El Heraldo
Una wayuu camina hacia el puesto de migración venezolano. Ningún miembro de la etnia sella pasaporte, ni en la actual crisis. Héctor Palacio, enviado especial
Colombia

Las fronteras no existen para la Gran Nación Wayuu

Los indígenas de Colombia y Venezuela conforman un solo pueblo que comparte el mismo territorio por el que se movilizan sin restricción, a pesar de la crisis binacional

Seis kilos de arroz y dos de azúcar traía Patricia Guerrero de Maracaibo a Maicao donde vive parte de su familia, pero, casi llegando a la población venezolana de Guarero, un guardia de ese país le dijo que los productos quedaban decomisados. Abrió dos de las bolsas y tiró el contenido al piso.

“No respetan que somos wayuu y podemos estar allá o acá”, cuenta indignada la indígena colombiana, quien viaja constantemente a visitar a sus tíos, primos y sobrinos que viven en las dos naciones.

Al mediodía, en medio del sudor y el sofoco, llegó a Paraguachón, en la frontera binacional, abordo de una motocicleta conducida por un wayuu venezolano.

La travesía de Guerrero es la misma que a diario hacen miles de integrantes de esta etnia que ocupa 17.300 kilómetros cuadrados entre el departamento de La Guajira, en Colombia, y el Estado Zulia, en Venezuela.

Bajo la sombra de un neem, la mujer relata que después de su reclamo los guardias venezolanos callaron y le hicieron señas para que siguiera su camino. “Ellos a veces nos molestan, pero a los grandes camiones que llevan contrabando los dejan pasar”. Su lamento era porque lo que traía “no era para vender”, sino para su hogar que está en una ranchería de Maicao. “Allá (en Venezuela) sale más barato lo que compré para que comieran mis hijos”, explica Patricia, quien se tapa la cara con un trapo para resguardarse del sol.

VIAJES SIN FRONTERAS

Así como para ella no hay límites, los mototaxistas wayuu venezolanos Joan González y Mario Fernández afirman que la etnia “no tiene la frontera”. Los dos trabajan en La Raya donde esperan a sus clientes, en su mayoría indígenas.

“Viajamos a Guarero y a Paraguaipoa llevando y trayendo paisanos”, dice González sin la menor preocupación por la crisis que nuevamente viven los dos países. “No me afecta en nada si cierran la frontera, para eso están las trochas”, afirma con sonrisa pícara.

Su respuesta tiene que ver con la especulación de que la frontera en La Guajira será cerrada en cualquier momento, por la confrontación política y social que desató el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con su decisión de expulsar a miles de familias colombianas del Estado Táchira limítrofe con Cúcuta, Norte de Santander. Transportadores informales como González y Fernández tienen claro que “seguiremos trabajando” a través de los caminos que en la Alta Guajira comunican con el vecino país.

TERRITORIO ANCESTRAL

En La Raya también trabaja María Ramírez Pushaina, quien vive en Guarero y vende, en una pequeña mesa que instala en medio de dos locales comerciales, artículos de aseo personal, leche en polvo, enlatados y desinfectantes para el hogar.

Cuando se le pregunta de dónde es, responde tímidamente: “De allá, pero tengo familia acá”.

Cuenta que es madre soltera de cuatro hijos y por eso sí le preocupa que cierren el paso fronterizo porque no podría traer los productos venezolanos para venderlos y así sostener a los suyos.

Guerrero, González, Fernández y Ramírez hacen parte de la llamada Gran Nación Wayuu, territorio ancestral binacional en el que no existen fronteras, ni territoriales, ni culturales y mucho menos geográficas.

La movilidad de ellos es permanente entre los dos países, desde los municipios de Uribia y Maicao principalmente rumbo a Venezuela, bien sea en vehículos, motos y hasta a pie, sin que las autoridades de los dos países les obstaculicen el tránsito, ni siquiera en estos momentos de la crisis que se ha asomado por Paraguachón con la deportación de 244 colombianos, entre niños y adultos, y la asistencia humanitaria a otros 294 que por temor se vinieron voluntariamente.

SIN PASAPORTE

En La Raya los wayuu no sellan pasaporte. Nadie lo tiene. Es común verlos pasar de largo entre los dos puestos fronterizos, uno marcado con la letra C y otro con la V. Cuando no lo hacen a pie en busca de algún transporte al otro lado de la frontera, van en las trojas de los camiones o camionetas 350, algunas veces sentados y otras de pie.

Un funcionario de la Oficina de Migración de Venezuela, en la frontera con Paraguachón dijo que hay guardias de ese país que son de origen wayuu y hablan wayuunaiki, pero explica que a los miembros de la etnia los reconocen principalmente “por sus rasgos y vestimenta”.

Como la mayoría tiene doble nacionalidad, solo presentan la cédula al pasar la frontera.

Varios wayuu consultados por EL HERALDO indicaron que a veces les piden el documento de identidad, pero casi nunca les hablan en wayuunaiki.

Patricia Guerrero dice que como parte de su identidad las mujeres de la etnia se ponen la manta para ir a Venezuela o venir a Colombia.

Los wayuu son el pueblo indígena más numeroso de los dos países. Representan el 48% en La Guajira y el 11% en el Estado Zulia.

En total son casi 700.000 habitantes, de los cuales 415.498 están en Venezuela, según el censo de ese país de 2011, y 270.413 en Colombia, de acuerdo con el Censo de 2005.

El Departamento Nacional de Planeación dice que en Colombia la población wayuu se concentra en La Guajira, donde habita el 98,03% del total. Le siguen Cesar con el 0,48% (1.293 personas) y Magdalena con el 0,42% (1.127 personas). Los tres departamentos concentran el 98,92% de este pueblo. La etnia representa el 19,42% de los indígenas colombianos.

UNA MISMA LENGUA

La etnia en los dos países comparte una misma lengua: el wayuunaiki. También tienen la misma organización social, es igual su forma de vivir y de celebrar sus ritos, tienen los mismos sueños, como contar con los beneficios del resto de la población, tener agua potable y los demás servicios públicos, la gastronomía y hasta muchos de los problemas que tienen.

El gerente del Banco de la República de Riohacha, antropólogo wayuu Weildler Guerra Curvelo, recuerda que una de las mayores integraciones binacionales es el Festival de la Cultura Wayuu donde artistas, comerciantes, investigadores sociales, escritores, periodistas, estudiantes, viajeros y la mayor parte de la comunidad de La Guajira y del resto de la Costa Caribe y Venezuela convergen alrededor del encuentro intercultural.

David Hernández, productor de cine wayuu venezolano señala que en ese país existen los mismos clanes que en Colombia y los unen los mismos usos y costumbres.

La única diferencia que observa es que en Venezuela los wayuu cuentan con una cédula indígena, en la que aparece el nombre del clan familiar y el pueblo al que pertenecen, mientras que en Colombia no.

“Esto sería bueno que lo implementaran porque reivindica los derechos fundamentales de los pueblos indígenas en cualquiera de los dos países”, opina Hernández Palmar.

ANÁLISIS. Una etnia en constante movilidad
Weildler Guerra C.

Los wayuu habitan territorios tanto de Colombia como de Venezuela. Por el lado colombiano, ocupan 15.300 km2 del departamento de La Guajira, y 12.000 km2 del Estado Zulia en Venezuela. El área que ha sido considerada ordinariamente su territorio ancestral comprende toda la Península de La Guajira y tiene como límite oriental al Golfo de Coquivacoa y como límite occidental a la Boca de Camarones y laguna de Navio Quebrado; al sur los últimos asentamientos tradicionales Wayuu se encuentran cerca a los cursos medio y bajo de los Ríos Ranchería y Limón en Colombia y Venezuela, respectivamente.  Más del 90% de la etnia se caracteriza por su constante movilidad, en territorio colombiano y venezolano. Ellos no se preocupan por la división territorial, se movilizan en busca de mejores condiciones de vida, que según ellos están en el lado venezolano.  La etnia se ha extendido a las zonas urbanas de Maracaibo, a la Serranía de Perijá y a otras áreas rurales del estado de Zulia, asimismo, importantes núcleos de familias indígenas residen en sectores urbanos de Riohacha, Maicao y Uribia en el departamento de La Guajira.” [1]. Tras el reconocimiento de la doble nacionalidad en la Constitución colombiana de 1991 y en la Constitución venezolana de 1999, los wayuu optaron por tener cédula de ciudadanía de los dos países y de esta manera facilitar su paso por la frontera.

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