El Heraldo
El consejero de Paz, Sergio Jaramillo; el jefe negociador del Gobierno, Humberto De la Calle, y el embajador Gustavo Bell llegan al Palacio de Convenciones de La Habana, donde se realizaron las negociaciones. EL HERALDO
Barranquilla

“El reto es construir una sociedad más solidaria e incluyente”: Gustavo Bell

El historiador barranquillero, vicepresidente y ministro de Defensa en el Gobierno de Pastrana, habla de su experiencia como testigo excepcional de las negociaciones con las Farc.

Discreto, cuidadoso y sin protagonismos. Así actuó,  a pesar de ser un testigo excepcional, el embajador de Colombia en Cuba, el historiador barranquillero Gustavo Bell Lemus, durante los casi cuatro años de negociaciones en La Habana entre el Gobierno Nacional y las Farc. En entrevista con el Director de EL HERALDO habló del Acuerdo Final, de los momentos difíciles, de lo que pasará, a su juicio, si los colombianos no refrendan lo pactado y sobre las jornadas de trabajo de los negociadores oficiales.

P  ¿Cómo describiría el acuerdo de paz alcanzado en La Habana?
R  Antes que describirlo, es necesario hacer una precisión semántica: el acuerdo alcanzado busca ponerle fin al conflicto armado con las Farc, como condición esencial para iniciar la construcción de la paz estable y duradera que queremos los colombianos. Y en ese sentido concuerdo con lo que el pasado 24 de agosto señaló Humberto De la Calle: es el mejor acuerdo logrado posible. Visto a la luz de anteriores acuerdos con otras guerrillas, sin duda, este es un acuerdo sin precedentes, que se constituirá en un referente para la solución de conflictos armados en el ámbito internacional.

P  ¿Qué impacto tendrá para el país?
R  Creo que nos abocará, ineludiblemente, a afrontar el reto de construir una sociedad moderna, más democrática, solidaria e incluyente.

P  ¿Y para la región Caribe en particular?
R  Nuestra región es, quizás, la región de Colombia donde afrontar ese reto es más acuciante...

P  ¿Cómo vivió desde el cargo de embajador este proceso? ¿Cuál fue su papel?
R Como un testigo de excepción de un momento histórico entre los colombianos. Como jefe de la misión diplomática de Colombia en Cuba, mi principal papel fue el de apoyar administrativa y logísticamente a la delegación del Gobierno y al proceso. En un plano más informal, muchas veces, me constituí en una especie de confidente de los miembros de la delegación: de sus angustias, ansiedades, ilusiones y esperanzas; tanto que a veces Sergio Jaramillo me llamaba “el psiquiatra de la delegación”.

P  ¿Cuál fue el momento más difícil de las negociaciones desde su punto de vista?
R  Para mí fueron dos: cuando se produjo el secuestro del general (Rubén Darío) Alzate, a finales de 2014,  y la crisis que se generó en abril de 2015, cuando las Farc mataron a once militares en Cauca y la posterior reacción de las Fuerzas Armadas. Recuerdo que hubo mucha tensión entre la delegación. De seguro se produjeron otras en medio de las conversaciones, pero, por supuesto, de ellas no fui testigo.

P  Al margen de la polarización que en algunos provoca el pulso Santos - Uribe, ¿piensa que el ‘No’ puede tener algún fundamento?
R  Lo que pienso es que la mayoría de los argumentos que uno lee en las redes sociales o en los medios de comunicación como justificación del No, son muy superficiales y se basan en premisas que no son ciertas. Claro, desde posiciones ideológicas radicales cualquiera puede tener justificaciones que considere válidas para oponerse al acuerdo.

P  Desde su perspectiva de historiador ¿qué impacto puede tener el triunfo del ‘No’ en la historia del  país?
R  Sin ser tremendista, podría tener un impacto muy traumático en su devenir histórico. Creo que nos sumiría en una depresión colectiva ante la incertidumbre del futuro inmediato.

P  Y también como historiador, ¿cuál considera que es la principal singularidad de este proceso de paz? ¿Y del texto del acuerdo?
R  No dudo en señalar que la principal singularidad fue la definición inicial del concepto de paz que lo alimentó. La paz, antes que la solución definitiva de todos los problemas estructurales del país como se quiso en los procesos anteriores, es la eliminación de las armas en la política. Una vez pacificada la política, por decirlo así, entonces sí podemos empezar a construir esa paz que implica superar por las vías democráticas los problemas de la pobreza, la exclusión y la desigualdad. En cuanto al texto, al margen de la importancia de su contenido, para mí su principal singularidad es que es un “ladrillo”.

P  Usted era Vicepresidente y Ministro de Defensa en el gobierno de Andrés Pastrana. Estuvo en una posición privilegiada en dos procesos de paz. ¿Qué cambió para que el intento de Pastrana fracasara y este no?
R  Las circunstancias políticas, internacionales y militares fueron distintas en cada proceso. Pero vista en retrospectiva, de la comparación del contenido de ambas agendas se puede deducir que la de Pastrana por su carácter maximalista era inviable, mientras que la de Santos, que recogía las enseñanzas dejadas por el proceso de Pastrana, era realista y demostró ser viable.

P  ¿Qué opina de la posición del expresidente Pastrana frente al plebiscito?
R  Es respetable, franca y contundente, propia de su talante.

P  Hubo momentos polémicos, como cuando trascendieron fotos de guerrilleros paseando en yate o en un concierto. ¿Cómo se vio desde la Embajada esta situación?
R  No le di mayor relevancia, porque sabía que se estaban tergiversando y la polémica obedecía a un afán político de deslegitimar el proceso. Tanto las Farc como la delegación del gobierno llevaban una vida casi monacal.

P  ¿Cómo relataría la acción diplomática que facilitó las conversaciones en La Habana y que, después, facilitó el desarrollo del diálogo? ¿Estuvo en permanente contacto con las autoridades cubanas?
R  La primera fase confidencial. Fue tan confidencial que ni yo mismo me enteré a pesar de que tuvo lugar a escasas cuadras de la residencia de la Embajada, y menos mal que fue así. Posteriormente, y ya en la fase pública de las negociaciones, sí estuve en permanente contacto con las autoridades cubanas.

P  ¿Tuvo ocasión de hablar personalmente con el presidente Raúl Castro durante el proceso? En tal caso ¿qué le dijo?
R  No, no tuve la oportunidad.

P  ¿Cómo era el día a día de la negociación? Tenemos entendido que, tras las jornadas, el equipo negociador iba a la Embajada a descansar. ¿Cómo eran esos momentos? ¿Cuántos tragos de ron hicieron falta para aguantar el trajín?
R  La negociación fue ardua, intensa y agotadora. Durante el día las negociaciones tenían lugar en unos salones del Hotel Palco, que forma parte del Palacio de Convenciones, contiguo a la urbanización El Laguito, cerca de la residencia de la Embajada. Ya en horas de la tarde la delegación del Gobierno se trasladaba la Embajada, pero ¡nunca a descansar! Por el contrario, a trabajar duro y parejo, por lo general hasta las 8:00 p.m. y a veces hasta las 10:00 p.m. En la residencia tenían habilitado un salón con todas las facilidades técnicas y logísticas. La residencia ciertamente es muy agradable, el patio está rodeado de frondosos árboles y una pequeña piscina. Como se halla en una zona residencial muy apartada hay mucho silencio y paz, indispensable para un trabajo como el que desarrollaba la delegación. Muchas veces los veía caminar alrededor de la piscina, otras veces los veía solos sentados en unas sillas leyendo los textos. Fue una experiencia humana muy enriquecedora, era consciente de lo que estaba ocurriendo ante mí, aprendí mucho sobre Colombia, y sobre la condición humana. Cada vez que podía, aprovechaba la ocasión para ponerlos al tanto de lo que ocurría en Cuba, pues era tal la concentración en las negociaciones que pasaban por alto el interesante proceso político y económico que tiene lugar en la isla. Y, claro, también para contarles algo de la historia de nuestra región Caribe, de la cual la mayoría tiene muy pocos conocimientos. ¿Rones? Pocón, pocón... las negociaciones exigían, más que cualquier otra cosa, lucidez.

P  ¿Fue Cuba el anfitrión perfecto para las negociaciones?
R  No tengo ninguna duda.

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