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Pan Santana se reinventó y revive su tradicional sabor

 Una marca que con más de cuatro décadas se posicionó en el mercado local, exportó a seis países y fue reconocida en Colombia por uno de sus productos estrella: las tostaditas de ajo, obra de su fundadora.

Una de las movidas empresariales más interesantes del cierre de 2016 y comienzo de 2017 en  Barranquilla se dio en el sector panadero, con el cambio de propietarios de Pan Santana y la reapertura de sus puertas. Una marca que con más de cuatro décadas se posicionó en el mercado local, exportó a seis países y fue reconocida en Colombia por uno de sus productos estrella: las tostaditas de ajo, obra de su fundadora.

La negociación, cuya cifra han mantenido en secreto los antiguos dueños: la familia y sociedad Villa Viana Ltda, y los nuevos, Pan Santana SAS; es una muestra de  la apuesta en firme de un grupo de inversionistas locales para recuperar el prestigio de una marca de 41 años.

Durante el primer año de la nueva administración de Pan Santana SAS, encabeza por la familia Sánchez
Argüelles, el listón está en elevar las ventas al 150% y crear 40 empleos directos. En la actualidad eneran 18 plazas de trabajo.

Para José Luis Gómez, consultor y presidente de Adepan capítulo Atlántico, es un reto atractivo y estimulante, teniendo en cuenta que “la industria en el departamento bajó sus ventas un 30%, y materias primas como el azúcar alcanzaron un aumento de 100% en los últimos años”.

Uno de los grandes motivos que permitió el cambio de mando de la Panadería, que inició Amira Viana de Villa y continuaron sus hijos, es que la marca no desapareciera, se actualizarán sus productos y se volvieran a posicionar en el mercado.

Amira Viana de Villa emprendió este  negocio con un horno artesanal en San Jacinto, Bolívar, en la década de 1970 y con la ayuda de una vecina. Después llevó su receta a Barranquilla y la fue mejorando.

Diseño: Heiner Meriño.

En el norte de la ciudad Amira Villa montó la panadería, a la que llamó Pan Santana. Su nombre surgió tras recordar aquel juego de infancia en su escuela, cuando una maestra pidió que tomara de una canasta unos papeles en los que estaban escritos nombres de santos. A aquella niña de tercero de primaria le correspondió Santa Ana y San Jacinto.

Con esta marca mostró sus procesos, que después mejoraron con la ayuda de sus hijos Carlos, Amparo y Margarita Villa, y que fidelizó a dos generaciones en los años 80. La empresa familiar creo diversas fórmulas para expandirse con dos establecimientos en la ciudad.

Luego en los años 90 abrieron su gran sede en la calle 79 con carrera 49B. El emprendimiento familiar había superado el golpe de la muerte de Carlos Alberto, lo que llevó a Amparo y a Margarita a asumir la administración.

Con la escuela de su madre y sin actualizar algunos procesos, que exigía el mercado, mantuvieron la creación de productos en panes rellenos, empacados con monedas de ajonjolí o palitroques y repostería. Una etapa en la que la producción alcanzó 50 arrobas.

Silvia Ibáñez, hija de Margarita Villa y nieta de Amira, recuerda que una década después de la apertura en la calle 79, sus productos alcanzaron 580 puntos de ventas en el país con las preparaciones más destacadas, como las tostaditas de ajo, de cebolla, de canela, dulces y naturales; además de los croutons.

La compañía llegó a tener clientela en EEUU, Venezuela, Costa Rica, Puerto Rico, República Dominicana y Panamá.

Diseño: Heiner Meriño.

“Fue un trabajo que se logró participando en ruedas de negocio y en ferias, con la ayuda de ProColombia”, destaca Ibáñez, quien trabajó entre 1999 y 2014 junto a su mamá en los cargos de gerente de operaciones, personal, administrativa y logística.

Esta estrategia, analiza Arnaldo Olivo, actual gerente de Pan Santana, fue desarrollada durante 14 años y les permitió conseguir una gran presencia en el mercado institucional, donde también entraron fuertes competidores.

Pero además llevó a reducir su participación en la mayoría de grandes superficies de Barranquilla y en productos que fidelizaron clientes. Los nuevos propietarios, quienes son los creadores de las panaderías La Rústica y la antigua Rocapan, afirman que pondrán su experiencia para producir entre 10% y 15% la capacidad instalada (unas 20 arrobas) durante los próximos seis meses y enfocados a una línea saludable.

Diseño Heiner Meriño
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