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El lanzador bolivarense Ernesto Frieri ha tenido discretos desempeños en sus últimos equipos en las Grandes Ligas. El pelotero espera recuperar su protagonismo. Archivo El Heraldo
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“Mi carrera aún no se ha acabado”: Ernesto Frieri

El pelotero decidió tomar un tiempo de recuperación tras una pequeña operación en su codo. “Si no descansaba, tendría que someterme a la cirugía de ‘Tommy Jones’”.

Ernesto Frieri decidió hacer una pausa obligada en su carrera so pena de tener que enfrentar el quirófano y una cirugía de ‘Tommy Jones’.

Su brazo estaba a punto de “explotar si seguía forzándolo”, pese al dolor, por lo cual tomó la determinación de regresar con su familia a Cartagena a darle reposo a su brazo de lanzar porque este se lo estaba pidiendo luego de una intervención que ameritó su codo para rasparle algunas callosidades que ya le estaban rasgando los nervios produciéndole un tremendo dolor a la hora de enviar la pelota.

A sus 30 años, el crédito de Sincerín (Bolívar) no ha decidido retirarse y mucho menos dar por sentado que su carrera haya acabado de forma anticipada a fuerza de tantos intentos fallidos por retornar a las Grandes Ligas, la última de estas con los Filis de Filadelfia.

Quiere retomar la senda en una liga invernal y poder competir por un cupo en la Selección Colombia que en marzo del 2017 estará en el Clásico Mundial de Béisbol.

“Quiero lanzar por mi país”, le dijo Frieri a EL HERALDO el pasado viernes por la noche, en el parqueadero de la iglesia cristiana Ríos de Vida, a la que asiste hace varios años junto a su esposa e hijos.

¿Por qué y cuándo tomó la decisión de hacer una pausa en su carrera?
Porque era necesario. Mi cuerpo me lo estaba pidiendo. Mi brazo desde hace un par de años venía molestándome. Desde que me cambiaron de Angelinos a Piratas, que tuve que cambiar mi mecánica de lanzar; luego cuando aterricé en Tampa seguía teniendo las molestias físicas que se me presentaron. El año pasado un grupo de médicos me hizo una pequeña limpieza en el codo, pensé que acabarían allí los dolores, pero han persistido hasta hoy por lo que tomé la decisión de parar, descansar y prepararme para la temporada del año entrante. Si no lo hacía ahora todos los caminos me hubiesen llevado al quirófano a una cirugía mayor como la de ‘Tommy Jones’ a la cual le temo porque muchos no han regresado siendo los mismos después de ella.

¿Los dolores que sufre son la sumatoria de las decisiones de los entrenadores de picheo de los equipos a los que fuiste?
Sí. El peor daño que me pudieron hacer fue afectar mi salud. Al llegar a este equipo (Angelinos) me cambian la manera de lanzar porque querían que fuera más rápido en el movimiento en la loma, pero esto comienza a generarme molestias físicas y cuando decido retomar mi vieja manera de lanzar fue peor porque volví a desacostumbrar mi brazo porque ya lo había adaptado. Perdí el movimiento de la pelota que lanzaba, antes mis picheos se me movían bastante, ahora no, escondía bien la pelota y ahora no. Perdí varios atributos.

En pretemporada con Filadelfia, Robinson Canó le dio el punto clave del por qué él antes no le podía conectar la bola tan fácil. Cuéntenos esa anécdota…
Con Canó hablamos mucho. Me contó este año que cuando jugaba para los Yanquis le costaba chocarme la bola y que de un tiempo para acá ya le estaba resultando más cómodo enfrentarse a mis lanzamientos y devolvérmelos. Le dije, Robinson, ¿me descubriste? Él me dijo: “No, nada de eso. Ahora ya no escondes la bola como antes, cambiaste. Eso fue todo. Ahora la muestras. Tu mecánica antes era muy incómoda para el bateador”. Ahí confirmé que los cambios hechos cuando pasé a los Piratas me perjudicaron. Un valioso consejo de un experimentado de mil batallas.

¿Quién fue el primero que le dijo que era necesario cambiar?
Mi rutina de lanzar utiliza todo mi cuerpo. Un brazo muy atrás, un movimiento que me lleva muy adelante, es decir, todo mi cuerpo involucrado. Todo empezó en los Angelinos. Los coaches me recomendaron ser más rápido en mis envíos al plato. Mi forma de lanzar natural es un poco lenta, tengo los brazos muy largos, las piernas igual. Al querer ellos que fuera más rápido, todos mis movimientos cambiaron y comencé a darme cuenta de que me estaban conectando más la bola los rivales. Cuando cambié a Piratas me impusieron otra forma de lanzar y ahí comenzó el enredo. A veces no es bueno seguir todas las órdenes, pero como a mí me enseñaron a obedecer entones uno lo hace.

Mucha gente especulaba que se retiraba…
Para nada. No me voy a retirar aún. Hay Frieri para rato. Mantengo la fe en Dios, esto no ha acabado para mí. Quiero seguir jugando. Y la decisión de retornar a casa hace parte de eso. No vine a vacacionar, a comer y engordarme. No. Para poder seguir jugando unos años más tenía que tomarme este descanso. Si lo seguía haciendo quedaba a las puertas de una lesión que acabaría con mi carrera. Tengo 30. Una lesión me haría perder un año, tendría 32 y en el béisbol a los 35 ya te consideran viejo.

En medio de tantos sueños que no se cumplieron, ¿qué pasaba por la cabeza de Frieri?
¿Me preguntas si me preocupaba? Claro que sí. Pero siempre sabía que toda mi vida está en las manos de Dios y bajo su control. Cuando llegue el momento de retirarme y él decida que ya debo hacerlo, me arrodillaré y le daré gracias. Aún no lo he hecho porque sé que mi carrera no se ha acabado.

¿Se toma un buen tiempo entre la cirugía y el regreso al campo?
Creo que no. No tomé buenas decisiones, por eso me pasó lo que me pasó. Ahora me estoy dando el tiempo suficiente para recuperarme. Mucha gente podrá pensar que estoy dejando de ganar buen dinero, pero la salud es primero.

¿Cuáles son sus planes para regresar a Las Mayores?
Quiero trabajar aquí durante el campeonato profesional, pero tengo que pensar en otra liga invernal para que los equipos vean la evolución del brazo y conseguir un buen contrato.

En marzo viene el Clásico Mundial, ¿se ve vistiendo el uniforme de la Selección?
Estoy muy contento con esa clasificación. Quiero estar allí lanzando por mi país. Una de las razones por las que no fui a Panamá fue precisamente el estado de mi brazo, porque no me iba a permitir darle un buen apoyo al equipo en este estado.

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