A este carretillero no le basta con llenar de basuras el parqueadero del estadio Metropolitano, además se ahorra el esfuerzo de botarla por sí mismo usando una cómoda maniobra maltratadora: con crueldad inclina la carreta y deja colgando, sufriendo, al pobre burro que le permite ganarse la vida. En su acto contaminante no muestra compasión porque el animal arrastre diariamente las cargas que él le echa, sin quejarse. Con toda razón marcó su carretilla como ‘El Relajao’. Lo peor es que mientras las autoridades no ejerzan verdadero control sobre estos vehículos, podrán seguir ‘relajados’. IBM
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