El Heraldo
“Estamos presas, está bien, pero que nos respeten”, dijo una mujer en medio de los disturbios que protagonizó junto a otras internas de la cárcel El Buen Pastor, de Barranquilla, y que dejaron daños en la capilla del establecimiento. Josefina Villarreal.
Judicial

Motín de reclusas en El Buen Pastor

Durante una hora y 40 minutos, nueve internas se tomaron el techo de la cárcel para denunciar “violación de sus derechos”. Otras destrozaron la capilla. Directora dice que no permitirá que un pequeño grupo desestabilice el penal.

A las 9:50 de la mañana de ayer los gritos de nueve mujeres rompieron el ruido cotidiano en la carrera 26 entre calles 43 y 44.

Eran reclusas. Estaban sobre el techo del Centro de Rehabilitación Femenino El Buen Pastor. Agitaban permanentemente una pancarta  hecha con el respaldo de una cartelera -que luego quemaron-, y decía con letras rojas: “Queremos al Inpec, no esa desnaturalizada (sic)”.

El frente de la cárcel empezó a llenarse de curiosos. Unos tomaban fotos, otros las incitaban a lanzarse al piso, mientras que unos más solo miraban.

De repente otras internas empezaron a partir los vidrios de tres ventanales que dan hacia la calle, que hacen parte de la capilla católica del penal.

Dos patrullas de la Policía y un piquete de unos 15 agentes, comandados por un oficial, arribaron al sitio para intervenir en el motín.

Las manifestantes, en diálogo con EL HERALDO, comentaron que les estaban “violando los derechos”. Desde el techo todas trataban de explicar a gritos sus razones, pero acordaron darle la vocería a una de ellas para que fuera posible escucharlas.

Una reclusa con una pancarta en la que exigía que el Inpec asuma el manejo del penal.

“Yo tengo que tener plata -dijo-, porque si no tengo plata no nos dan una pastilla, no nos dan nada, no hay medicamentos; si uno enferma el transporte lo tiene que pagar uno, si hay una audiencia el transporte tiene que salir del dinero de uno, ¿cómo es eso?... estamos presas, está bien, pero que nos respeten”.

Otra queja es que, según la reclusa, aunque las visitas los fines de semanas son de 11 de la mañana a 3 de la tarde, muchos familiares solo pueden acceder desde la 1 de la tarde debido a las restricciones en el penal. Aparte de eso -agregó-, los pabellones quedan cerrados cuando hay visitantes, sin importar que se trate de menores de edad. 

“Nos toca aguantar sol y agua en el patio...queremos que los abran, queremos que nos dejan estar allí con nuestros hijos”, insistió.

También pidieron que el Inpec asuma el penal porque no están de acuerdo con las medidas de la dirección. “A la directora no la queremos aquí más nunca, nos tiene un trauma sicológico”, aseveró la vocera.

Esmad las convenció. Debido a la renuencia de las internas en cesar su manifestación, al penal ingresó el Escuadrón Antidisturbios de la Policía. Dos de sus integrantes trataron de hablar con ellas desde el piso, ante lo cual una de las mujeres se sentó en un nivel más bajo del techo, y amenazó con lanzarse. Los policías la calmaron.

Una interna mostró el dinero que, según dice, requiere para subsistir.

Ya arriba, los antidisturbios  dialogaron brevemente con ellas y las convencieron de bajar a dialogar.

A eso de las 11:30 de la mañana las autoridades reportaron que la situación estaba controlada.

Adentro, las internas se reunieron con la directora del penal, Laura De Andreis; el defensor del Pueblo, Milton Gómez y representantes de la Personería, a quienes les plantearon todos sus requerimientos.

Pasado el mediodía salió el defensor, quien explicó que la protesta se centró básicamente en el tema de las visitas, pero que ya estaba solucionado con la ampliación del horario desde las 8:30 de la mañana.  “No hubo ninguna tragedia afortunadamente, únicamente daños materiales”.

Acerca de si antes del hecho había recibido denuncias de internas, el defensor confirmó que sí y que están siendo atendidas. “Es que hoy (ayer), precisamente, teníamos una reunión con algunas internas y en ese momento se dio la toma y no pudo terminar”, anotó Gómez.

Afuera del penal algunos familiares se mostraron preocupados por el hecho. Nicolás Salguero, pariente de una reclusa, sostuvo, por ejemplo, que “en los días de visitas la guardia no deja que haya privacidad, que pasen un rato con la visita sino siempre están a un lado acosando”.

“Internas de muy alto perfil”. Al pronunciarse sobre los disturbios, la directora Laura De Andreis manifestó que las protagonistas constituyen un grupo minoritario que protestó “por unas cosas que no son de fondo, muy triviales” y que se trata de reclusas de “muy alto perfil”, aunque prefirió no entrar en detalles al respecto.

Mencionó que, además de las visitas, entre lo que piden está que les permitan el ingreso de zapatos con plataforma, que hasta ahora está prohibido. “Eso se les había quitado a raíz de que les quitan la suela y aprovechan la plataforma para almacenar ahí celulares y droga”.

Agentes del Esmad subieron hasta el techo de la cárcel distrital y convencieron a las mujeres de cesar la protesta.

Para la funcionaria las organizadoras de la revuelta no deberían estar en ese centro de rehabilitación, sino en uno manejado por el Inpec, con todas las medidas carcelarias que eso amerita.

De Andreis también reportó destrozos en las ventanas y el mobiliario de la capilla. Por ello anunció una demanda contra las autoras. “Si tenemos que llegar hasta las últimas consecuencias y trasladar a esas niñas lo vamos a hacer porque no le vamos a entregar la cárcel distrital de El Buen Pastor a un grupo de internas que quieren desestabilizarla”.

El Buen Pastor es administrado por la Alcaldía de Barranquilla con vigilancia contratada con una empresa privada. La población es de 134 internas aunque, de acuerdo con la directora, hace unos cinco años no pasaba de 50.

Momento de la ruptura de los ventanales de la capilla católica.

Año de disturbios carcelarios
Durante el 2014 se han registrado hechos graves en centros carcelarios de Barranquilla.

El primer caso tuvo lugar en la cárcel Modelo, en enero pasado. Un incendio producto de una pelea entre dos bandos dejó 17 reclusos muertos.

En junio, una conflagración en la Penitenciaría de El Bosque provocó el deceso de cinco reos.

En El Buen Pastor, el antecedente más cercano del motín de ayer data del 15 de octubre pasado. Cuatro mujeres le prendieron fuego a una colchoneta en su celda. Una de ellas dijo ayer que lo hicieron justamente por la situación que viven.

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