A cuentagotas
Si bien la Costa aseguró ayer 110 mil millones de pesos para normalización eléctrica y desarrollos viales, lo que realmente demandamos es un plan de inversiones de mediano y largo plazo, con fuentes claras y sostenidas.
El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, anunció ayer los primeros 110 mil millones de pesos de un paquete de recursos, que en esta fase se invertirán esencialmente en la normalización de la prestación del servicio de energía eléctrica y la ejecución de proyectos viales que estaban pendientes de financiación.
Se trata de un primer paso, que entendemos como el reconocimiento nacional de unas demandas regionales que no habían tenido las respuestas apropiadas por parte del Gobierno.
Porque, evidentemente, nuestras expectativas rebasan los montos garantizados. De entrada, la Región sigue a la espera de que el Gobierno incremente los recursos que le serán asignados en el presupuesto nacional, pues tal como se estima, las partidas, en vez de subir se reducen considerablemente, al pasar de 17,13%, que fue el incremento en el periodo 2013-2014, al 6,8% que se proyecta subir para 2014-2015.
Más allá de los frentes de obras públicas que hoy tienen luz verde, como la variante de Ciénaga, la carrera 38 y la doble calzada Barranquilla-Cartagena, que evidentemente van en la senda de la infraestructura que necesitamos para estar a la altura de los desafíos de la globalización económica, siguen las preguntas sobre los sistemas de acueducto y alcantarillado de la región, la red de vías secundarias y terciarias, la reactivación del sector agropecuario, el mejoramiento de la atención de clínicas y hospitales, el aumento de la cobertura de la educación superior.
Peor aún: ni en la reunión que sostuvo el fin de semana la comisión accidental de congresistas costeños con el presidente Santos, como tampoco en la de ayer, cuando la Comisión IV discutió del presupuesto con minhacienda, se hizo claridad sobre las partidas presupuestales de obras tan importantes para nuestra competitividad, como el nuevo puente Pumarejo o la doble calzada Barranquilla-Cartagena, por ejemplo, las cuales, es bueno recordar, hicieron parte de las promesas de Santos en su campaña de reelección.
De nuevo, si bien los recursos que aseguramos ayer son un primer impulso de lo que esperamos sea un notable compromiso de la Nación, falta mucho más, seguimos a la espera.
Si tenemos en cuenta que la infraestructura es un referente que clarifica las reglas de juego para los inversionistas privados, mientras va resolviendo las complejidades del desarrollo regional, las apropiaciones a cuentagotas, como estas, no resultan una buena señal. Y mucho menos, cuando el propio ministro dejó entrever que las demás obras que gremios, ciudadanos y políticos tienen enlistadas para nuestras ciudades y departamentos, serían atendidas solo mediante esfuerzos de “ahorro y austeridad”.
En esto no debemos transigir, y el Gobierno nacional no se puede equivocar: lo que realmente necesita la costa Caribe colombiana es un plan de inversiones públicas de mediano y largo plazo, con apropiaciones presupuestales sostenidas y fuentes claramente identificadas, que despejen un horizonte sombrío para nosotros, pero completamente claro para otras regiones.
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