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Integrantes de la orden de los Caballeros de la Brigada Rebelde encienden antorchas durante una ceremonia en Martinsville, en el estado de Virginia. EFE
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¿Resurgirán los movimientos racistas con Donald Trump de presidente?

Miembros del Ku Klux Klan convocan marcha para el 3 de diciembre para celebrar el triunfo del magnate. Expertos analizan relación entre el grupo y el mandatario electo.  

Tras los resultados de las elecciones presidenciales del pasado martes en EEUU, que dieron como vencedor al magnate neoyorkino Donald Trump, surge una nueva incertidumbre en el país norteamericano, y en el resto de naciones del mundo, debido al posible resurgimiento de movimientos racistas.

Mientras miles de estadounidenses se han tomado las calles para manifestar su oposición al resultado electoral, algunos bajo el movimiento ‘Not My President’ (‘No es Mi Presidente’), el grupo de supremacistas blancos, Ku Klux Klan (KKK), convoca a una marcha para celebrar el triunfo de Trump. 

Los llamados Leales Caballeros Blancos de Pelham, en Carolina del Norte, anunciaron en su página web que la marcha se celebrará el 3 de diciembre, aunque no detallaron ni la hora ni el lugar en que se llevará a cabo. 

Pero lo que más ha llamado la atención de los principales medios internacionales ha sido una publicación de David Duke, un exlider del KKK, que, entre otras cosas perdió en su candidatura al Senado por Luisiana. “Esta es una de las noches más emocionantes de mi vida-> Sin temor a equivocarme, nuestra gente ha jugado un papel importante en la elección de Trump!”, escribió desde su cuenta de Twitter luego de conocerse que Trump sería el nuevo jefe de la Casa Blanca.

Cabe resaltar que en entrevista con El País de España, Duke se jactó de ser un precursor del magnate y se definió como la “figura más reconocida de la preservación de la gente blanca en el mundo”.

Por otro lado, el diario español reseñó que desde el martes (elecciones) se han registrado incidentes discriminatorios. En Filadelfia, un escaparate fue pintado con “Sieg Heil 2016”, una proclama nazi, y el nombre de Trump al lado de una esvástica. 

En la Universidad de Nueva York, alguien escribió “Trump” en la puerta de una sala de culto para musulmanes; y en una escuela de Minnesota, que acoge la mayor comunidad somalí del país, pintaron “vuelvan a África” al lado del lema electoral del republicano: “Hacer grande a América de nuevo”. 

"Oportunismo político"

Así las cosas, cabe preguntarse ¿Existe alguna relación entre el magnate y el grupo de supremacistas blancos que presuponga el resurgimiento de ideologías racistas?

Andrés Barreto, máster en Asuntos y Estudios Internacionales y miembro de la Academia Colombiana de Derecho Internacional, explicó que lo que está ocurriendo es que debido a que Trump utilizó en su campaña algunas líneas “más o menos xenófobas y muy afines a ideologías de grupos racistas, el KKK está utilizando ese hecho “como una estrategia para  volverse políticamente relevamente. Eso es oportunismo político”.

 “Realmente es un grupo pequeño y muy fraccionado de miles de personas que ahora salieron a decir que ellos habían tenido incidencia electoral en la victoria de Donald Trump”, aseveró.

En ese sentido, comentó que el KKK “tiene presencia en el sur de los EEUU”, por tanto “es díficil pensar que un republicano de Nueva York tenga algo que ver con ellos”.

Asimismo, Barreto consideró que al electo presidente “le haría daño hacerse eco de esas ideas o recibir un apoyo de ese tipo de grupos”.

“Aquí se ha dado una casualidad porque ambos (Trump y KKK) tienen ideas similares en cuanto al  tema de xenofobia y de la inmigración”, insistió. 

“no fueron determinantes”. El segundo interrogante va encaminado a saber si realmente el KKK tuvo incidencia en los resultados electorales.

Sobre el particular, Jesús Galvés, doctor en Derecho Internacional y docente de la Universidad Sergio Arboleda, explicó que, primero, debe reconocerse que el candidato republicano “ganó legalmente”, atendiendo al lleno de los requisitos establecidos en el sistema electoral estadounidense. 

A renglón seguido, consideró que en la jornada electoral “sí participaron algunos grupos, como el KKK”; sin embargo, “no fueron determinantes en los resultados”. 

“Este grupo existió y existe, muy incipientemente, en la mente de algunas personas, pero tuvo su origen en la Guerra Civil americana”, resaltó.

Por todo lo anterior, consideró el experto que “no hay mérito  para descalificar” al mandatario electo ni motivo para “considerar que hay un levantamiento de los blancos en EEUU”. 

Carmbio de discurso

Si bien es cierto que durante su campaña presidencial Donald Trump mantuvo una línea de ataques y comentarios agresivos hacia grupos específicos como las mujeres, los latinos, los musulmanes, su potencial rival Hillary Clinton, y el propio presidente Obama, Galvis resaltó que “desde el mismo momento en que se supo que había ganado, él (Trump) manejó un discurso diferente al de su campaña”.

Además, explicó el experto,  el tono de la reunión con el presidente Obama fue muy cordial, a pesar de  que había un enfrentamiento de vieja data entre ellos. “Yo creo que Trump está manejando un nuevo perfil. Un nuevo estilo”, advirtió. 

En ese sentido, Galvés aseguró que no hay por qué alarmarse pues Trump tendrá límites. “El mismo establecimiento (Stablishment) de los EEUU tiene unos mecanismos estructurales para regularlo”

 Así las cosas, “aunque el Congreso esté en manos de los republicanos, tanto Senado como Cámara, ellos lo sabrán manejar (a Trump)”.

Efecto dominó

Nury Lugo Alviz, neuropsicóloga del Hospital Militar Central Bogotá, habló sobre los efectos que pudieron tener las declaraciones de una figura pública como Donald Trump en los miembros de grupos racistas. 

Para la experta, el presidente electo “es una persona excéntrica que dice lo que se le viene a la cabeza, sin filtros, y sin considerar las afectaciones que pueden tener sus comentarios en las demás personas”.

“En quienes se sienten identificados con él se genera un efecto dominó.  Sienten el respaldo y la posibilidad de gritar a los cuatro vientos su posición sobre un tema”, explicó.

Añadió Lugo que  los lideres “siempre han atraído a las masas” y, en ese sentido,  hay una tendencia a identificarse con las personas de pensamiento divergente, contrario al tradicional.

“Eso es precisamente lo que ha hecho este señor. Ha presentado ideas totalmente diferentes, pero acompañado de una condición de éxito personal en los negocios”, concluyó la experta en su explicación.

Así surgió el movimiento de supremacistas blancos 

El Ku Klux Klan fue fundado en Tennessee poco después de la guerra civil americana (1865)por un grupo de exsoldados confederados. Su nombre está inspirado en la palabra griega para círculo: kuklos.

Inicialmente se constituyó como un club recreativo pero rápidamente empezó a actuar de forma violenta, intimidando a las poblaciones negras del sur de EEUU. Su principal objetivo fue garantizar la supremacía de los habitantes de raza blanca. 

Según la organización pro derechos civiles South Poverty Law Center,  SPLC, (fundada en 1971 para combatir legalmente a las organizaciones supremacistas), la máxima autoridad del KKK recibe el nombre de ‘Mago Imperial’. 

Donald Trump y David Duke

Asimismo, explica que sus trajes con capuchas, violentas excursiones nocturnas y la idea de que el grupo era parte de un ‘imperio invisible’, le confirieron una mística que contribuyó a su popularidad.

Luego de un corto y violento período, la organización considerada por la Liga Antidifamación como “el primer grupo terrorista de EEUU” se desbandó como resultado de la presión del gobierno federal, pero en la década de 1920, la popularidad de la película El nacimiento de una nación, y la creciente migración católica y judía, contribuyó a su renacer. 

Cuando el KKK organizó una gigantesca marcha en Washington D.C., en 1925, la organización tenía unos cuatro millones de miembros y una profunda influencia en la política de varios estados del sur. “Una serie de escándalos sexuales, batallas internas por el poder e investigaciones periodísticas rápidamente redujeron su influencia”, explica el SPLC.

La lucha por los derechos civiles de la década de 1960 resultaría en un nuevo renacimiento, con el nombre Ku Klux Klan, sus trajes, ritos y prácticas violentas, siendo adoptados por diferentes grupos para luego volver a debilitarse como resultado de nuevas pugnas internas, juicios e infiltraciones por parte de agencias del gobierno.

La Liga Antidifamación (conocida en inglés como ADL) estima que actualmente existen en EEUU unos 40 capítulos del KKK que suman aproximadamente 5.000 miembros.

El SPLC, por su parte, calcula ese número entre 5.000 y 8.000, "divididos entre docenas de organizaciones diferentes –y a menudo antagónicas– que usan el nombre del Klan". Según la organización, mientras algunas de estas expresiones del Klan son clara y abiertamente racistas, otras “tratan de esconder su racismo bajo el manto de derechos civiles para los blancos”. Y la lista de los enemigos del KKK poco a poco también se ha ido ampliando, para incluir no solo a negros, judíos y católicos (aunque estos últimos empezaron a ser reconsiderados en la década de 1970), sino también a homosexuales y diferentes grupos de migrantes, sostiene la ADL. Asimismo, reseña que el grupo más activo es el Loyal White Knights, comandado por Chris Baker. Se estima que son unos 200 miembros en Alabama, donde tienen su sede.

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