El presidente Santos ha lanzado la frase de que las Farc están “jugando con candela” y que el proceso de conversaciones de La Habana podría terminar. Le ha exigido a la organización guerrillera que cese sus acciones ofensivas contra los civiles. Coincide esta declaración presidencial con las denuncias de José Miguel Vivanco, director de Human Rigths Watch, sobre los crímenes que han cometido las Farc en Tumaco y la poca atención a las víctimas, a lo que se suma una serie de acontecimientos violentos de esta guerrilla contra el acueducto del Meta; contra unos carrotanques que conducían centenares de barriles de petróleo y que vaciaron en un campo abierto en Putumayo, y contra Buenaventura, a la que dejaron sin energía. 

La declaración de Santos coincidió también con la publicación en el portal de las Farc de un escrito de Timochenko, que responsabilizó al presidente de la muerte de Alfonso Cano en noviembre de 2011.

Al expresar su posición, el mandatario dijo que era consciente, cuando se iniciaron las conversaciones, de las dificultades que surgirían con un grupo ilegal en armas que mantendría su operatividad militar y que, para presionar por sus propósitos de impunidad total y Asamblea Constituyente, ha decidido intensificar sus actuaciones violentas.

Algunas voces han estimado que es la hora de considerar una tregua y un cese al fuego bilateral. Ya en la campaña presidencial, el senador verde Antonio Navarro Wolf había conceptuado que lo racional era que las Farc se decidieran a declarar un cese al fuego unilateral y a mantenerlo hasta que se suscribieran los acuerdos. 

La verdad es que, como lo ha reconocido el presidente, el país ya se está cansando de unas conversaciones que parecieran no tener final. Los resultados de las elecciones, que indicaron un respaldo mayoritario a favor de la paz, no parecen haber actuado como un factor disuasivo sobre las Farc, que siguen empeñadas en su estrategia de incrementar sus golpes terroristas para lograr más cosas en la mesa de La Habana.

Insoportablemente, como lo denuncia Vivanco y lo sabe el país, las Farc siguen destruyendo, matando, secuestrando, traficando, y lo grave es que su principal jefe, presuntamente desde las selvas de Colombia, continúa lanzando amenazas que en nada contribuyen a sembrar de un espíritu de reconciliación las negociaciones.

Se está jugando el presidente su credibilidad en este proceso, porque los casi 8 millones de colombianos que votaron por él lo hicieron convencidos de que el acuerdo con las Farc estaba cerca y que oponerse a este o frustrarlo era apostarle a la alternativa de la guerra.

Y las Farc están ante su última oportunidad. Ojalá  entiendan que el mandato de paz que le dio la reelección a Santos también los involucra a ellos. Si ignoran o se burlan de este mandato, es difícil que los colombianos vuelvan a avalar otro diálogo de paz. O le ponen término al conflicto ahora, integrándose a la democracia, o tendrán que afrontar la decisión de los colombianos en procura de su aniquilamiento, lo que,curiosamente, representaría el triunfo de las tesis del Centro Democrático, pese a su derrota presidencial.