El Heraldo
Padres de familia con niñas hospitalizadas en El Carmen de Bolívar han exigido respuestas al Gobierno Nacional sobre lo que puede estar causando la aplicación de la vacuna entre estudiantes de 9 a 13 años. Wilfred Arias
Barranquilla

“No quiero plata por mi hija, quiero que me la curen”

El misterio sigue rondando en El Carmen de Bolívar por las reacciones de la vacuna contra el VPH.

Marelvis Serpa, de 55 años, delgada y locuaz, cuenta que en el populoso barrio Los Laureles, de El Carmen de Bolívar, estuvieron unos vecinos, de casa en casa, recogiendo firmas para darle poder a unos abogados que prometieron tramitar una demanda millonaria contra el Estado.

“Yo no firmé, porque no quiero plata por mi hija; lo quiero es que me la curen”, dice con gestos marcados, como significando un “allá los otros que lo hicieron”.

Marelvis tuvo a su hija de 15 años hospitalizada. Cuenta que diez niñas de su familia han sufrido desvanecimientos y dolores.

El médico Francisco Vega, alcalde de El Carmen de Bolívar, poblado de los Montes de Bolívar, a dos horas y treinta minutos de Cartagena, dice que no tiene ninguna confirmación sobre la aparición de abogados en el pueblo convenciendo a padres para tramitar una acción judicial y obtener una indemnización por el caso de sus hijas.

“Todo lo que hay son rumores callejeros”, agrega el mandatario.

Un misterio.  ¿Qué está pasando en verdad en El Carmen de Bolívar? La respuesta cierta nadie la tiene hasta el momento. Todo es un misterio, que promete resolverse una vez se conozcan los resultados de los exámenes a las centenares de estudiantes afectadas, en semana y media o dos.

En la penúltima semana de agosto fue el caso en El Carmen. Doscientas niñas presentaron cuadros médicos similares. Caían desmayadas como víctimas de una especie de una epidemia o intoxicación.

De a dos, de a tres, de a cuatro, llegaban a las puertas de la sala de emergencia del hospital Nuestra Señora del Carmen.
Presentaban dolores de cabeza; adormecimiento de manos; dolores en el pecho; ahogamientos y desmayos. El hospital colapsó. Las adolescentes eran atendidas en sillones; en el pasillo; en camas compartidas. El personal médico estaba enloquecido.
La hermana Cristina Trujillo Arboleda, religiosa rectora del colegio Espíritu Santo, de donde ha salido la mayoría de las afectadas, cuenta que los primeros cuadros de sus alumnas con los síntomas de mareos y hormigueo de brazos y piernas se dieron el 16 de mayo pasado.

Las niñas habían recibido la segunda vacuna contra el Virus del Papiloma Humano el 24 de marzo. La rectora dijo que no hubo una socialización de esta jornada y que simplemente se aceptó porque se trataba de una campaña del Gobierno Nacional, que daba todas las garantías.

El origen. El primer cuadro dramático fue en mayo. En un mismo día se desmayaron 14 adolescentes. Unas tras otra, de distintos salones y edades. Antes, en abril los profesores cuentan que se habían registrado unos casos aislados.

Samira Lora, sicóloga del colegio, relata que las primeras estudiantes decían que no sentían las piernas, que les faltaba el aire y sufrían fuertes cefaleas.

“Pensábamos que era el calor que estaba haciendo mella en las niñas”, dice la hermana Trujillo.

El Espíritu Santo tiene 9 salones para 786 alumnos de dos jornadas (mañana y tarde). Es un colegio mixto y cada salón tiene aproximadamente 7 por 3,5 metros de longitud. Albergan entre 40 y 50 estudiantes cada uno. En El Carmen las temperaturas pueden llegar a los 39 grados bajo sombra y se produce una sensación térmica de 40 grados.

Así que no era descabellado que la intensa sequía que azotaba a la costa Caribe pudiera repercutir en la salud de las niñas.
Pero el día que les dio vahídos a 14, en una misma tarde, se prendieron las alarmas. El colegio entró en emergencia. Nadie sabía la causa de lo que le ocurría a las colegialas. Las llevaban en motos al hospital, exponiéndolas a un accidente.

Pánico o histeria. La sicóloga Lora admite que nunca había visto algo así. Sobre la posibilidad de que fuera pánico o histeria colectiva, algo producido por la psiquis, dice que se pueden dar casos, pero que lo que le extraña de lo ocurrido en su institución son dos situaciones: una, que las jóvenes se desmayaban y no eran del mismo curso. Estaban distantes unas de otras, en salones distintos. Por lo que pudiera descartarse de que unas se vieran afectadas al ver a sus compañeras mal. Y dos, cuál es la razón por la que afectaba solo a las mujeres y no a los niños, que también estaban en sus salones.
Tras estos primeros desmayos colectivos, la Alcaldía y la Gobernación de Bolívar iniciaron un proceso de búsqueda de las causas del suceso.

Dos factores analizaron, el agua, las comidas y los utensilios de cocina. Se temía que habían sido víctimas de una intoxicación. Sin embargo, de acuerdo con el Alcalde y los profesores, los resultados no arrojaron presencia de elementos contaminados en los alimentos ni en el agua.

“Lo que nos preguntamos es lo mismo: por qué, si fuera el agua o la comida, no nos afectó a los profesores y a los estudiantes varones”, sostiene la hermana Arboleda.  ¿Entonces qué es lo que tiene a las niñas en esta situación de salud?

Sin precedentes. El alcalde dice que como médico nunca en su vida profesional había visto algo igual. “En lo que ha pasado en estos días los médicos del hospital han detectado un gran componente emocional, que ha requerido del manejo del equipo interdisciplinario, que incluye salud sicosocial para evitar que haya mayor afectación”, dice.
La aparición de niveles por encima de lo normal de metales en el cuerpo en dos de las examinadas, que fueron remitidas a Bogotá, abrió la hipótesis sobre la existencia de plomo en las vacunas.

Ejercicios de relajación. Sin embargo, la tesis la desvirtuó el Ministerio de Salud que dijo que las vacunas no contienen este metal. Ahora, en el caso de que se hubiera roto la cadena de frío, lo que hubiera pasado es que no se habría surtido el efecto de protección contra el virus.

Algunos médicos que han estado al frente de la emergencia concuerdan, junto con el Alcalde y funcionarios del Ministerio, que ha podido haber mal manejo de la ansiedad.

La sicóloga Lora dice que la hora crítica en el colegio Espíritu Santo es la 1:30 de la tarde. Las niñas de esta jornada, que entran aproximadamente a esa hora, son las que más han sufrido desmayos.

Esta semana, la profesional se ha dado a la tarea de hacerle ejercicios de relajación y manejo de la respiración en grupo. Esto ha reducido el ingreso de las adolescentes a emergencia del hospital.

EL HERALDO habló con una de las adolescentes con autorización de sus padres Yesmit del Valle y Yenis Alvis.

Yolaine del Valle, de 15 años, que cursa décimo grado en el Espíritu Santo, cuenta que ha sufrido siete crisis y que la primera le ocurrió el 2 de agosto.

Llegó con dolores en el pecho al hospital. Según sus propias palabras: con dolor de cabeza y cansancio de las piernas. Asegura que le administraron suero y le recetaron Tiamina y Naxopreno.

El domingo pasado al mediodía volvió a sentir dolores musculares y en el pecho. La llevaron de nuevo y le descartaron un problema cardíaco. Los médicos le dijeron que un cuadro gripal le estaba afectando la respiración. Por esos días había revuelo en el pueblo con la llegada de decenas de niñas al hospital.

Días después a la joven le volvieron los síntomas. Pero se rehusó a volver al hospital que estaba colapsado. “No quería que me pullaran otra vez”, cuenta. Entonces su madre la tranquilizó, le colocó pañitos de agua fría en la cabeza y en los pies. Ella reconoce que se mejoró con esto.

Los casos, a medida que pasan los días, son variados. Una mujer contó que sus hijas fueron vacunadas en La Guajira, se vinieron a estudiar a El Carmen. Lo raro es que mientras estuvieron en el vecino departamento no presentaron síntomas. Después cayeron con desmayos.

Uno de los médicos reconoció el viernes que entre las afectadas que han sido atendidas, se ha dado el caso de niñas que no fueron vacunadas y presentaron los mismos síntomas de sus compañeras. Algo raro pasa, entonces.

Juan Carlos Jiménez, líder representante a los padres de familia del colegio Espíritu Santo, no tiene dudas de que la emergencia la ha provocado la vacuna contra el Papiloma Humano y se respalda con información que dice haber obtenido de sobra sobre casos ocurridos en México y EEUU donde niñas resultaron gravemente afectadas por esta.

Él y otros líderes están dispuestos a lo que llaman a hacer lo imposible porque vengan hasta El Carmen el presidente Juan Manuel Santos y el Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, porque sienten que sus hijas están graves y que el Estado es el culpable.

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