El Heraldo
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La Guajira

Torturan a campesino y le queman su rancho en la frontera entre La Guajira y Venezuela

El hombre, que también labora como celador del gasoducto, está fuera de peligro. Lo amarraron con cadenas y le rociaron gasolina en los genitales.

Hombres que se identificaron como miembros de la guerrilla de las Farc, torturaron a un campesino y celador del gasoducto de PDVSA que habita en una parcela en la zona limítrofe con Venezuela, en la jurisdicción de Maicao, y a quien tras hacerle varias amenazas le quemaron su rancho y posteriormente lo dejaron atado con cadenas en un árbol.

El hombre, que pidió se le reservara su identidad por temor  a las reacciones, narró que el caso ocurrió en la madrugada del domingo. “Eran aproximadamente las tres y media de la madrugada cuando llegaron dos sujetos, tenían pasamontañas, vestidos con camuflados similares a los del Ejército y señalaron que eran de las Farc. Yo había salido del rancho porque estaba en turno de la noche en la vigilancia del tubo de PDVSA que lleva gas a Venezuela. Con esa empresa tenemos contratos de vigilar sin portar armas, solo estar pendientes de posibles fugas. Me dijeron que tenían que enviarle un mensaje a mi empresa y me habían escogido a mí”.

Lo dejaron amarrado a un árbol

El ciudadano, que pertenece a la etnia kankuama, dijo que los hombres se lo llevaron hasta un árbol y allí lo amarraron de pie, paralelo a un árbol. Tenía cadenas en las manos, pies y en el cuello.

“Se me acercó uno con una cuchilla de afeitar y rasuró completamente mis dos cejas y lo que más me dolió fue cuando uno de ellos metió la mano entre el pantalón y el bóxer y me roció gasolina, Yo pienso que me querían matar porque si yo tropezaba o flaqueaban las fuerzas de mis piernas y me desplomaba, seguro terminaba ahorcado con la cadena del cuello”.

Según la víctima otro de los mensajes que le dejaron fue que no querían ver a nadie caminar por esa zona, ni en el día ni en la noche “y si alguien se atrevía a salir, que le compraran el cajón”.

La mujer del campesino, de quien pidieron igualmente reserva de su nombre, fue abordada por dos encapuchados más que le pidieron que saliera. Cuando ella y su padre se encontraban afuera de la vivienda, le echaron gasolina a toda la casa de tablas y zinc.

“Solo pude tomar la mochila con pocas cosas. Cuando salí sentí como especie de una explosión y fue cuando la candela estaba devorando la casa, era imposible controlarla, ellos decidieron irse, pero antes me dijeron que pasara por mi marido y me dijeron donde lo habían dejado amarrado. Allí lo encontré y no pude llegar hasta él pues me gritaban que tuviera cuidado con un explosivo. Solo a las diez de la mañana cuando el Ejército fue avisado y ellos se hicieron presentes pudieron cortar las cadenas con las que lo habían sujetado al árbol. Tenía heridas por la fricción y por la gasolina que le echaron en los genitales”, dijo la mujer.

Es una zona de contrabando y peligros

El coronel David Tovar, comandante del Gustavo Matamoros D’ Costa, dijo que esa es una zona de mucho peligro, pero la forma como actuaron no es la clásica de los guerrilleros que casi nunca se visten con pasamontañas.

El oficial dijo que este ciudadano no había recibido amenazas.

El comandante de la guarnición dijo que “de todas maneras  como autoridad estaremos celosos en el área para que esta persona no sea objeto de más agresiones”.
 

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