolas y ganaderos con sus ciudades. Pero además, se necesita la presencia de nuevas fuerzas políticas que posean un discurso regional, que propugnen por un camino propio, sin copiar lo de España o lo de Francia, buscando nuestros propios diseños.

Rachid Náder
Rector de Unilibre

Actualmente la tendencia mundial en materia de ordenamiento territorial se dirige hacia la regionalización como una reacción contra el poder centralizado de los Estados.

En Europa, por ejemplo, los casos de España, Italia y Francia muestran diferentes formas de regionalización con algunas diferencias. Mientras que en España e Italia esta manera de organizar el Estado tiene fundamentos y matices políticos sujetos a una realidad histórica, así como a unos determinantes geográficos e identidades poblacionales, en el caso francés la regionalización es vista más como una técnica para la mejor prestación de los servicios a cargo del Estado.

En Colombia, a lo largo de la historia ha predominado un esquema centralista, que ha sofocado a las provincias.

En el muro de las lamentaciones han quedado manifestaciones democráticas masivas como el Voto Caribe, donde más de dos millones y medio de habitantes del Caribe le dijeron “sí” a la creación de la región como entidad territorial con autonomía política.

Los departamentos hoy en día no interpretan ni expresan una realidad económica y social. Es latente la diferencia cultural que existe dentro de un mismo departamento, entre el norte y el sur de Bolívar o del Cesar, para citar ejemplos. El departamento terminó siendo una circunscripción electoral. Por eso está en crisis, lo burocratizaron y lo clientelizaron.
Hay que pensar entonces en suprimir los departamentos y crear regiones. Colombia es un país de regiones, así como de ciudades y pequeños municipios. Esa es una realidad geográfica, histórica, política, económica y social que nos pone a pensar en la pertinencia de la región como una nueva entidad territorial, que genere progreso y desarrollo para el Caribe colombiano.

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