El Heraldo
Ronny dejo salir su alegría con la anotación de Teófilo Gutiérrez, en el primer tiempo. JOSSIE ESTEBAN ROJANO
Barranquilla

El debut como hincha del ‘10’ de la prejuvenil Atlántico

Ronny Toledo, promesa del fútbol del Departamento, vivió ayer su primer partido desde la tribuna. Ya había estado en el ‘Metro’, pero como jugador.

Ronny brinca. Sube a la silla de la tribuna sur alta del Metropolitano con una camiseta en la que, fácilmente, cabría otro Ronny. Hace unos minutos se había liberado de una réplica gris de una reconocida marca deportiva para enfundarse una original tricolor que lo duplica en talla. Ese fue su primer premio en la ruta a conocer un Estadio Metropolitano que ya ha pisado, pero que solo recuerdadesde un ángulo, como quien siempre cobra un penalti en la misma dirección, aunque haya estado delante del arco mil veces.

Ronny Toledo se gasta la batería de su celular Huawei antes del sofoco de las dos de la tarde. Se le van los números de la carga en hacerle videos a la barra que han conformado más de cien hinchas de todo el país a su lado derecho; en tomarse ‘selfies’, en retratar a ese ‘Coloso de la Ciudadela’ en el que ha hecho rodar el balón ya seis veces, pero que hasta ahora descubre desde las graderías.

Está ahí porque EL HERALDO lo invitó a debutar en la tribuna, en un sueño que va en contravía a lo que cualquier jugador anhelaría: saltar de la grada a la cancha. Él ya ha hecho un gol en ese estadio. ¡Y tremendo gol! De media cancha, con defensa en el suelo, bañando al arquero del Caldas en uno de los encuentros por la Copa RCN.

Esa ha sido su única anotación en ese recinto mítico para un chico como él, que ha marcado 20 dianas a lo largo de su carrera, porque desde los ocho años su papá decidió por él que su destino era el fútbol. Lograr lo que él no pudo.



Es que Ronny Toledo Ortiz, con sus 15 años, es el ‘10’ de la Selección Atlántico prejuvenil. Aunque él rectifica. “Era. El 11, por algo sentimental con la novia’, me pidió cambiar”. Así que ahora lleva a sus espaldas rubricado el 11, pero sigue cargando el ‘10’ invisible en una posición que defiende con la clase de un creador nato como Macnelly Torres, tal cual garantiza que lo será el cazatalentos del Deportivo Cali Agustín Garizábalo, responsable de llevar al fútbol profesional a jugadores como Rafael Santos Borré, Abel Aguilar y Luis Fernando Muriel.

Macnelly, precisamente, es quien más le gusta a Rony en el Selección para llenar el espacio de volante creativo que dejaron James Rodríguez y su lesión. ¿Y de Junior? “Gustavo Cuéllar”.

Entrena de martes a viernes en Bomboná, Malambo. Estudia en las tardes en el colegio Llamado de Jesús, en La Central, en Soledad, donde vive con sus padres, Heivis y Sandra, y sus hermanos, un niño de 12 años y una niña de 10, quienes llevan los mismos nombres de sus progenitores. Ronny es el diferente del hogar, y así de singular es su manera de celebrar: contenida, pese a que reconoce verbalmente su felicidad.

“Nadie me había invitado nunca en un evento como este”, exclama, queriendo decir que nunca había ido al ‘Metro’ a ver un partido. “Ni de Junior”. Pero sí se soñó yendo a ese emocionante partido con Millonarios, en el que Giovanny Hernández comandó el empate y la remontada que condujo al Tiburón a la final y al campeonato. “Muchos no confiaban. Yo quería ir a ver al equipo. ¡Y sí se pudo!”.

El partido

Saltar sin cansarse durante más de una hora, previo al aranque del encuentro Colombia-Perú es el indicador de su felicidad. Habla poco, es tímido, pero responde a cada pregunta sin guardarse nada.   “Por cosas económicas no había venido a un partido”, pero el asunto estaba resuelto apenas los once titulares del combinado patrio saltaron a la cancha.

Suena el pitazo y él solo observa. Casi no se inmuta, y hay que sacarlo de su letargo (o concentración) preguntándole que cómo ve el partido. “Me han gustado Bacca y Ospina. Cuadrado y Guarín están perdidos”.

Y aunque parece casi inerte, como si le tuviera miedo a moverse, no perdona ‘ola’ ni cántico que reconozca.

No volvió a musitar palabra hasta que Cuadrado lo desesperó.

El gol lo cantó, lo brincó, lo explicó, lo emocionó. Un “¿ya?” fue su ‘pitazo’ de primer tiempo. No se dio cuenta, embebido por las jugadas, que los primeros 45 minutos ya se habían cumplido.

El segundo tiempo vino sin reacciones muy diferentes, excepto por ese gol que no fue en los pies de Carlos Bacca. “Ese era el de Bacca, ese era el de él”, repitió en los minutos restantes, incluso en el caracol del Metropolitano, a la salida, un par de minutos antes de lo sentenciado por el árbitro.

La evacuación prematura, por cuestiones de logística –encontrar un taxi supone un desafío–, hace que el gol de Edwin Cardona lo alcance ya en la Murillo, parando un taxi. En ese instante, justo cuando los gritos salieron del estadio y estremecieron sus alrededores, ha podido ponerse eufórico, dichoso, o incluso disgustado por haberse perdido el sello de la victoria. Ahí, sobre el asfalto, terminó su primer partido como espectador, en vivo, real, como lo único que alcanzó a decir una vez se percató de lo que había sucedido. “Joda, gol”.

Barra de todo el país

En un capítulo pocas veces visto en el fútbol colombiano, los líderes de las principales barras bravas de los equipos de la liga nacional se unieron en este encuentro de la Selección Colombia para formar la denominada ‘Hinchada con más sabor’, que reunió a más de un centenar de barristas en la tribuna sur para apoyar a la Tricolor.

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