El Heraldo
En la carrera 24, a un costado de la abandonada sede del Seguro Social, un carromulero arroja basura a la vía. Christian mercado y Natallí Suárez
Barranquilla

La cultura ciudadana se ahoga entre los ríos de basura

Mensualmente, la empresa Triple A recoge en basureros clandestinos de la ciudad 3.800 toneladas de desperdicios. Profesionales señalan que “urgen” medidas para crear conciencia.

En junio y diciembre es cuando los barranquilleros, por encima de los días de Carnaval, más botan basura en la calle. En ambos meses hay vacaciones por lo que aumenta la producción de residuos sólidos en casas, parques, calles y centros comerciales.

Las temporadas de mitad y final de año también representan un incremento de visitantes a la ciudad y un aumento en la producción de desperdicios por el alto consumo y volumen de compras navideñas, reporta la Triple A, empresa encargada de asear la capital del Atlántico.

Un estudio técnico de la compañía arrojó que el año anterior fueron recogidas en espacios públicos de la ciudad 548.661 toneladas de basura, 17.767 toneladas más que en 2013 (530.894).

Los días en que más generan basura los barranquilleros son lunes y martes, revela Jorge Navia, gerente de Regulación y Aseo de la compañía.

El incremento en las cifras se debe, según el ejecutivo, a la “falta de cultura” en la eliminación de las basuras, teniendo en cuenta que, a pesar del proceso de recolección que realiza semanalmente la empresa, “todavía es común que la gente saque sus desechos a la calle”.

Navia especifica que en la actualidad existen 145 botaderos clandestinos, 95 menos que 7 años atrás.

Además de estos sitios ilegales, de acuerdo con el gerente de Regulación y Aseo, hay que sumar la basura que generan los ciudadanos cuando botan algún papel, paquete, material orgánico, bolsa o recipiente cuando están en la calle.

A pesar de que en lugares como la carrera 38 a la altura del tobogán, los alrededores del estadio Metropolitano o las orejas del puente de la Circunvalar con Cordialidad han controlado los basureros, “falta mucho” para erradicar la costumbre de los barranquilleros de entregar la basura a terceras personas.

“Hoy en día estamos recogiendo, en promedio, 3.800 toneladas de basura mensual en cada uno de estos botaderos. ¡Es una locura!”, manifiesta Navia.

El resultado anual de un solo botadero, que está por encima de las 45.600 toneladas, lo compara Navia con el número de camiones compactadores que deben utilizar para recoger toda esta basura: un camión puede transportar 11 toneladas de peso por viaje, entonces –calcula– para transportar la basura que genera un botadero a cielo abierto en un mes deben usar 345 camiones. Y, agrega: “¡En un año son 4.145 camiones!”.

Navia dice que el barranquillero promedio “no se siente dueño ni cuida la calle” y “todo lo ve ajeno”. “No le importa –lamenta– lo que allí suceda. Su pensamiento es distinto al de otras regiones”.

Añade que la gente tiene sentido de pertenencia para gritar a los cuatro vientos que es ser juniorista; jactarse que Shakira nació en esta tierra; que Gabo y El Pibe son hijos ilustres de la ciudad, pero, por otro, “en cultura ciudadana se rajan; tienen prácticas horribles”.

“Es un pecado”

Botar basura en la calle sigue siendo uno de los “pecados” más grandes del barranquillero, por lo menos los de “ahora”, afirma el profesor Alberto Martínez Pacheco, presidente de la Asociación Movimiento Cívico Todos por Barranquilla.

Sostiene que el respeto y la falta de cultura ciudadana han “decaído tanto” que ante un llamado de atención a alguien que arroja basura en la calle, la respuesta de esta persona deriva en ofensas que como “sapo, lambón, de qué te las picas (…)”, hecho que, según Martínez, produce una severa “impotencia ciudadana”.

El docente defiende la teoría de que la “falta de la enseñanza” de la cátedra de civismo en los planteles educativos ha “generado ese desorden colectivo” que cada vez más lesiona el respeto por la ciudad y se manifiesta en dañar, ensuciar y acabar con el entorno. A esto, añade el líder cívico, se suma la “intolerancia”.

“Barranquilla marcó un hito en cultura ciudadana. En los años 50 y 60 fue una de las mejoras ciudades, pero de un tiempo hacia acá se ha olvidado mucho la enseñanza del civismo. Las familias no educan como antes, no se comprometen, no impulsan la cultura de botar la basura en la caneca desde la casa. No educan a los niños en los colegios”, recalca.

Recuerda que la cátedra de civismo fue retirada del pénsum hace unos 15 o 20, “dejando en el aire a una generación” que se quedó “sin saber cómo hay que comportarse en un lugar público, en la casa, en la iglesia, en el comedor, frente a los símbolos patrios, entre otros escenarios”.

Martínez señala que ya nadie recuerda el Manual de urbanidad de Carreño, ese “librito” que, por ejemplo, enseñaba que comer ruidosamente haciendo gestos exagerados era un “acto de mala educación”.

Para el docente “urge” que las autoridades locales, en conjunto con colegios, universidades y medios de comunicación, se “unan” para darle un “fuerte mensaje” a la ciudadanía y rescatar las buenas costumbres.

Debilidades y fortalezas

Sobre lo que hoy vive la ciudad en cuanto al deterioro del medio ambiente, Rocío Mendoza, directora del programa ‘Barranquilla, cómo vamos’, expresa que la capital del Atlántico es la segunda ciudad, entre las principales capitales del país, que mejor evalúa la prestación del servicio de aseo.

A pesar de esta fortaleza, precisa Mendoza, dentro de los problemas que los ciudadanos “identifican como críticos” a nivel ambiental está el manejo de las basuras en los caños y arroyos.

La encuesta revela que solo el 9% de los entrevistados evalúa positivamente el comportamiento de los ciudadanos frente al tema de arrojar basuras en áreas públicas. Solo el 29% piensa que existe una probabilidad alta de ser castigado o amonestado por arrojar basuras a las calles y otros lugares.

Para la directora del observatorio hay una “gran debilidad” en la ciudad en el “poco control” que las autoridades realizan para cuidar el medio ambiente. Opina Mendoza que el Damab (Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente de Barranquilla) es “poco competente y eficaz” en su función de control de los basureros a cielo abierto que tanto han sido denunciados.

“Sin este control junto con la corresponsabilidad y compromiso de los ciudadanos, resulta difícil exigir a la empresa prestadora del servicio de aseo una mayor gestión”, subraya Rocío Mendoza.

CULTURA Y GARROTE

Triple A, según Jorge Navia, desarrolla los programas institucionales:  Mi colegio limpio; Mi barrio sin basura; La cuadra ejemplar y Limpiemos a Barranquilla en una hora. En 2014, Mi barrio sin basura incentivó 120 proyectos ambientales en toda la ciudad y, casualmente, premiará en mayo con un parque biosaludable el proyecto del barrio El Pueblo que resultó ganador. Sin embargo, el ejecutivo propone que paralelo a estas actividades las autoridades distritales deben fortalecer más las sanciones contra las personas que atenten contra el medio ambiente. “Hay que seguir trabajando con la cultura ciudadana, pero también hay que trabajar con garrote. Hay que sancionar con el comparendo ambiental y aumentar el número de policías ambientales, pues solo hay 10 en Barranquilla para más de un millón 300 mil habitantes”, anota Navia.

 

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