El Heraldo
Así quedó la camioneta arrastrada por el arroyo del Country el pasado 30 de septiembre; y en la otra foto, un carro cayó a la canalización de La María, tras ser llevado por el arroyo La Felicidad. Archivo El Heraldo
Barranquilla

Tome nota de los 14 arroyos que hay en Barranquilla para que no lo sorprendan

En septiembre pasado unos 15 vehículos se vieron involucrados en incidentes con ‘ríos urbanos’, por imprudencias o por desconocimiento • Desde 1933, 94 personas han muerto en las corrientes de agua lluvia.

La fuerte lluvia del pasado 30 de septiembre volvió a mostrar  que Barranquilla sigue a merced de los arroyos, a pesar de los trabajos de canalización que adelanta la Administración distrital. Durante las dos horas que duró el aguacero se presentaron 12 emergencias con vehículos que fueron arrastrados por las corrientes de la calle 84, la Felicidad, el Country y la carrera 21 (ver infografía).

En algunos casos las decisiones temerarias y la imprudencia hacen que los conductores se enfrenten a los ‘ríos urbanos’ sin pensar en las fatales consecuencias.

Una investigación que ha venido documentando por años la Institución Educativa Distrital Marco Fidel Suárez arrojó que desde 1933 hasta el pasado 23 de julio de 2015, unas 94 personas han muerto por los arroyos. De estas, 24 (26%) fueron por responsabilidad de los conductores y 37 (39%) por imprudencia de los peatones.

Precisamente, el último fallecimiento se presentó por esta última causa: Luisa Paola Osorio, de 16 años, jugaba en el andén de la carrera 21 con calle 40B, a orilla del embravecido arroyo. La estudiante perdió el equilibrio y fue arrastrada por la fuerza del caudal, ante la desesperación de quienes observaron impávidos cómo se la ‘tragaba’ el agua.

En el trabajo realizado por estudiantes y docentes del colegio está consignado, también, que la corriente de la carrera 21, que después de la calle 30 se convierte en el arroyo de Rebolo, es el que más vidas ha cobrado, con 31, seguido por el de la calle 84 (13), Don Juan (8) y El Salao (7), entre otros.

POSIBLES CAUSAS

Diego Feria, docente de matemáticas que participó en el estudio, asegura que “la formación de arroyos en la ciudad seguirá siendo inevitable”. El profesor explica que los elevados índices de crecimiento de la población urbana “han reducido de manera significativa las áreas de superficie permeable”. Es decir, “no hay suficiente capa vegetal que absorba el agua y evite que sea inmediatamente depositada en las calles y se formen los torrentes”.

Indica Feria que con más zonas verdes a orillas de los cauces podría disminuirse el caudal en un 10%, “lo que podía resultar determinante a la hora de salvar la vida”.

Alfredo Reyes, procurador nacional de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, está de acuerdo con ese tipo de soluciones amigables con el ambiente. “No deben pavimentarse los jardines, antejardines y patios. Eso ha aumentado el volumen de los arroyos porque ya no hay filtración del agua en la tierra”, manifiesta.

El Salao es el arroyo más largo: nace en el barrio Las Moras, de Soledad, y atraviesa importantes vías como la avenida Murillo y la calle 30. Señala Feria que “con un buen proyecto arbóreo podría ser reducido”. Asegura que los mismo tendría que con los más de 14 torrentes consignados en la página web para mitigar su impacto.

El Distrito realiza obras para mitigar el impacto de algunos de estos ‘ríos’. La canalización del arroyo de la calle 79 quedó lista y hasta el momento la inversión de $12.000 millones ha solventado el peligro que este representa.

Actualmente canaliza el arroyo de la calle 84 que tiene un caudal de 80 metros cúbicos por segundo y una velocidad de 4 metros por segundo. Este proyecto tiene una longitud de 1.895 metros, cuenta con la construcción de un box culvert, o alcantarillado de aguas lluvias, en forma de cajón en concreto reforzado con sumideros transversales en las intersecciones para captación y canalización de las aguas. El costo de la obra es de $66.000 millones.

El otro trabajo de canalización es el del arroyo La María. En este proyecto, de $20.000 millones, harán una rehabilitación y ampliación de la carrera 54, entre la calle 48 y el caño de Las Compañías.

Alertas tempranas

EL HERALDO reveló el pasado 29 de julio que el Distrito no cuenta con un protocolo establecido para las emergencias que causan las crecientes súbitas de los arroyos, de acuerdo con lo que dijo Jorge Fernández, director seccional Atlántico de la Defensa Civil.

Carlos Iván Márquez, director Unión Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), manifestó al respecto que las alertas tempranas son necesarias ya que permiten a la comunidad “estar prevenida cuando se aproximan situaciones de peligro” y así evitar tragedias por la lluvia.

Al respecto, Alfredo Reyes coincide en la necesidad de instalar un sistema que “avise a través de sirenas o con aplicaciones en celulares” para que las personas se resguarden “y se ubiquen en sitios seguros, eso permitiría disminuir el riesgo indistintamente de las inversiones en infraestructura”.

Humberto Aguilar, ingeniero civil y profesor de la Universidad del Norte, dice que si bien las canalizaciones funcionan para encausar los arroyos, “son necesarias las alertas para que los ciudadanos puedan reaccionar ante la posible formación de un arroyo”.

Aguilar, magíster en ingeniería de recursos hídricos, dice que desde el Instituto de Estudios Hidráulicos y Ambientales, Ideha, han desarrollado el portal web www.pluvial.co. En esta página registran en tiempo real las condiciones de lluvia, captadas por 12 pluviómetros distribuidos por toda Barranquilla. “La idea es seguir avanzando y ubicar sensores que nos indiquen en tiempo real la formación de arroyos. Es una forma de contribuir a que los ciudadanos estén informados”, dice el ingeniero.

Disminuir cauce

Un estudio de la misma universidad sobre el uso de tecnologías sostenibles de drenaje urbano concluyó que los tanques de almacenamiento existentes en casas y edificios y sin uso actual, representan una solución efectiva para disminuir la cantidad de agua de lluvia que corre hacia las calles y aumenta la capacidad destructiva de los arroyos.

Explica Aguilar que el almacenamiento del agua de lluvia “permitiría que el caudal pico se reduzca en un 34% para lluvias de baja intensidad y en un 10% para lluvias de alta intensidad. Esto es una cantidad importante para mitigar la peligrosidad de los arroyos”.

Diego Feria se muestra de acuerdo con este tipo de medidas. “Los arroyos están y ya es inevitable que sigan. Ahora los ciudadanos tenemos que aportar nuestra parte para frenar su fuerza”, indica.

Reyes explica que en 2016 entrará en vigencia el código de construcciones sostenibles “que obliga a que las aguas lluvias se recolecten y se reintegren a las actividades del inmueble: riego, uso sanitario, etc.”.

El arquitecto considera que esa medida va a contribuir a que los barranquilleros “se metan en una cultura de recolección del agua”. El decreto 1285 de 2015 del Ministerio de Vivienda “obliga a que se reduzca el consumo de agua, se reduzca el consumo de energía en los edificios y que se recolecten las aguas lluvias en los mismos”, señala.

Nuevos, son de momento

Los expertos consultados afirman que cuando los aguaceros son muy fuertes y prolongados, como el pasado 30 de septiembre, se pueden presentar nuevos arroyos, derivados de otros que exceden su caudal, pero son considerados situaciones momentáneas.

Lo cierto es que una serie de medidas conjuntas son las que pueden disminuir el impacto que las fuertes lluvias generan en Barranquilla. Mientras esas soluciones llegan, los habitantes de las riberas de los arroyos seguirán alistando sus cuerdas para ayudar a los temerarios e imprudentes que se atreven a desafiar la fuerza del agua.

Ciudadanos comunes convertidos en héroes

La fuerza de la costumbre ha convertido a quienes viven cerca de los arroyos en especialistas del rescate extremo. Aun cuando arriesgan sus vidas, tratan de salvar a las personas que son arrastradas por la corriente. En su intento por recuperar objetos o personas, nueve rescatistas improvisados han muerto. Sin embargo, la gran mayoría logra su cometido y les dan una nueva oportunidad de vida a los imprudentes que se atreven a desafiar la potencia de los arroyos.

La importancia de la solidaridad humana quedó demostrada en septiembre pasado en un par de emergencias. La primera fue el viernes 11 cuando 17 vecinos del Barrio Abajo colaboraron en el salvamento de tres personas que se movilizaban en un Kia Picanto. El carro era arrastrado por las aguas del arroyo La Felicidad, en el sector de la calle 48 con carrera 46.

En un trabajo en equipo se repartieron las funciones y mientras unos amarraban el auto a postes, otros sacaban a los ocupantes. El segundo suceso fue el miércoles 30. Guillermo Moncada intentaba arrebatarle el Jeep Cherokee azul que conducía a la fuerza del arroyo del Country, en la calle 76 con carrera 52. Al final él y el carro fueron arrastrados por el torrente hacia la canalización.

Sin embargo, por cuestiones de la física, el conductor salió despedido hacia un muro de contención del parque Karl C. Parrish, se aferró al borde y luchó por no ser devorado por el agua. Jaime Atencia Ortega, quien estaba cerca, al ver al ‘náufrago’ corrió, lo sujetó y, junto con otro hombre, lo ayudaron a salir de las aguas caudalosas. Ese miércoles el Cuerpo de Bomberos registró 12 emergencias con vehículos sin víctimas fatales, en parte gracias a los ‘guardianes’ de los arroyos.

Arroyo calle 94, 92 y 91

Es el arroyo más al norte de la ciudad. Tiene una longitud aproximada de 4.186 metros que se divide en dos vertientes: una que empieza en la carrera 57 y viaja por la calle 94 hasta la carrera 73, donde se encuentra con la segunda, que se inicia en la carrera 46 y va por las calles 91 y 92. Dos muertes han sido registradas. El último deceso fue el de Julio Barros Casadiego, el 22 de mayo de 2005, quien fue sorprendido en su vehículo por la corriente cuando viajaba con sus hijos, quienes pudieron ser rescatados.

Arroyo calle 84

Trece personas han muerto en los 5.200 metros de recorrido que tiene: comienza en la calle 96 bajando por la carrera 43, llega a la calle 84 en la carrera 52 y termina en la calle 82 con Vía 40. El último fallecimiento fue el 30 de mayo de 2012. Sergio Armando Cárdenas Martínez, de 26 años, fue arrastrado con su moto cuando intentaba atravesarlo. El incidente más trágico fue en 1987 cuando un bus intentó ir en contracorriente y cuatro personas perecieron, incluyendo un bebé de siete meses.

Arroyo del Country o calle 76

Tiene una longitud de 5.163 metros repartidos en tres afluentes que confluyen en la carrera 44 con calle 75 y llegan hasta la canalización en calle 76 con carrera 53, y de ahí siguen su cauce a la Vía 40 para desembocar en el río Magdalena. Se han registrado seis muertes, la última el 6 de febrero de 2010. Un hombre desconocido descansaba en los alrededores del puente de la calle 76 con carrera 53 cuando fue sorprendido y arrastrado por las aguas. Su cuerpo nunca apareció.

Arroyo Coltabaco

El recorrido de esta corriente de 3.845 metros se inicia en la carrera 46 con calle 72, baja por la carrera 47 hasta la calle 70 y sigue su curso hasta la Vía 40 con calle 66. Dos muertes han ocurrido por la fuerza del torrente, ambas se produjeron el mismo año, en 2001, con 11 meses de diferencia. María Concepción Arroyave Aguilar falleció el 11 de enero cuando intentó cruzar a bordo de una camioneta. Otro caso sucedió el 21 de noviembre: un hombre resbaló y fue arrastrado. Su cuerpo nunca fue hallado.

Arroyo Carrera 65

Pasa por los barrios Olaya, Chiquinquirá, 7 Bocas, Lucero, Recreo, Boston y Modelo, dando una longitud de 4.590 metros. No se han registrado fallecimientos en su cauce. Está formado por dos vertientes: una arranca en la carrera 32 con calle 71 hasta la calle 68 y sigue hacia la carrera 41. Otra nace en la carrera 41 con calle 70 y baja hasta la calle 65, donde se encuentra con el otro brazo. De ahí siguen hasta la carrera 65 con Vía 40, desembocando en el Caño de Las Compañías.

Arroyo La Felicidad

La corriente tiene dos afluentes: uno nace en la carrera 26B con calle 75 y llega a la calle 57 con carrera 27. El otro se inicia en la carrera 24B con calle 72C y se juntan para llegar a la carrera 54 con Vía 40 formando 5.759 metros de recorrido. Hasta el momento ha cobrado la vida de seis personas. La última muerte fue el 14 de abril de 2011. Yesith Gómez, de 40 años, intentó enfrentarse a la fuerza del ‘río’ y fue arrastrado por la corriente. También tiene una de las víctimas más jóvenes, un bebé de 6 meses en 1966.

Arroyo de la Paz o carrera 40

Es el arroyo más corto, con 2.903 metros. La única muerte se produjo el 9 de agosto de 2010. Un hombre sin identificar intentó rescatar una carretilla de patillas pero fue arrastrado por la fuerza de la corriente. Tiene tres afluentes: Uno comienza en la calle 53B y baja por la carrera 31 hasta la carrera 33 con calle 47D; el otro va paralelo por la carrera 33 hasta la calle 47D, y juntos continúan hasta la carrera 36 con calle 44. El tercero baja por la carrera 38 hasta la calle 44, donde se unen y siguen hasta la calle 10.

Arroyo de Rebolo o de la carrera 21

Es el arroyo más peligroso al cobrar 31 vidas en sus 4.826 metros. La última muerte fue la de Luisa Paola Osorio, de 16 años, quien jugaba en la orilla del cauce y resbaló hacia la corriente. El evento más trágico fue en 1992, cuando 9 personas murieron al ser arrastrado el bus en el que iban. Tiene dos afluentes: el primero se inicia en la calle 45B1 y baja por la carrera 8D hasta llegar a la calle 37 con carrera 21. El segundo empieza en la calle 64B y baja por toda la carrera 21B a la calle 37, donde empalman hacia el Caño de la Auyama.

Arroyo Carrera 8

La corriente atraviesa por los límites de los barrios El Campito, Las Palmas, Tairona, Santa Helena, Las Nieves y La Chinita. Tiene una longitud aproximada de 3.354 metros y hasta el momento no se ha registrado ningún deceso por culpa de su cauce. Su recorrido comienza en la calle 36B y baja por la carrera 8 hasta la calle 30. Luego toma la calle 28 por la carrera 7, se reencuentra con la 8 hasta la calle 23, donde se desvía hacia la carrera 12 con calle 17 y sigue su rumbo para desembocar en el Caño de la Auyama.

Arroyo Don Juan

Seis afluentes forman los 7.906 metros de longitud de la corriente. Ocho personas han fallecido en sus aguas. La última víctima fue Ever Enrique Muñoz Marulanda, de 23 años. El 18 de agosto de 2011 intentó cruzar el arroyo pero la fuerza del caudal lo arrastró. El hecho más trágico fue en 2008, cuando un joven de 14 años no soportó la fuerza del caudal cuando intentaba recoger unas latas en el fondo de la corriente para luego venderlas y tener dinero que le permitiera ir a una fiesta.

Arroyo El Salao

Es el arroyo de mayor longitud con 9.155 metros. Nace en el barrio Las Moras, en la calle 80 con transversal 14, y atraviesa varias vías importantes como la avenida Murillo y la calle 30, para finalmente desembocar en el río Magdalena.  Su torrente ha causado siete muertes, entre ellas la de Lauris Paola Martínez Oviedo, una bebé de siete meses. El 7 de diciembre de 2010, una crecida inundó varias casas en el barrio El Ferrocarril, de Soledad, y de una de ellas se llevó a la menor de edad, que estaba en brazos de una tía.

Arroyo El Platanal

Recibe agua del arroyo El Salao mediante un canal de 1.600 metros que los conecta. Dos personas han muerto en sus aguas. La última muerte en este arroyo fue el 12 de septiembre de 2013.
John Jairo Barrera Fonseca, de 27 años, fue arrastrado por el agua luego de resbalar. El otro fallecimiento fue el 4 de agosto de 2007. Moisés Jinete Mass, un menor cuya edad no fue establecida, fue arrancado de la mano de su madre cuando intentaban atravesar el ‘río’ y cayó a una canaleta. Tiene 6.800 metros.

Arroyo Santo Domingo

Esta corriente está ubicada en el suroccidente de la ciudad y hace gran parte de su recorrido en el barrio que le da su nombre. En su cauce han muerto tres menores de edad. El caso más dramático fue el de dos niños, el 3 de junio de 2005. Álvaro Barraza Morales, de 10 años, cayó al arroyo en la calle 74 con carrera 8 y le pidió ayuda a William Richard Cruz Pedraza, este le extendió la mano pero fue halado por la fuerza del caudal y ambos fueron arrastrados al lecho del ‘río urbano’.

Arroyo Sourdis

Este arroyo es parte de una red de torrentes del suroccidente de la ciudad que están interconectadas y alimentan el arroyo León, incluso conecta a las salida de Barranquilla con un sistema pluvial que llega de Galapa. Sus ramificaciones atraviesan los barrios Por Fin, 7 de Agosto, La Esmeralda, Las Malvinas, Las Ceibas, Las Américas, Carrizal, Santa María, La Sierrita, Sourdis, El Bosque y San Luis, entre otros. Dentro del registro realizado, no se han encontrado víctimas fatales reportadas.

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