El Heraldo
Evelio Pushaina recorre los ocho metros de su obra construida con madera y clavos. Héctor Palacio
La Guajira

Puente de $50.000 suple otro inconcluso de $250 millones, en La Guajira

Evelio Pushaina no es ingeniero, pero ayudó a solucionarles a sus paisanos en Pancho, Manaure, el paso por el Ranchería.

Evelio Pushaina Pushaina no estudió ingeniería ni es contratista ni funcionario del Estado, pero ayudó a solucionar parte de uno los problemas de infraestructura que afecta a sus paisanos de Pancho, jurisdicción de Manaure, La Guajira.

Esta especie de héroe, sin capa y sin poderes, logró construir un puente artesanal de ocho metros de largo sobre el Calancala, un brazo del río Ranchería, con los $50.000 que le dieron amigos, conocidos y familiares.

“Lo que hice fue recoger de cien, doscientos pesos, lo que tuvieran, para hacerlo. No quería que la gente siguiera mojándose”, explica en una mezcla de español y wayuunaiki, su lengua materna. Los pancheros, al igual que sus vecinos de comunidades como Florida, Cispana, Manzana, Buenavista, Kajutchon y Flor de Olivo, dicen que el maestro de obras “construyó lo que el Estado dejó a medias”.

Historia de una obra. La autoridad tradicional Ana Pino, sus sobrinas –las hermanas Marqueza, Rebeca (qepd) y la escritora Vicenta– así como Josefa Cotes Pinedo, conocida como Jorito, han sido algunas de las voceras para que el Estado atienda las necesidades de la población.

Desmontar el puente significa no pasar o mojarse.

En 2011, después de que Colombia Humanitaria rehabilitó la carretera entre el corregimiento y el barrio Nuestra Señora de Fátima de Riohacha, con una inversión de $2.999 millones, comenzaron las gestiones para el puente.

La obra había sido adjudicada en 2010 por el entonces gobernador Jorge Pérez Bernier al contratista Yesith Cornejo Ochoa por valor de $215.147.064. El objeto era la “Construcción de un puente sobre el arroyo Calancala en el corregimiento de Pancho”.

El 22 de febrero del 2011, comenzó la construcción de la estructura, que permitiría también el paso de vehículos de un lado a otro, y estalló la alegría en Pancho –donde viven 53 personas– y las 23 comunidades vecinas. Pero, a las pocas semanas afloraron los problemas porque algunos no estaban de acuerdo con el sector escogido para levantar el puente. Las obras fueron suspendidas.

El contratista justifica la no terminación del puente señalando que estaba diseñado para construirse en Caimancito, empalmando con la vía que construyó Colombia Humanitaria. “La comunidad no quiso que fuera ese el lugar, a pesar de que los diseños y permisos ya estaban listos, por lo que la obra se reinició en agosto 21 del 2012 después de que Corpoguajira diera el visto bueno del nuevo sitio que era frente al casco urbano del pueblo”, argumenta Cornejo.

Cuando se crece el río hay que recoger la estructura.

Dice que un puente de calzada de 4,5 metros con bordillos pasó a una calzada de 4,60 metros con bordillos y andenes laterales de un metro, para un total de 7 metros de calzada, “con una estructura mucho más ancha y más alta, lo que elevó los costos”.

Señala Cornejo que con los cambios en las obras, los $215 millones “solo alcanzaron para los nuevos diseños y estudios de suelo” que tuvieron que hacerse, además de las “torres gemelas” como bautizaron en Pancho las dos estructuras de soporte construidas en las orillas.

“La cimentación salió más cara”, afirma.

Es decir, hubiera sido mejor anular el primer contrato y hacer otro por mayor valor si las obras resultaban más costosas, pero no fue así.

Sin puente, en julio de ese mismo año los wayuu de Manaure confiaron en lo prometido por la canciller María Ángela Holguín y el hoy encarcelado exgobernador Kiko Gómez, quienes cuando dieron al servicio la carretera que comunica con el barrio Nuestra Señora de Fátima prometieron que el puente estaría listo antes de que terminara el 2012.

La tarea de Evelio. En medio de estos tropiezos y de la larga espera por una obra que no veían cercana, a Evelio Pushaina se le ocurrió buscar una solución para evitar que sus paisanos siguieran exponiéndose a algún accidente al cruzar el Ranchería.

Cuenta que después de muchos días propuso que lo más rápido era armar una estructura con palos sobre las bases construidas en las orillas del río. “Había que pensarlo dos veces porque teníamos que mirar que el río no estuviera crecido”, dice Wilmer Olmos.

La idea de Evelio empezó a correr por el pueblo y cuando se decidió sus vecinos colaboraron hasta reunir los $50.000 que necesitaba para los materiales.

Junto a Olmos y cuatro de sus 11 hijos comenzó a armar lo que hoy es considerada una “bendición para los pancheros”. Una semana después de iniciar los trabajos el pueblo volvió a estallar de alegría  cuando vio el puente de madera. “Ese día Todo el mundo quería pasar”, dice el maestro de obras. Hoy por allí atraviesan bicicletas y hasta motos.

La construcción hizo que las visitas a los familiares en Riohacha se incrementaran, así como la asistencia de los estudiantes a sus colegios, dice la comunidad.

“Esta obra la han prometido muchos funcionarios. Nos sentimos contentos porque ya no nos mojamos”, destaca Imelda Pino.

Pancheros atravesando el Calancala para ir a Riohacha.

Al respecto, el secretario de Obras de La Guajira, Dámaso Parodi, afirma que un puente en concreto cuesta $1.970 millones, de los cuales hay $770 millones “reservados”.

Por lo pronto, debido a la actual temporada de lluvias los pancheros han asumido la tarea de estar pendientes y recoger el puente de madera para evitar que una creciente se lleve la obra de Evelio Pushaina.

¿Cómo nació Pancho?

Algunos documentos revelan que la historia de Pancho comenzó en 1860 cuando llegó a territorio guajiro un italiano de nombre José Vicente Siosi, comerciante de ganado, víveres y pieles, quien se unió a Marqueza Cotes y formaron una gran familia.
El pueblo inicialmente se llamaba San Antonio, en honor a San Antonio de Padua, pero cuando los padres italianos capuchinos fundaron el internado indígena y repartían pan a los niños, los wayuu comenzaron a llamarlo “Paanchomana”, es decir, tierra de pan. Por eso el nombre se redujo y se quedó solamente Pancho.

De la descendencia del italiano se destaca el liderazgo de las mujeres, quienes han sido las protagonistas en las luchas que ha librado Pancho a través de la historia.

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.