Una condena ejemplar
La sentencia en contra de ‘Kiko’ Gómez, exgobernador de La Guajira, reviste especial importancia como paso en la misión de superar esa terrible mezcla entre violencia y política que tanto daño le ha hecho al país.
Con una condena de 55 años de prisión, la Justicia colombiana concluyó ayer uno de los casos más impactantes y representativos de los últimos años, como rastro de la violencia política que durante tantas décadas desangró a nuestro país.
Tras corroborar su responsabilidad como determinador de los homicidios de tres personas, un juez especializado de Bogotá sentenció a Juan Francisco ‘Kiko’ Gómez a pagar más de medio siglo de cárcel. Quien fuera elegido en 2011 como gobernador de La Guajira, fue declarado culpable de los delitos de homicidio agravado, concierto para delinquir y porte ilegal de armas.
El horrible caso que tiene al exgobernador como sangriento protagonista es emblemático por varios motivos, lo cual le confiere a la condena en su contra un carácter de ejemplar. Inevitablemente reabre los recuerdos de los momentos más terribles en que la política se mezcló con las armas, un episodio que resulta imperativo cerrar de una vez por todas para concretar un paso crucial en el avance de la sociedad.
En casos como este, más que nunca, la Justicia debe ser especialmente efectiva para cumplir su cometido punitivo, y garantizar que a quienes aprovecharon su posición de poder para orquestar actos de corrupción y violencia les caiga todo el peso de la ley, sin contemplaciones de ninguna índole.
A ‘Kiko’ Gómez se le vincula con el grupo criminal de Marcos Figueroa, alias Marquitos. Es condenado por la muerte de la alcaldesa de Barrancas, Yandra Brito, en 2012, y por los de su esposo, Henry Ustáriz y su conductor, Wilfredo Fonseca, en 2008.
La alcaldesa advirtió en su momento que, en su papel de gobernador, Gómez la presionó para que hiciera nombramientos, y reaccionó con amenazas ante su negativa. Así habría comenzado todo.
Hay allí una lección para el Estado. Brito había advertido del peligro que corría su vida; interpuso una denuncia en la que señaló a ‘Kiko’ Gómez como autor intelectual del asesinato de su esposo, y alertó de las amenazas que de su parte había recibido mediante intermediarios.
La Fiscalía relaciona al exmandatario con otros tres crímenes. De esa manera, a sangre y fuego, no hay progreso posible. Y este caso y su conclusión corroboran que las cosas se seguían manejando así hasta no hace mucho tiempo.
Ante la evidencia es, además, prácticamente imposible disociar la lamentable cotidianidad de La Guajira y sus habitantes con los pantanosos enredos judiciales en que ha culminado la gestión de varios de sus dirigentes.
El estado de postración en que han dejado al departamento sus recientes administradores ha sido de tal magnitud, que han resultado estériles los esfuerzos posteriores para propiciar un cambio de fondo que permita a la gente guajira desarrollar todo el potencial que tienen y recibir, como se lo merecen, los beneficios que le corresponden a una tierra tan rica en recursos naturales y tan crucial para el desarrollo empresarial y económico colombiano como lo es la península del Caribe.
Ojalá se aclaren los demás procesos en los que se relaciona a Gómez. Para que comience una era de claridad en La Guajira, es importante despejar todas las sombras de sus momentos más oscuros. No se le pueden dejar resquicios a la impunidad.
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