En vísperas mismas de nuestros grandiosos carnavales recibimos el viernes de la semana anterior, por correo aéreo, una gratísima sorpresa: Desde Holanda, donde él había vivido por muchísimos años, José Nieto Ibáñez –el querido Pepe Nieto de tantísimas charlas cuando Pepe residía en su ciudad y la nuestra– nos ha enviado lo que puede denominarse con absoluta propiedad ‘La Obra Cumbre’ de sus inquietudes históricas, los tres tomos de su obra estupenda que él ha denominado ‘Nostálgicos Recuerdos del Cine en Barranquilla’, tomo I”. Y así son titulados los otros dos tomos.

Cada tomo tiene un período delimitado por Pepe. El tomo I comprende la vida pública barranquillera comprendida entre 1938–1942. El tomo II comprende el periodo entre 1943–1949 sobre la cinematografía en nuestra urbe y por último el tomo III, que cobija el período comprendido entre 1950-1957. Lo que no sabemos es si esta obra gigantesca fue editada en Holanda o en Sevilla, España, donde Pepe Nieto y su distinguida señora viven desde hace varios años.

Los tres tomos recogen escrupulosamente la vida cinematográfica o cineasta de nuestra amada Barranquilla, que no ha sido sede de ninguna compañía productora de películas, pero sí de uno de los públicos más amorosos y más entusiastas de este continente. Entre los años 40 y 70 del siglo inmediatamente anterior, Barranquilla, con apenas unos 250 mil habitantes, tenía 34 salas de cine, la cifra mas alta de este país en proporción al número de sus habitantes.

Hoy, con más de dos millones de habitantes, Barranquilla hacía rato que había perdido el 90% de los teatros que por aquellas calendas de los años 30, 40, 50, 60 y 70, se llenaban todas las noches. ¿Que por qué se perdió aquella bonanza demográfica tan fiel a la industria del cine? En buena parte al auge de la televisión, que comenzó a llevarle a los barranquilleros lo que antes tenía que salir hacia las salas de cine, así como la inseguridad que se apoderó de Barranquilla con una rapacidad digna de otra causa.

Bandalaje que le llegó en malditísima hora a una de las ciudades más sanas del mundo; donde todos nos conocíamos; donde a eso de las 12 de la noche salían miles de espectadores de las salas de cine, sin que se registrara un solo caso de atraco... eso que hoy es pan nuestro de nuestras vivencias.

No disponemos del espacio que pudiera llevarles a nuestros lectores para ponderar ajustadamente esta obra colosal que ha llevado a cabo Pepe Nieto, historiador pulcro, veraz al mil por mil, que le ha rescatado a su tierra su primogenitura cinematográfica con 3 documentos irrebatibles. Para Pepe Nieto, un abrazo fraternal de todas las horas.

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Atendiendo un requerimiento tan firme como cordial y afectuoso de nuestro editor, Ernesto McCausland Sojo, si necesitase unas disculpas por el contenido de nuestro artículo, las presentamos con la mayor serenidad y el mejor espíritu de reparación personal. Dentro de la rapidez con la que hay que escribir en un periódico, es hasta fácil que se deslice cualquier frase que resulta molestosa y hasta ofensiva, sin que en el fondo se tenga el menor asomo de intención deliberada. De esta manera creemos haber dejado el ‘suceso’ surgido con los amigos pastusos.

Chelo De Castro

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